Premio Harambee 2019

«Vale la pena educar a las mujeres porque es educar a toda la nación sudafricana»

La médica nigeriana Ozo Ibeziako recibe el premio Harambee 2019 por la defensa de los derechos de la mujer en África

La médica nigeriana Ozo Ibeziako este martes en Madrid Ernesto Agudo

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En apenas seis años, la médico nigeriana Ozo Ibeziako ha conseguido que medio millar de mujeres consigan terminar sus estudios básicos y puedan acceder a la universidad. A simple vista parece un reto sencillo, pero sus alumnas proceden de uno de los asentamientos más marginales de Johannesburgo (Sudáfrica). Se trata del barrio de Alexandra, uno de los tantos «townships» que siguen existiendo en Sudáfrica y que fueron creados durante la política de apartheid a modos de campos de concentración y en los que los distintos grupos étnicos estaban obligados a residir.

«Ahora ya no hay alambradas y existe libertad de movimiento, pero los muros siguen existiendo en forma de pobreza y miseria. Sudáfrica es un país con grandes diferencias sociales donde la gente de color se lleva la peor parte», recordó este martes Ozo Ibeziako. Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, esta médica nigeriana -naturalizada en Sudáfrica- se encuentra estos días en Madrid para recibir, el Premio Harambee 2019 , patrocinado por tercer año consecutivo por los laboratorios René Furterer.

A través de proyecto «Art of Living» (Arte de Vivir) de la ONG Komati Foundation, esta médica ha conseguido que muchas chicas que viven en el barrio de Alexandra consigan terminar el colegio con suficientes créditos para que puedan entrar en la universidad. «Vale la pena educar a la mujer porque es educar a toda la nación sudafricana», aseguró Ibeziako, que además de ser profesora de Medicina de Familia en la Universidad de Pretoria, trabaja como directora de Recursos Humanos de varias clínicas del sistema de salud público del país.

Ozo en su consulta ABC

El objetivo del proyecto «Art of Living» es formar y acompañar a estas jóvenes para que consigan suficiente confianza en sí mismas como para continuar con sus estudios universitarios. «Estas jóvenes sufren muchas penalidades porque no tienen acceso a la educación y ante la falta de perspectivas de futuro terminan recurriendo a las prostitución o la droga. Nosotros les ayudamos a descubrir su potencial para afrontar las dificultades», comenta Ibeziako.

Al inicio del proyecto en 2012 contaban con apenas cuatro voluntarios pero ahora son más de 100 . Cada año este equipo integrado por profesionales y monitoras voluntarias establecen un proyecto educativo, que incluye un programa de tutorías y una serie de actividades que estimulan el interés de estas jóvenes por las ciencias y por continuar con sus estudios en la universidad. Las mujeres que ya han pasado por el proyecto y «que han conseguido estudiar, formar una familia y contribuir con la sociedad” colaboran con las que recién se incorporan. «Su testimonio es muy importante porque demuestra que es posible romper con un modelo paternalista y trabajar por una igualdad real» , comentó Ibeziako, que ahora sueña con poder «replicar este proyecto en otros townships» del país.

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