El incendio de Tarragona une a soldados y bomberos, lejos del fuego político
Pese al intento del Govern de politizar la lucha contra las llamas, la realidad es tozuda: el trabajo mano a mano de la UME y efectivos catalanes funciona
Ni con Cataluña en riesgo de sufrir uno de sus incendios más virulentos contuvo el consejero de Interior de la Generalitat su incontinencia verbal separatista. Aunque ayer trató de enmendar su salida de tono, el jueves, Miquel Buch , máximo responsable político de los Mossos y de los Bomberos de la Generalitat, dijo sobre la colaboración del Ejército para combatir las llamas: «Cuando un país tiene un fuego y se expande, nos ayudamos mutuamente con los vecinos. Si estuviéramos en el Ampurdán (Gerona) lo haría Francia, pero ahora estamos al lado del Estado español». Pese al intento de politizar la tragedia, la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME) con los Bomberos , trabajando «codo con codo» sobre el terreno, está siendo «impecable», reconocen ambos cuerpos. Y es que frente a las llamas y con los termómetros cerca de los 40 grados, quedan lejos los conatos de politización de lo que pudo ser una tragedia, y que por fortuna no se consumó.
La Generalitat, como cualquier comunidad que se ve en apuros, reclamó al Gobierno medios extraordinarios para frenar un fuego que el miércoles se descontrolaba. Y así fue como se pusieron en marcha hacia Cataluña las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) ; los aviones «apagafuegos» y efectivos de las UME.
En cuanto a estos últimos, los cien primeros soldados de la UME llegaron a Cataluña la tarde del mismo miércoles –procedentes del batallón de Zaragoza– y otros tantos de Valencia se sumaron al día siguiente por mañana. Ayer había ya había un total de 275 efectivos –cifra similar a los efectivos desplazados por los Bomberos de la Generalitat–, con dos helicópteros y 85 vehículos, entre los que destacan 12 camiones «autobombas»; dos «nodrizas» –que permiten tanto suministra agua directamente como nutrir a otros camiones– y dos máquinas «empujadoras», según detallaba a ABC el comandante Luis Martínez, uno de los máximos responsables del operativo de la UME sobre el terreno.
Como es habitual, la UME se puso a disposición del jefe del operativo para el incendio, en este caso un alto cargo de los Bomberos de la Generalitat. Es este mando es el que asigna a la UME, pero respetando siempre sus «modus operandi» habitual y sus protocolos, según señalan fuentes conocedoras del dispositivo, que ponen un ejemplo para entender el respeto que se intenta mantener a la «personalidad» de cada cuerpo: los camiones «autobombas» de la UME, a diferencia de los de los Bomberos, siempre se desplazan de tres en tres, y aspectos como estos se respetan a la hora de asignar tareas. Este caso no es una excepción.
En el incendio que azota la comarca tarraconense de la Ribera de Ebro, que ha calcinado hasta el momento unas 6.500 hectáreas, los medios aéreos han sido los que han llevado el peso de la extinción, según señalan a ABC fuentes del operativo. La difícil orografía de la zona dificulta el trabajo de las «autobombas», que además dejan de ser eficaces con llamas por encima de los tres metros. Incluso los aviones, en estas circunstancias, pueden perder eficiencia. «Buena parte del agua acaba evaporándose antes de alcanzar el suelo», explican mandos del operativo. Pese a ello, las «autobombas» tienen su papel, y están sirviendo para atacar el fuego de manera directa. También se le hace frente indirectamente: construyendo parapetos; usando la pala desbrozadora, e incluso prendiendo fuego para atraer la llama a una zona más controlable .
El trabajo, codo con codo, de la UME con el Grupo de Actuación Forestal (GRAF) de los Bomberos de la Generalitat está dando resultados satisfactorios. «Sin caer en la euforia, somos optimistas», explicaban a este diario responsables del operativo militar, satisfechos tanto con la dirección de los Bomberos como con el resultado del plan de choque de las primeras 48 horas del incendio , donde pusieron «toda la carne en el asador» para afrontar con garantías el día de ayer, meteorológicamente el de mayor riesgo.
Lo hicieron soldados y bomberos juntos, con la colaboración, entre otros, de los Agentes Rurales, los Servicios de Emergencias Médicas (SEM) y la Cruz Roja. Profesionales que, en su mayoría, están hartos de que los usen políticamente. Y es que el fuego lo apagan las mangueras y no las banderas.
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