Froome, gregario de Wiggins. / Efe
Chris Froome es el hombre, el único escalador puro que le queda a este Tour antes de afrontar los Pirineos. El problema es que Froome corre en el mismo equipo que Wiggins, de quien se ha convertido en su sombra en la carretera. Después de una etapa que ganó el francés Pierrick Fédrigo, es la segunda vez que vence en Pau, la llegada de la montaña castigará a un grupo que se encuentra bastante fatigado. Froome reconocía hace unos días en una entrevista que «todo el mundo me dice que podría ganar el Tour, y es verdad, pero no en el equipo Sky. Hay una estrategia en torno a Bradley Wiggins y hay que respetarla». Eso dice Froome. ¿Qué es lo que veremos en una montaña de verdad, de las que hacen daño? Todo dependerá de lo que le dicte su conciencia al corredor más fuerte del Tour, al menos cuando se habla de escalar. Sabe el ‘keniata blanco’, nació en Nairobi y se crió en Sudáfrica, que los únicos problemas que pueden tener les llegarán de «Nibali. Es el único que puede atacar. Evans se encuentra a una distancia respetable y no es un escalador».
Se ha atrevido a hablar de lo que puede pasar el próximo año: «Todo dependerá del recorrido. Si es muy montañoso, espero que la estrategia del Sky resulte distinta y que todo el equipo se ponga a mi servicio. ¿Wiggins? Es una persona honesta, muy recta, y no tengo dudas que si me tiene que ayudar, me ayudará en el futuro».
Hay una corriente de opinión en el Tour que habla de que en la Toussuire, Wiggins tuvo algunos problemas. Para Froome, «estaba un poco fatigado. Los puertos no son lo suyo, pero no tuvo problemas serios». No le gusta mucho el pinganillo. Es un espíritu libre, que preferiría no tener que recibir órdenes. Preferiría correr en función de lo que le dicte su estado físico : «Si hay una diferencia de veinte segundos en una escapada te viene bien saberlo a través del pinganillo para poder anularla, pero también te condiciona mucho a la hora de atacar. Se pierde mucho la iniciativa personal».
Respetar las órdenes
Si Wiggins necesita su ayuda, dice que le ayudará: «Si atacan Nibali y Cadel Evans, iré con ellos intentando defender los intereses de Wiggins». Reconoce que «soy el corredor más fuerte en montaña, pero en un Tour como este, con cien kilómetros contrarreloj, sé que acompañando a Wiggins en los puertos el hará la diferencia en la contrarreloj, como ya lo ha hecho. Es el acuerdo al que he llegado y lo voy a cumplir». Es consciente de que pudo ganar la Vuelta a España de 2011, «porque los puertos eran mucho más duros que los que hay aquí. El Angliru tiene unos porcentajes del 20%. La pude ganar, pero en el Tour no es igual. No hay puertos tan duros. Si el diseño es diferente al de esta edición cambiaremos nuestros planes, al menos eso espero». Piensa que «Wiggins me agradecerá el trabajo que estoy haciendo para él». La actitud que tome Froome es lo más atractivo que se espera de los Pirineos, aunque nadie espera que se desaten las hostilidades dentro del equipo Sky.
¿Que es una etapa de transición? La respuesta es muy sencilla. Lo que vimos ayer. Poco kilómetraje, muchos intentos para que se formase una escapada consistente y el equipo Sky que permanece fiel a su idea de no desgastar nada de fuerza en controlar el grupo para que Mark Cavendish puede tener alguna posibilidad en una llegada.
En ese tema es en lo único que no se han mostrado ambiciosos: todo el equipo ha trabajado para Bradley Wiggins. En la prueba en ruta de los Juegos Olímpicos de Londres, todo el equipo inglés estará al servicio de Cavendish, es decir Wiggins, Froome y Millar. Esa será otra historia. El equipo Lotto sabe que tiene al hombre más rápido del Tour, André Greipel, y la responsabilidad de anular la escapada les cayó de lleno. Si querían una llegada al sprint tenían que trabajársela, y eso hicieron, hasta que se cansaron de no recibir ninguna ayuda y lo dejaron. El triunfo de Pierrick Fédrigo (FDJ) nos evitó el bochorno de ver como un corredor que ha reconocido ante la USADA (La Agencia norteamericana contra el dopaje) que se había dopado cuando corría al lado de Armstrong vencía en Pau.
No hubiera resultado muy edificante ver ganar a Christian Vandevelde alguien que a cambio de tener un trato de favor ha delatado lo que hizo cuando corrió con Armstrong. Son las miserias y las grandezas de este deporte, en el que no todo el mundo recibe el mismo trato. Todo depende de donde corras y de como se muevan ciertos intereses. La entrada en los Pirineos, a diferencia de otras ediciones del Tour, ha resultado escalonada, sin un inicio devastador, como ha sucedido en otras ocasiones, en las que dos y tres etapas de alta montaña han dejado la carrera tocada, sin fuerzas. En esta ocasión el día de descanso ha llegado antes que los grandes puertos.
Se anuncia calor en los Pirineos. En los momentos en que se mueve el ciclismo no parece que ese dato afecte de una forma importante a los ciclistas, algo que hace años si parecía tener su importancia. Estamos teniendo un Tour en el que apenas ha hecho calor, salvo ayer en Pau. Se echan en falta las altas temperaturas, los grandes calores, que a Bradley Wiggins si le afectaban hace años. Lo pasaba mal con altas temperaturas, sobre todo en la montaña.
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