Tommy Zeigler, más de cuarenta años esperando su ejecución
Más de la mitad de los estadounidenses aprueba la pena de muerte para casos de asesinato
Será poco consuelo, pero en 2017, por segundo año consecutivo, y según datos de Amnistía Internacional, Estados Unidos no se encontraba entre los cinco países del mundo con más ejecuciones. China, Irán, Arabia Saudí, Irak, Paquistán, Egipto y Somalia superaron a los estadounidenses, que en 1999 tocaron techo con 98 presos ejecutados, por 23 en 2017. Solo 19 de los 50 estados del país han abolido la pena de muerte que, según una reciente encuesta, apoya el 54% de lo ciudadanos en casos de condenados por asesinato. Son cinco puntos más que hace dos años, pero lejos del 78% de apoyo en 1996.
La irreversibilidad de la pena de muerte conlleva la posibilidad de que presos condenados injustamente puedan acabar perdiendo la vida. Contra eso lleva luchando William 'Tommy' Zeigler, de 72 años, que espera el cumplimiento de su sentencia desde hace cuatro décadas, tras ser condenado por el asesinato de su mujer, los padres de ella y una cuarta persona en 1975 en una tienda propiedad de su familia. Su caso, apoyado por activistas por los derechos civiles como Bianca Jagger, está lleno de irregularidades, e incluso en 1992 fue llevado a un libro. Sin embargo, todos los esfuerzos han sido en vano hasta la fecha.
Zeigler ha solicitado en varias ocasiones que se le realizan pruebas de ADN, pero siempre se le han denegado. La última, en abril del año pasado. Durante el juicio, los fiscales aseguraron que la camisa que vestía Zeigler aquel día estaba llena de sangre de su suegro , pero un análisis de ADN realizado en 2001 no la encontró. Sí restos de Charlie Mays, la cuarta persona que apareció muerta y que el reo señaló como autor del ataque. El propio Zeigler tenía un disparo, pero la fiscalía consideró que se había disparado a sí mismo para confundir a los investigadores.
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