Greipel celebra su triunfo en la línea de meta. / Ap
Luis León Sánchez habló con Bradley Wiggins al finalizar la etapa, mientras Boasson Hagen se abrazaba a su líder, que le había preparado la llegada, eso si, sin fortuna, puesto que al noruego le superaron André Greipel, que logró su tercer triunfo parcial, y Peter Sagan, igualado por el alemán.
Había atacado Luis León a dos mil trescientos metros de la meta y cuando Wiggins se puso el traje de lanzador, tiene varios, dependiendo del terreno, su escapada quedó en nada, cercenó la ocasión de Luis León Sánchez y encima no ganaron. Sky está demostrando ser demasiado ambicioso y eso puede volverse contra ellos, ser peligroso con el paso de los días. Se metieron en un jardín que no es el suyo, si bien es cierto que tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. Aquí cada equipo hace su carrera y nadie regala nada.
Explicaba, sin meterse con nadie, Luis León, que «no dejan nada. Allá ellos. Quieren ganarlo todo. Ha habido un momento en el que han estado solos y les hemos ayudado», comentaba. Sabe que difícil intentar devolverles el ‘favor’: «No será fácil hacerlo. Tienen mucha clase». Lo justificó el corredor de Mula en «cosas de carrera. Creo que las cosas se hacen de otra manera».
Luis León Sánchez lleva varias etapas tentando la fortuna, pero por unas razones o por otras no le sale nada. En la décima etapa, Voeckler fue más fuerte que él. Ayer, Wiggins le pasó por encima. También es cierto que de esa forma el maillot amarillo se protegía ante una posible caída. Luis León es el único corredor de un Rabobank diezmado al que le ve en carrera. Los demás, están en casa o penando en la carretera.
El equipo Sky es bastante hermético. Se filtran pocas cosas sobre ellos y lo poco negativo que ha salido a la luz ha sido una cuestión de la mujer de Bradley Wiggins y la novia de Christopher Froome. Dentro del grupo nadie pone en duda que el ambiente es bueno. De hecho, eso es lo que se ve en la carretera. En cuanto hay algún tipo de dificultades, pequeñas o grandes, siempre tiene a varios compañeros de equipo junto a él.
Se rodó muy rápido
El Monte de Saint-Clair, corto, pero durísimo, le permitió a Cadel Evans atacar. La subida era muy dura, 1,6 kilómetros, pero muy corta, y ni siquiera la ayuda de Van den Broeck hizo que Bradley Wiggins, que tuvo a Rogers, Froome y Boasson Hagen a su lado, mostrase algún signo de nerviosismo. La subida-repecho resultaba espectacular y el pelotón del Tour ni se inmutó. Evans busca alguna grieta en el líder, pero no le encuentra, por ningún lado.
Fue el mismo líder quien se puso en cabeza y dejó todo como estaba, bien atado en ese puerto de tercera. Wiggins hizo en la llegada lo que ha estado acostumbrado a hacer durante casi toda su vida en los velódromos. Poner en marcha su ‘motor’, las piernas, y acelerar. Wiggins está llegando a las metas, al menos aparentemente, sin que una muestra de cansancio aparezca en su rostro. Lo que pueda sentir, o padecer, o disfrutar en carrera sólo lo sabe él, nadie más. Desde luego no transmite ninguna sensación de debilidad. La llegada a Cap d’ Adge estaba abierta a todos los vientos, con unos últimos 23 kilómetro de carrera en los que había largas rectas y mucho peligro. Ningún equipo buscó cortar el pelotón. Al Sky no le hacía falta y ellos son los más fuertes de la carrera.
Lotto, que lleva un Tour muy profesional en su forma de proteger a Greipel y Van der Broeck, trabajó para que el movimiento de Vinokourov y Albasini no fuese a mayores. En los kilómetros finales, Sky se puso en cabeza. No ganaron la etapa pero dieron una impresión de poderío, de fortaleza, una exhibición, una más, que no convendría que prodigasen mucho, en un Tour en el que el botín principal se lo están repartiendo entre unos pocos. Llegábamos a Le Cap d´Adge, una localidad marcada por el agua del Mediterráneo, el río Herault y el canal de Midi.
Todas esas corrientes confluyen en el golfo de León, donde el Sky demostró que también sabe correr cuando sopla el dios Eolo. En ningún terreno de los que hemos pasado han dado signos de debilidad. Son una fortaleza rodante sobre dos ruedas. El nombre de Le Cap d’Adge procede del griego, Agathé Tyché, ‘la buena fortuna’, y conserva muchos restos de su pasado esta localidad de una belleza diversa, salvaje. El viento que sacudía al pelotón por todos los lados, en una ruta descubierta, frenó, y castigó mucho a los ciclistas, que por unas razones o por otras casi todos los días se encuentran algo o alguien que les fustiga.
No conviene olvidar que la media general de la carrera está en los 40,423 kilómetros por hora, después de una etapa que tuvo una media horaria de 43,694 kilómetros por hora en 217 kilómetros. Es cierto que la forma en la que se está corriendo este Tour no resulta muy vistosa, en general, salvo la parte final de las etapas, pero tampoco está siendo un paseo.
Fue el viento, otros días el ritmo del Sky, o la montaña, las caídas. El Tour es una historia que se escribe cada día, cada minuto de cada etapa. Y se seguirá escribiendo hasta que lleguemos a Paris. La carrera va cubriendo kilómetros, objetivos, y el Sky no se mueve de sus posiciones. Nadie ha conseguido ver, o intuir, una fisura en todo el grupo, alguna debilidad. Si ellos no fallan, nadie les hará cometer errores.
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