ANÁLISIS

Análisis de Shenmue 3: el milagro de Yu Suzuki en forma de videojuego

La histórica franquicia vuelve 18 años después manteniendo el espíritu de las entregas de Dreamcast

Rodrigo Alonso

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Cuando Yu Suzuki subió al escenario durante aquel E3 de 2015 para anunciar la vuelta de Shenmue, lo hizo sabiendo que iba a poner patas arriba el mundo de los videojuegos. Hacía años que se rumoreaba que el creador japonés (« Out Run », « Virtua Fighter ») estaba preparando el terreno para la vuelta de Ryo Hazuki, que llevaba más de una década abandonado a su suerte en las cuevas de la agreste y apartada Bailu. Tiempo suficiente para que más de uno, y de mil, se preguntasen si esa nueva entrega, aquella que pusiese las cosas en claro, se convertiría algún día en realidad. Por eso, cuando se oyeron las palabras «he decidido crear Shenmue 3 a través de una campaña de kickstarter» lo que reinó, más allá del fervor de los presentes, fue la tranquilidad de saber que el camino no había terminado . Ahora, cuatro años después del evento, y tras un tortuoso y largo desarrollo, «Shenmue 3» está aquí. Y la historia no ha hecho más que comenzar .

La leyenda de Dreamcast

Quien haya tenido la necesidad de buscar patrocinadores o financiación para lanzar un proyecto, sabe que la cosa no es fácil. Que hay que tocar muchas puertas, recibir bastantes largas y hacer malabarismos con lo poco que tienes. El primer «Shenmue» fue lanzado en el mercado japonés en 1999 . En Europa, como era habitual en aquella época, se hizo de esperar un año más. Para realizar el videojuego, Yu Suzuki contó con un presupuesto monstruoso que se movía en torno a los 40 millones de dólares. Un coste que lo convertía, de la largo, en el más ambicioso de la época. Sega, la propietaria de la franquicia, esperaba que esta aventura de venganza se convirtiese en la clave de la supervivencia de la compañía. Que fuese la obra que propulsase a una Dreamcast que no terminaba de despegar en ventas. Y es que la sombra de PlayStation era, y sigue siendo, muy alargada .

A pesar de la ambición y la originalidad del título de mundo abierto y de su continuación, que llegó un año después, las ventas del sistema no acompañaron. Por lo que Sega, después de más de una década fabricando consolas, se vio forzada a retirarse del hardware. Aunque «Shenmue II» llegó a la primera Xbox , la saga quedó estancada con la muerte de Dreamcast. Nadie se atrevió a apostar por la ella, y de ahí nació la necesidad de la campaña de kickstarter (micromecenazgo). Suzuki recibió un apoyo que rondó los 7 millones de dólares para realizar la continuación del título. Una cifra reducida que no daba para crear una obra que luciese los mejores gráficos y animaciones de la generación. Pero sí para satisfacer a los chicos de entonces. A los de la consola blanca de Seg a .

El resurgir

En «Shenmue 3» el jugador encuentra un título que es digno sucesor de las ediciones anteriores en todos los aspectos , y, además, doblado al castellano. Se deja atrás la portuaria Yokosuka y la animada Hong Kong para llegar a los floridos campos del humilde pueblo chino de Bailu y a la ciudad imperial Nioawu . Allí, el luchador Ryo Hazuki , protagonista de la aventura, sigue desvelando el misterio de los espejos que provocaron la muerte de su padre, Iwao , a manos de Lan Di . En esta ocasión, el japonés cuenta con la ayuda de la joven Shenhua , cuyo papel en la historia se ha vuelto determinante.

En lo jugable, la premisa sigue siendo la de siempre , el usuario se mueve por el mapa con total libertad. Puede dedicarse a trabajar cortando leña o pescando. Entrenar su kung-fu en los templos. Apostar. Jugar en los recreativos. En definitiva, nada nuevo. Lo mismo ocurre a la hora de avanzar en la aventura, para lo que es imprescindible conversar con todas las personas que se encuentre por el camino y estar en el lugar correcto a la hora conveniente. Donde más se le notan las costuras al título es a nivel gráfico . Y es que, como decíamos antes, el dinero da para lo que da. Los personajes que pueblan la obra se mueven de una forma algo robótica y sus rostros son bastante inexpresivos. No parece un videojuego de la actual generación. Pero tampoco lo pretende, porque lo importante es lo que transmite .

Una historia única

No es fácil expresar hasta qué punto un jugador puede hacer suya una obra . Buena parte de la culpa de que «Shenmue 3» haya sido posible radica en la enorme conexión que existe entre la franquicia y los usuarios. En lo que esta es capaz de despertar en quien se atreve a dedicarle el tiempo que requiere. Hay pocos personajes en la historia de los videojuegos que resulten tan atractivos como el ejemplar Ryo Hazuki, con quien es realmente sencillo empatizar. Yu Suzuki, por su parte, creó en 1999 una historia impecable en lo narrativo. De esas que demuestran que los videojuegos no son solo una forma de entretenimiento . Que pueden ser mucho más. Una ambición que también se deja ver a las claras en esta entrega.

Decir que la saga, casi 20 años después, es para todo el mundo sería faltar a la verdad. Pero, sin duda, puede ser para todo el mundo en el momento preciso. Solo es cuestión de empezarla por el principio. Y para eso están las remasterizaciones de las dos primeras entregas, realizadas el año pasado y disponibles para Xbox One, PlayStation 4 y PC. Ojalá algún día lleguen a Nintendo Switch. Para los seguidores ahora toca hacer acopio de paciencia y esperar a la siguiente entrega. Esperemos que no sean otros 18 años.

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