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CICLISMO

Luis León Sánchez, a la cuarta

Ganó escapado, con Gorka Izagirre quinto, y la subida al puerto sembrada de clavos

23.07.12 - 12:31 -
Luis León Sánchez, a la cuarta
Luis León Sánchez celebra su triunfo en la meta de Foix. / Ap
Tentar la suerte, porfiar hasta conseguir el objetivo, día tras día, sin desmayo, levantándose después de caerse. Aprovechar un momento de forma que no va a a durar eternamente, no dejar pasar la ocasión. Esos han sido alguno de los argumentos que ha empleado desde que se inició el Tour el vencedor en la antesala de los Pirineos.
Luis León Sánchez consiguió, al cuarto intento, ganar su cuarta etapa en el Tour, en Foix, después de formar parte de una escapada de once corredores en la que también estaba Gorka Izagirre, que finalizó en quinta posición. Había ganado en 2008, 2009, 2011 y ayer, cuando se adelantó a los cinco corredores que habían sobrevivido al puerto de Péguere, donde «pusimos un ritmo muy fuerte con mi compañero Kruisjwijk para intentar descolgar a Sagan y Gilbert. Llegar con ellos a la meta no servía para nada», explicaba. Los dos superaron el puerto. También lo hicieron Gorka Izagirre y Sandy Casar. Este último se quedó delante, Izagirre y Sagan le cogerían en una bajada espectacular. En la llano entrarían Luis León y Gilbert. Cuando Luis León atacó lo hizo para ganar. Dudaron unas décimas de segundo en tomar una decisión y a Luis León no se le pueden dejar unos metros, ni tampoco unos pocos segundos. Cuando pone terreno de por medio, vuela.
Con 71 kilos de peso, se le notan las venas de todo el cuerpo de lo delgado que está. Una caída en la primera etapa le dejó tocadas las dos muñecas. Se fue recuperando, mejorando, buscando escapadas. Pensaba que su oportunidad de ganar este año se le había escapado de forma definitiva, «Siempre había ganado en la primera semana de carrera. Pensaba que ya no me iban a quedar oportunidades de poder vencer. Sabíamos que iba a ser una etapa en la que habría escapadas, que me podría venir bien. Cuando vi a Sagan y Gilbert en la escapada pensé que iba a estar más complicado». Levantó los brazos al cielo, como hace siempre que gana, para dedicársela a su hermano León, fallecido hace años en un accidente de quad, y también a su hija que ya tiene un año, y a un tío recientemente fallecido. Lloró, por la tensión acumulada.
Voeckler, primero, Wiggins más tarde, le habían impedido cumplir su sueño, sacar partido de unas piernas que van solas, que son capaces de estar muchos kilómetros al máximo de revoluciones. Lo ha conseguido y lo volverá a intentar. Luis León Sánchez comenzará la última semana del Tour pletórico de forma. De momento, ha podido con todo. Mientras la etapa se jugaba delante, en el grupo de cabeza pasaron muchas cosas. La más importante, que Cadel Evans se bajaba de la bicicleta con la rueda pinchada en la cima del puerto.
Balines, chinchetas, clavos
Pulsó su micro para poder hablar con el coche del equipo, hizo un gesto hacia el grupo principal en el que estaba su compañero Tejay Van Garderen, que miró hacía atrás, pero no se paró. Los gestos de Evans lo dijeron todo. Un BMC, Cummings, se paró junto a él. Tenía también la rueda trasera pinchada. El coche Mavic, con las ruedas de repuesto, no llegaba. Otro compañero, Moinard le dejaba su rueda. A partir de ese momento comenzaba el show de Evans, que en dos ocasiones tuvo que cambiar de rueda puesto que no iba a gusto. En una de ellas, el mánager del equipo, Jim Ochowitz se resbaló con la rueda en la mano en una cuneta. Los Sky pararon la carrera, el francés Rolland atacó, Haimar Zubeldia interpeló a Wiggins porque no rodaban detrás del francés.
Volvió la calma cuando el BMC enlazó con el grupo de cabeza y también, después de que trabajasen Liquigas y Lotto. Rolland volvió al grupo. Nibali lo explicó muy bien: «Cada uno es libre de hacer su carrera. Unos han hecho una cosa y otros, otra. No todo el mundo ha estado de acuerdo con el parón».
La razón de que hubiese tantos pinchazos es que un grupo de indeseables sembró de clavos los doscientos últimos metros de la subida después de pasar la escapada.
La zona era muy mala y hubo pinchazos en masa. Una vez restablecido el orden, con un pelotón que llegó a la meta a 18:15, bajó la tensión, todo volvió a la normalidad, al menos aparentemente.
A Cadel Evans se le está alborotando el equipo. Van Garderen se equivocó. Si Sky, Liquigas, Lotto y RadioShack hubiesen unido sus esfuerzos delante, Evans llega a cuatro minutos a Foix y estaría fuera del Tour. No hubo caída, ni una avería, sino la acción de unos ignorantes de lo que es el ciclismo.
Bajar ese puerto con una rueda pinchada era una temeridad y el espectáculo de ciclistas pinchados, detestable. Esto es el ciclismo. Bradley Wiggins, que es un líder que explica las cosas muy bien decía, «si esto fuera fútbol habría cámaras, pero como no las hay estamos aquí para que nos disparen».
El Tour ha visto ya de todo. Desde los disparos a Óscar Freire con balines, hasta cortes de la carrera por los agricultores, con Bernard Hinault enfrentado a ellos, pasando por aceite en la carretera, chinchetas y los cohetes que el otro día quemaron los brazos a Wiggins.
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