Análisis de Pokémon Espada: un videojuego que sabe a poco
Los nuevos títulos de la popular franquicia de Nintendo, que llegaron la semana pasada a las tiendas, pecan de falta de originalidad y dejan bastante que desear a nivel técnico
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Si no la que más, no cabe duda de que Pokémon es una de las franquicias más populares dentro de la amplia y excelente baraja de sagas que maneja Nintendo. Cuando sus primeros exponentes, los «Azul» y «Rojo» de GameBoy , salieron a la venta de forma global en 1999, el mundo de los videojuegos cambió irremediablemente. Y lo hizo para bien, como demuestra el que durante los últimos 20 años los usuarios de todo el mundo hayan seguido abarrotando las tiendas cuando una nueva entrega ve la luz. O los trompazos contra farolas que se dio más de uno, y de mil, quemando suela durante aquel verano de 2016 con « Pokémon GO ». Por eso no se entiende la completa falta de ambición y de originalidad de Game Freak, el estudio detrás, en sus dos últimos títulos: « Pokémon Espada » y « Pokémon Escudo »; disponibles desde la semana pasada en Nintendo Switch .
Lo mismo de siempre. O casi
Decir que «Pokémon Espada» y «Pokémon Escudo» son malos juegos sería faltar a la verdad. No lo son. A los más veteranos, los chicos de los noventa que llevaban la Game Boy escondida al colegio, les valdrá para recordar viejos tiempos . Para pasar unas 25 o 30 horas reconociendo la nueva región de Galar y desvelando sus misterios. Pero poco más. Y es que la premisa del videojuego es prácticamente calcada a lo que ha sido la franquicia casi siempre. Una fórmula que ya hace falta revisar.
A ver si le suena : un joven, que vive en un pequeño y apartado pueblo, sueña con convertirse en entrenador. Un buen día se le da la opción de comenzar su andadura. El primer paso consiste en escoger entre un pokémon de tipo planta, otro de fuego y otro de agua. Tras realizar esta elección, irá de pueblo en pueblo cazando y compitiendo. Ganará medallas de gimnasio y terminará enfrentándose con los mejores luchadores. Todo con el fin de convertirse en el campeón.
Esta historia, manida por Game Freak hasta decir basta durante 20 años, viene acompañada por una subtrama protagonizada por (otros dos) pokémon legendarios: Zacian y Zamazenta . A groso modo, eso es lo que se ofrece. La promesa de un entretenimiento moderado para los más fieles, el despertar de la nostalgia para el que lleva dos décadas sin tocar la saga y la sorpresa que siente quien da sus primeros pasos en la histórica franquicia. Es decir, lo mismo de siempre. O casi.
Para esta edición, la desarrolladora ha creado el Área Silvestre , una -relativamente- amplia extensión destinada a que el jugador entrene a su equipo y cace especímenes más poderosos. En función de la zona en la que se encuentre, el clima varía; algo que afecta al desarrollo de los combates. Allí también se dejan ver, salpicados, una especie de pozos en cuyo interior descansan pokémon gigantes (en versión Gigamax ), que suelen tener un nivel de combate más elevado que los que se encuentran fuera. Para enfrentarse a ellos, el usuario forma equipo con otras tres personas, que pueden ser sus amigos vía online. En caso de que consigan derrotarlo, tan solo será necesario lanzar la Pokeball de turno. Nunca se escapan.
El usuario también puede convertir a sus pokémon en gigantes durante diferentes fases del título. Cuando se enfrenta a un líder de gimnasio o algún jefe destacado de la subtrama. Las peleas en este modo pueden resultar interesantes en principio, pero poco más. Al final, uno siente que todo queda resumido a la anécdota de controlar a un Pikachu de más de 50 metros de altura. A nivel jugable no se notan grandes cambios respecto a los combates tradicionales, que, en opinión de ABC, siguen siendo lo mejor que ofrece el título.
En lo que respecta al apartado técnico, no hace falta jugar demasiado para darse cuenta de que Game Freak no ha puesto demasiado empeño para que la obra le entre por los ojos al jugador . Las animaciones son, como poco, mejorables, así como los gráficos. Cuando uno va caminando por el mapa no deja de ver cómo aparecen árboles y personas de la nada. Algo más propio de títulos de generaciones pasadas que de la actual. Teniendo en cuenta el mimo que le suele poner Nintendo a sus exclusivos, como se demuestra en el genial y reciente « Luigi's Mansion 3 », no se entiende que no hayan forzado a Game Freak a pulir más el título para que luzca mejor.
La importancia de la saga
«Pokémon Espada» y «Pokémon Escudo» adolecen de los mismos síntomas que han sufrido en alguna ocasión las grandes sagas de este tipo de entretenimiento . En una época en la que los grandes títulos hay que cocinarlos a fuego lento, en algunos casos durante más de cinco años, desarrollar una obra ambiciosa a la carrera no suele dar buen resultado. Que se lo digan, sino, a Electronic Arts o Activision. Tendrán buenos datos de ventas, por descontado, pero estarán lejos de lo que el usuario desea . También, como hemos dicho antes, de lo que merece una de las franquicias que más amantes de los videojuegos ha creado en la historia.
Y es que Pokémon significa (o debería significar) lo mismo para Nintendo que Zelda o Súper Mario . O que God of War para PlayStation y Gears of War para Xbox. Cada obra que forme parte de estas franquicias debe tener, como mínimo, el objetivo de dejar ojiplática perdida a la persona que hace cola en la tienda el día de salida. Una ambición que no se deja ver en «Espada» y «Escudo». Dos títulos, o uno, según se mire, que se encuentran a años luz de los mejores de la generación. También a mucha distancia de lo que supusieron «Azul», «Rojo» y «Amarillo» en su momento. Quizá sea un buen momento para parar y buscar un nuevo rumbo.