Pierre Rolland celebra su triunfo de etapa. / Ap
Hemos vivido una etapa de detalles, de pequeños y grandes momentos, de lecturas sosegadas que podrían llegar a ser arriesgadas. De ataques contra los hombres de negro y azul (Sky), por parte de Cadel Evans y de Vincenzo Nibali, en la que ganó el francés Pierre Rolland. Lo que nos han dejado los Alpes es la imagen de dos corredores que han caminado por estas rutas como lo han hecho otros grandes del ciclismo mundial.
Bradley Wiggins tiene la carrera ganada y sin embargo no es el hombre más fuerte del Tour. El más fuerte es su compañero Chris Froome, que antes de ser segundo en la Vuelta a España del año pasado cobraba 150.000 euros en el equipo Sky, que no tenía muchas intenciones de renovarle. Cuando vieron su rendimiento le firmaron por tres años a un millón trescientos mil euros por temporada.
Ese es el contrato que le ata y le hace trabajar para su líder, al que podría atacar y dejarle tirado en una llegada en alto. Pese a todo ello, la maravilla se llama Wiggins. Se imaginan pasar de los peraltes de un velódromo a los porcentajes de La Croix de Fer y de La Madeleine. De la luz artificial a la luz de los Alpes. No sólo es dar el paso. ¡Es quedarse delante con un compañero de equipo mientras tus rivales, salvo Nibali, padecen el desasosiego al que suelen conducir estas montañas! Haimar Zubeldia cedía 2:56con respecto a Wiggins.
Más dramático resultó lo de Menchov, uno de esos ciclistas que casi siempre está desaparecido, que se dejó la friolera de 14:15. Su Tour se ha terminado, al menos pensando en la general, después de estar preparándolo todo la temporada. Muchas lecturas, con una constante que ya viene siendo habitual en la carrera: los hombres de negro, con ribetes azules, van soldados a sus bicicletas, a la carretera. Están pegado a ella. Nada, ni nadie, les detiene. No dejan en ningún momento la cabeza del grupo. Wiggins, casi siempre, lleva dos corredores delante de él y uno detrás, Froome. Michael Rogers sube las montañas como hacía antes las contrarrelojs. Atesora tres títulos mundiales contrarreloj este australiano de Nueva Gales del Sur, una de ellos por el positivo de David Millar en el mundial de 2003.
Evans lo pagó caro
Se apartó de la cabeza del grupo cuando comenzaba La Toussuire. Al Sky le quedaban tres corredores para la subida final: Richie Porte, Bradley Wiggins y Chris Froome. Cuando Nibali atacó a diez kilómetros, Porte se quedó. Daba lo mismo, Wiggins y Froome se bastaron para controlar un grupo en el que se quedarían solos los dos ingleses y Nibali, al que terminarían cogiendo. No les inquietó lo más mínimo su ataque.
Evans, Van Garderen, Frank Schleck, Haimar Zubeldia, al que arroparon sus compañeros sin problemas, pagaron la tiranía del Sky, que tampoco es que esté haciendo nada que no se haya visto en distintas décadas del ciclismo. Consiguen mantener un ritmo muy alto durante muchos kilómetros. Ese está siendo su secreto, como lo fue el de los equipos de Lance Armstrong en su época, o de la Vie Claire en su momento, con Lemond e Hinault, o el Renault de Fignon e Hinault, entre otros.
Hay gente que quiere tener muy poca memoria. No es algo nuevo lo que está haciendo el Sky. Banesto nunca tuvo en la época de Miguel Indurain un rodillo semejante. Jugaban con alianzas, con dos o tres corredores, y con un líder prudente, inteligente, moderado. Sólo Nibali se salvó de la debacle alpina. Cuando en el descenso de La Colombier, en el estreno de los Alpes, atacó, se notó la falta de Cadel Evans. Él mismo dijo después que a lo mejor tenía que haber atacado e irse con Nibali. Liquigas criticó que ningún otro corredor se moviese. Evans se movió ayer en la la Croix de Fer. La estrategia del BMC estaba bien diseñada.
Tejay Van Garderen y Moinard, que iban por delante, le esperaron. Evans fue valiente, arriesgo. Su aventura duró cuatro kilómetros. Llegó a tener medio minuto de venta sobre un Sky que a esas alturas de la carrera tenía a Wiggins y Froome silbado y a Michael Rogers y Richie Porte, trabajando. Lo terminaría pagando con su adiós al triunfo en este Tour. Está a a 3:19 de Wiggins. Quien si mostró estar muy inquieto fue Vincenzo Nibali, que atacó subiendo, en dos ocasiones. Menchov se había quedado muy pronto fuera del juego de los favoritos. Haimar Zubeldia mitigó bastante los destrozos del Sky y mantuvo su sexto puesto. No hay nadie al nivel de los ingleses.
Son muy superiores a otras formaciones. ¡Hasta Mark Cavendish trabajó! Le tocó hacerlo al principio de la etapa, cuando la carrera se volvió loca para coger una escapada que terminaría por quedarse en nada. El dominio del equipo Sky en la gran etapa de los Alpes necesita adjetivos muy especiales para poder definirse: manejan un cuadro de velocidades muy superior a los demás. Froome siempre corre a rueda de Wiggins, que no contesta en primera persona a ningún ataque.
Por un lado no necesita hacerlo y por otro tampoco se le pueda pedir que acelere en montaña. Lo suyo y lo de su equipo es el ahogamiento por asfixia física de sus rivales. Lo que les distingue de los demás es su capacidad para superar el cansancio, el desgaste. Valverde probó a meterse en una escapada y acabó pagando los esfuerzos.
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