Wiggins afianzó su liderato en la general del Tour. / Ap
Bradley Wiggins era un puro contraste por las carreteras de la región de Franco-Condado. El azul de su bicicleta Pinarello y el amarillo de su buzo formaban un todo que parecía cortar el aire. Cadel Evans, de rojo y negro, comenzó a ladear su cabeza demasiado pronto. No iba cómodo el último ganador del Tour. En la meta de Besançon, donde nació Víctor Hugo, la carrera ha sufrido una convulsión. Los ‘bárbaros’ del Sky se salieron. Tanto Bradley Wiggins como Chris Froome se mueven en otra dimensión.
Han reventado el tiempo de la contrarreloj. Wiggins rodaba a una media de 48,444 kilómetros por hora. Froome terminaba a 35 segundos y Fabián Cancellara, a 57. A partir del cuarto clasificado las diferencias superaban el minuto. Cadel Evans perdía 1:43, Nibali, 2:07, Menchov , 2:08 y Haimar Zubeldia, 2:22.
Bradley Wiggins es uno de esos corredores que no dejará indiferente a nadie en el mundo del ciclismo. Con una ironía muy fina y un humor inglés muy acusado, el triple campeón olímpico de pista, en persecución por equipos y persecución individual, que también acumula seis títulos mundiales, ha dejado el anillo definitivamente.
En la pista lo había sido todo y necesitaba nuevos retos. El que escogieron tanto él como sus mentores parecía una quimera hace cuatro años. Era una estrella formada bajo la luz de los focos que durante cuatro años ha estado moldeando su físico y su cabeza para poder ganar un Tour. No es el primer pistard, –persecucionista–, que triunfa en la carretera. Pero sí es el que más cerca va a estar de poder terminar de amarillo en París.
Desde su 1.90 de estatura, Wiggins mantiene los hábitos físicos y mentales que aprendió en los velódromos: gestión del esfuerzo, control del ritmo, el ser capaz de superar los malos momentos. Pasar de ir a tope durante 4.000 metros, la distancia de la persecución olímpica, a hacerlo durante 41,5 kilómetros no es una cuestión solo física. Hay que ser capaz de rodar de forma uniforme durante tantos kilómetros y luego subir montañas con muchos porcentajes.
Con una posición muy complicada de mantener durante cerca de una hora y una espalda que se dobla sobre la bicicleta, Wiggins ha trabajado mucho las cronos. También lo ha hecho en las pruebas de tres semanas, en las que ha ido mejorando en cuatro años hasta convertirse en el gran favorito para poder dominar el Tour. Ha corrido nueve grandes, cuatro Giros, cuatro Tours y una Vuelta, la del año pasado, en la que finalizó tercero. Ha sido su aprendizaje para llegar al amarillo del Tour.
Siempre a un buen nivel
Cuando el equipo Sky se embarcó en la aventura del ciclismo con la misma cabeza visible que llevó a la pista inglesa a lo más alto hace cuatro años sabían lo que querían: ganar un mundial de carretera, ganar un Tour y lograr una medalla de oro en Londres en la prueba de carretera, con corredores ingleses.
Lo primero ya lo han conseguido. Para lo segundo están en el buen camino. Wiggins sigue mostrando una fortaleza física que puede cambiar las leyes del ciclismo. Estaba en forma en el mes de marzo y lo sigue estando en julio, algo parecido a lo que hacia Alberto Contador, pero con una diferencia importante: Wiggins ha tenido que realizar una de esas reconversiones en las que cualquier error te puede dejar tirado en el camino.
Su crono resultó modélica. En el kilómetro 16,5 le sacaba cinco segundos a Froome y 1:02 a Cadel Evans. Zubeldia perdía 56 segundos. En el kilómetro 31,5, Froome estaba a 16 segundos y Cadel Evans, más recuperado, a 1:19. Haimar Zubeldia perdía 1:32. Zubeldia, que es sexto en la general, realizó una contrarreloj muy regular, que es de lo que se trata en este tipo de pruebas. Estuvo cerca de los mejores y es superior a muchos de esos corredores en montaña. Consiguió que los kilómetros y la velocidad no le pesasen de una forma excesiva.
Las contrarrelojs y un mal día, además de tener que trabajar para otros corredores arruinaron muchas clasificaciones generales, pero él siempre ha tenido muy claro su papel en el equipo RadioShack. De Froome, que también se salió, todavía se recuerda cuando en el campeonato del mundo de Salzburgo, en 2006, en aficionados, salió en la contrarreloj y se pegó contra la primera indicación que había al lado de la carretera, a 150 metros del inicio de la prueba.
Lo de Froome es una sorpresa relativa. En 2008, en su primer Tour, cinco semanas después de la muerte de su madre, fue el decimocuarto en la contrarreloj de Saint-Amand-Montrod, sobre 53 kilómetros. Él y Tony Martín han sido los únicos en el último año que han ganado a Wiggins. En la contrarreloj de Salamanca hace un año de la Vuelta a España pudo con Wiggins y Cancellara. Froome es mejor en montaña que Wiggins, tiene pasaporte inglés, pero nació en Kenia. Para el Sky, su hombre es el actual maillot amarillo. No dudarán en sacrificar a Froome si les hace falta, aunque aquí no surgirá un corredor como Cobo que les deje sin el primer puesto.
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