25-N: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
El testimonio: «Con lesiones en el pañal por la falta de higiene. Así devuelve a mi hija»
Patricia Torres sigue pleitando contra la custodia compartida impuesta por una juez, que no tuvo en cuenta manifestaciones realizadas por su expareja, acusado de maltrato psicológico, como que la niña de 2 años pasa 17 horas diarias en la cama
Patricia Torres conoció en su empresa a su expareja, a la que identifica con su inicial, A. Con él tuvo una niña, que hoy no alcanza los dos añitos. Con anterioridad, Patricia había decidido someterse a un tratamiento de reproducción asistida y ser madre soltera. Su primogénita tiene 7 años. Pero el amor imprimió un giro sobrevenido a sus planes. Hoy llora.
Lo hace con amargura ante ABC y los mil documentos que porta como pruebas de un largo litigio judicial. Ese proceso le ha provocado la necesidad de documentarlo todo, de acreditar con vídeos cómo se va la niña y cómo la recibe de manos del progenitor. Porque tras la ruptura de la relación sentimental y las denuncias interpuestas por ella cuando él desapareció varias horas con la niña sin dar señales de vida o cuando cambió la cerradura del domicilio familiar, la Policía tramitó su caso como de violencia de género. Hay dos sentencias, una de medidas urgentes, que le otorgan a ella la custodia de la pequeña, y seis meses después, la definitiva, en junio de 2019, que impone la custodia compartida . Desde entonces, Patricia rebate tal decisión. Su abogado ha interpuesto Recurso de Apelación a la Audiencia Provincial de Madrid, a la espera de que «corrija» la determinación tomada por una juez en Getafe , que, según Patricia, «no tuvo en cuenta la falta de higiene y atención hacia la niña, la ausencia total de asistencia sanitaria, que no dispusiese de ingresos ni de ahorros para garantizar su sostenimiento e incluso que pusiese en riesgo su integridad, o que la menor tuviese una hermana, entre otras cosas».
Que el padre mantenga a la niña en la cama hasta 17 horas diarias, como el mismo pone de manifiesto o la vida sedentaria que le ofrece pasan factura a la cría. Acredita con informes pediátricos desde lesiones en zona de pañal, candidiasis, varias infecciones gastrointestinales, respiratorias, de orina, así como conjuntivitis sin tratar y otras situaciones de mala higiene y pocas atenciones. De igual forma se acredita con un informe Pericial la conducción temeraria que de forma habitual practica, poniendo en riesgo la seguridad e integridad de la menor o que la niña no sale al parque cuando está con su padre , por ejemplo, ni se relaciona con otros niños, pero eso es muy difícil de justificar.
«Tiene una gran capacidad de manipulación», afirma ella, y la juez le creyó . Cabe decir que no le creyó a él la Policía, porque A. también la denunció, por rapto de su hija , y por maltrato hacia él. «Nunca aportó ni parte de lesiones o agresión», dice. No prosperó. Ella dice que el maltrato de él hacia ella y las niñas siempre fue psicológico y teme por las posibles represalias. Pero quiere denunciarlo, a cara descubierta y voz alzada, por el «bien» de sus hijos y en la esperanza de que instancias judiciales superiores revisen cada documento, cad a informe médico, cada vídeo. «Que no lean en diagonal», implora.
« A mi hija mayor le hizo la vida imposible. En su ecuación familiar no entraba . Parece que todo responde a un criterio de propiedad y ella no era suya. La agarraba del brazo, encerraba en estancias a oscuras, la sacaba al pasillo, era autoritario; acredité, incluso, con un informe pericial que conducía temerariamente con ella dentro del coche. «Ella me dijo con solo 4 añitos que “ese hombre era malo”». Y hoy lamenta que una niña de 7 le diga: «Te lo dije, era malo». A su propia madre, que hoy llora porque no quiere ser la causante de los traumas de sus hijas». Por una mala decisión, sopesa.
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