Voeckler celebra un nuevo triunfo en el Tour./AFP
Nervios, lo que se dice nervios, no atenazaron las piernas y la mente de Bradley Wiggins y su equipo en una etapa que acabó ganando el francés Thomas Voeckler. Ni siquiera cuando atacó Vincenzo Nibali en la bajada de La Colombier se puede decir que los pasase. Consiguió tensar en cierta medida el italiano al grupo en el que trabajaban los compañeros del maillot amarillo. Durante 16 kilómetros, Nibali, que llegó a tener una ventaja de 50 segundos, -estuvo acompañado durante un cierto tiempo por Sagan, que iba en la escapada-, Wiggins no tuvo ningún instante de tensión máxima.
Parece que hay que buscarle defectos y el de que tiene problemas en las bajadas es uno de ellos. No es Samuel Sánchez bajando, pero un corredor que procede del mundo de la pista, maneja la suficiente habilidad para controlar de lejos a un hombre como Nibali.
Le dejó hacer al italiano. Tampoco el ataque posterior de Rolland y Van den Broeck les inquietó.
RadioShack protegió a Haimar Zubeldia, trabajó en los kilómetros finales, para evitar que ese dúo cogiesen una diferencia importante y se acercase al corredor guipuzcoano.
Sobre todo Van den Broeck, que probó a atacar en tres ocasiones. Fueron 32 los segundos que lograron. No lanzó unos ataques demoledores el belga, que era al que más le beneficiaba ese ataque puesto que Rolland está perdido en la general. Su perseverancia encontró premio. Ahora está a 4:48, un tiempo que les permite a Wiggins y a Sky usar la calculadora.
Cadel Evans y Denis Menchov se limitaron a estar, al igual que Haimar Zubeldia. Para atacar a un hombre como el líder hay que observar, primero, el estado físico que parece atravesar. Luego, o quizá antes, ver como se encuentra uno mismo y también evaluar el terreno que hay. Quien ataca bajando, sin quitarle ningún mérito, es que sabe que subiendo sus posibilidades de poder moverse son mínimas.
Final de especialistas
No era el día, suponiendo que haya uno en el que el equipo Sky presente unas fisuras serias, para desequilibrar al máximo a los ingleses. Pánico, lo que se dice pánico, no es algo que sintiese el Sky. Mientras por detrás los hombres de la general mantenían uno de esos pulsos que no terminaba de despejar ninguna incógnita, delante, de la fuga inicial de 25 corredores quedaron cuatro.
Dos de ellos eran especialistas en poner al límite los nervios de quienes suelen acompañarles.
Luis León Sánchez y Thomas Voeckler son de esos ciclistas que cuando se meten en una escapada que tiene éxito se sabe que van a estar en el momento de la verdad, cuando todo se decida.
Michele Scarponi, el belga Dries Devenys y Jens Voigt, que tiene 40 años, estaban en ese grupo en el que escaseaba de todo. No había fuerzas, pensar les resultaba a todos muy costoso y tácticamente había que acertar, saber quien era el más entero.
Cuando atacó el belga Devenys, a 3,6 kilómetros, Luis León Sánchez le dijo a Voeckler que tirase. El francés hizo como que no escuchó nada. Luego probaría Voigt. Luis León se quedó con Scarponi y Voeckler.
Cuando atacó quien resultaría ganador de la etapa, Luis León tuvo que pensar en décimas de segundo lo que hacía. Tomar una decisión. Se quedó con Scarponi, al que veía más fuerte. Se equivocó. Voeckler era quien estaba más entero. Por eso ganó.
Luis León no pudo volver a ganar un 11 julio como ya hizo en 2008 y en 2009. En 2011 venció un 10 de julio. Esta vez era día 11. No funcionó esa lógica del triunfo.
Después de 200 kilómetros cubiertos a una media de 40, 742 kilómetros por hora, contaba, sobre todo el estado físico de esa avanzadilla, más que la visión que se puede tener de carrera.
Voigt, con 40 años, logró ser tercero en una etapa del Tour, después de trabajar durante la primera semana de carrera para Fabián Cancellara y meterse en la escapada que mandó durante toda la etapa.
Wiggins muestra después de un esfuerzo máximo el rostro del ciclista que parece que no ha tenido ningún desgaste: «El equipo está muy bien. Seguiremos día a día, los planes no se pueden hacer con más tiempo. Sabíamos que Nibali podría atacar, pero no hemos tenido ningún momento de pánico. Hemos controlado muy bien ese ataque».
La flema británica se impuso a la zozobra que intentó imponer Nibali en una bajada que tampoco resultaba especialmente retorcida. Si Bradley Wiggins tuvo nervios los disimuló con maestría.
El triunfo de Thomas Voeckler, el tercero en el Tour, se fraguó poco antes de pasar La Colombier. Su fiesta se unió a la de los aficionados franceses en la pequeña localidad en la que finalizó la etapa, Bellergarde-sur-Valserine, que cuenta con 12.100 habitantes.
Es un localidad residencial para muchos franceses que trabajan en Ginebra, está a media hora en TGV, o de Paris, que se encuentra un poco más lejos, a 2:40.
Hablamos de la fortaleza del Sky, pero la formación más potente del Tour es ahora RadioShack, que entre Voigt, Haimar Zubeldia, Monfort, Klöden y Frank Schleck tiene un cuarteto al que si le añades Horner, Cancellara y Gallopin impone mucho respeto. Ellos son los que podrían hacer bascular el Tour si encuentran un momento de debilidad en el Sky y también la inspiración de alguno de esos ciclistas.
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