Greipel celebra su triunfo en Rouen. / Ap
André Greipel, el gigantón alemán, se quejaba amargamente en la etapa que finalizó en Tournai de la oportunidad que había tenido de poder ganar a Mark Cavendish, que sacó partido del trabajo realizado por su equipo, Lotto. Fueron los compañeros de Greipel los que controlaron la parte final de la etapa y el propio André le sirvió como lanzador al corredor inglés, que durante muchos años estuvo acostumbrado a seguir su rueda antes de arrancar, para ganar, a doscientos metros de la meta.
En Rouen, no hubo posibilidades de ver un enfrentamiento entre Cavendish y Greipel, lo que le permitió al alemán del equipo Lotto vencer con autoridad. Cavendish estuvo implicado en una caída multitudinaria que hubo a 2,7 kilómetros de la meta. Tanto el campeón del mundo como su lanzador, Eisel, acabaron en el asfalto. Sólo sufrieron un susto importante. El resto de sprinters se fueron hacia delante, lo mismo que Samuel Sánchez, al que Euskaltel colocó en las primeras posiciones. Valverde iba mucho más atrás en el grupo y no tuvo ningún problema.
Un bidón en el suelo que pisó algún corredor con su bicicleta provocó la caída. Los corredores del equipo Lotto que iban en cabeza miraron hacia atrás, repasaron de una forma rápida quienes iban delante después de oír el ruido de la caída a sus espaldas. Cuando se dieron cuenta que no estaba Cavendish aceleraron todavía más.
Cancellara decía en la meta que «se alcanzó una velocidad durante algunos kilómetros de sesenta kilómetros a la hora y con esa forma de rodar siempre hay riesgos». En una llegada masiva siempre se cometen errores por parte de algunos corredores. Es muy complicado que todos los engranajes funcionen perfectamente, que no se produzca ninguna descoordinación.
Mark Cavendish no tiene ese problema porque no cuenta con muchos compañeros a su disposición para poder trabajar. Llama poderosamente la atención que cuando en los autobuses de los equipos se hacen los planes del día, se habla hasta de la temperatura que pueden encontrarse en la meta, también si hay posibilidades de llover, la velocidad del viento. Todo cuenta.
Greipel, muy arropado
El problema que se están encontrando los sprinters es que el corredor más rápido del pelotón no dispone de un equipo para trabajar. Lo tienen que hacer otras formaciones y asumir el riesgo de que su trabajo se va a quedar en nada. Es lo que tiene contar con un sprinter en el equipo, que hay que apostar por él y entrar en la ruleta de las llegadas, en las que puede pasar de todo.
André Greipel tiene a muchos corredores del equipo Lotto a su disposición y desde que dejó la disciplina del equipo HTC, hace ya dos años, su carrera no ha hecho más que crecer. Se le escapó el primer sprint. En el segundo no ha perdido la oportunidad de conseguir su segunda victoria en todas sus participaciones en el Tour. El año pasado logró la primera, en su primera participación en la carrera.
Había ganado etapas en la Vuelta a España, –logró cuatro en 2009–, donde también consiguió el maillot de la regularidad, en el Giro, pero nunca tenía sitio en el equipo del Tour del HTC. Se hablaba de que Mark Cavendish no le quería a su lado porque no se fiaba de que se entregase a fondo trabajando para él. Una de las razones por las que cambió de formación fue precisamente para disponer de la suficiente libertad de disputar llegadas en el Tour sin tener que trabajar para nadie.
No quiso hablar cuando le preguntaron por ese veto, por la inexistente relación que había entre ellos. Se ha convertido en uno de esos ciclistas que acumula muchos triunfos a lo largo de una temporada. En esta lleva ya catorce victorias. Greipel es un sprinter de fuerza, mide 1.84 y pesa 81 kilos. Nació en una localidad de la desaparecida República Democrática Alemana, en Rostock, el mismo lugar en el que lo hizo Jan Ullrich.
El sistema deportivo que imperaba en la RDA para detectar talentos le llevó al ciclismo, al club que había en esa localidad, el mismo en el que se inició Ullrich, PSV Rostock, donde les entrenó la misma persona, Peter Saigner. En el Lotto cuenta con todo el equipo a su disposición, con corredores como Gregory Henderson, ex compañero de Cavendish como lanzador. Todo el equipo belga, menos Jurgen Van de Broeck, se implica en el trabajo. «Tengo un grupo de nueve amigos y eso se nota. La diferencia con respecto al año pasado es que entonces estaba Cavendish, que fue mi primera victoria en el Tour y que no tenía tantos corredores trabajando para mi».
Pasó a profesionales en 2005, en un modesto equipo alemán, el Wiesenhoff . También correría con el T-Mobile, en 2007. No fue un buen año para él puesto que sufrió una grave caída que le hizo perder toda la temporada. Empezó trabajando para Cavendish y Ciolek. A nivel mundial se dio a conocer por sus cuatro triunfos, sobre seis etapas, en el Tour Down Under de 2008. Le conocían como ‘el increíble Hulk’, por su físico poderoso, aunque no se pone verde como le pasaba a Hulk.
Lo que hace es levantar los brazos cuando gana. Al igual que el año pasado, cuando se le escapó la primera oportunidad que tuvo de victoria, a la segunda no ha perdonado. Las llegadas al sprint prometen más emociones fuertes en este Tour. Cavendish no se va a quedar parado.
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