El Vaticano modifica el Catecismo y declara «inadmisible» la pena de muerte

El nuevo texto compromete a la Iglesia a trabajar por «su abolición en todo el mundo»

JUAN VICENTE BOO

Siguiendo el rumbo marcado por Juan Pablo II en 1992 y 1997, el Papa Francisco ha cambiado el Catecismo de la Iglesia Católica para declarar que «la pena de muerte es inadmisible» y añadir que la Iglesia «se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo». El Vaticano ha presentado el jueves el nuevo texto junto con una carta explicativa a los obispos de todo el mundo.

El Santo Padre sale al paso de un repunte en el desprecio de la vida humana que ha llevado a una exaltación del homicidio de los distribuidores de droga en Filipinas y de las ejecuciones de narcotraficantes en Sri Lanka, o a la decisión del presidente Erdogan de reintroducir en Turquía la pena de muerte , abolida en 2004 con vistas al acercamiento a la Unión Europea.

Los países con mayor número de ejecuciones son China, Irán, Arabia Saudí, Irak y Pakistán -que superan entre los cinco el 90 por ciento del total mundial-, seguidos por Egipto, Somalia y Estados Unidos. Los números de China son secretos , igual que los de Corea del Norte, que probablemente figuraría en esa lista de los ocho primeros.

La pena de muerte es legal en 57 países, pero en la mayoría de ellos no se aplica. Los datos oficiales de 2017 reflejan 993 ejecuciones en 23 países, y un total de 22.000 personas condenadas, en espera de la pena capital.

La Iglesia católica se distanció de ese tipo de sentencias en el nuevo Catecismo, redactado para incorporar las enseñanzas del Concilio Vaticano II y promulgado por Juan Pablo II en 1992. El artículo 2.667 marcaba una línea claramente restrictiva pero constatando que «la enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye (…) el recurso a la pena de muerte, si ésta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas».

Aunque rompía con muchos siglos de considerar la pena de muerte como un castigo normal en casos extremos, la rendija que dejaba abierta era demasiado amplia. Después de publicar la encíclica «El Evangelio de la vida» en 1995, el propio Juan Pablo II cambió el Catecismo en 1997 para añadir una nueva restricción: «los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo "suceden muy (...) rara vez (...), si es que ya en realidad se dan algunos" (Evangelium Vitae 56)».

Benedicto XVI subrayó en varios documentos «la necesidad de hacer todo lo posible para llegar a la eliminación de la pena capital», pero Francisco ha sido el primero en declararla «contraria al Evangelio», en algunos discursos.

La nueva redacción del artículo 2.267 del Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que «durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común».

Pero añade que «hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves (…) se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado (…) y se han implementado sistemas de detención más eficaces».

El artículo concluye: «Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que "la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona", y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».

En una carta dirigida a todos los obispos del mundo, el cardenal Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, recuerda las sucesivas restricciones introducidas por san Juan Pablo II y Benedicto XVI, a medida que mejoraban la sensibilidad moral de las sociedades y la capacidad de los Estados para aplicar la cadena perpetua.

Según Ladaria, «la nueva redacción del artículo 2.267 del Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por el Papa Francisco, se sitúa en continuidad con el Magisterio precedente, llevando adelante un desarrollo coherente de la doctrina católica», basado en la encíclica «Evangelium vitae»de Juan Pablo .

El responsable de la Doctrina de la Fe lo presenta como «un auténtico desarrollo de la doctrina que no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del Magisterio» formuladas a lo largo de los siglos «en un contexto social en el cual las sanciones penales se entendían de manera diferente y acontecían en un ambiente en el cual era más difícil garantizar que el criminal no pudiera reiterar su crimen».

En un párrafo final en cursiva, Ladaria precisa que el pasado 28 de junio el propio Papa Francisco aprobó el texto completo de la carta y ordenó su publicación, por lo que debe considerarse parte de su Magisterio.

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