«Siempre soñé con ser médico de familia, a mí me compensa»

Ana Mateos no se plantea abandonar la Primaria, prefiere resistir en la trinchera

Ana es una de los médicos de Familia que han optado por resistir

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Cuando era solo una niña, Ana Mateos tenía un sueño: ser médico de familia. Su sueño se hizo realidad y sigue instalada en él pese a que ejercer esa especialidad se ha convertido para muchos en una auténtica pesadilla. La falta de recursos, que empezó a agudizarse a partir de los recortes presupuestarios de 2011 , ya había hecho mella en la Atención Primaria disparando las ratios de pacientes y comprometiendo la respuesta asistencial.

El impacto de una pandemia mundial sin precedentes solo ha hecho que cargar más peso en los maltrechos hombros de una especialidad considerada durante años como la ‘Cenicienta’ de la sanidad. Todos estos condicionantes no han sido motivo suficiente para que esta licenciada en Medicina Familiar y Comunitaria andaluza de 42 años pierda su visión romántica de la profesión.

Que sepan que pueden contar contigo

Ana empezó en el año 2007 su residencia en el centro el Centro de Salud Nuestra Señora de las Nieves en la localidad de Los Palacios y Villafranca (Sevilla). Tras unos años trabajando en urgencias extrahospitalarias, consiguió una plaza y decidió regresar a su cuna laboral, el centro de salud de la localidad en la que dio sus primeros pasos profesionales. Con ratios de 40 pacientes al día y solo siete minutos de media para cada uno de ellos, esta doctora de familia vocacional asegura que pese a lo adverso de la coyuntura sigue ilusionada ejerciendo su profesión. «Es cuestión de organizarse bien e intentar hacer más eficiente tu trabajo. Reparto el poco tiempo del que dispongo en función del paciente y la importancia de su cuadro», explica. Ana Mateos reconoce que « son tiempos complicados para ejercer la medicina de familia en nuestro país» pero asegura que se conforma «con que un solo paciente se sienta reconfortado con mi trabajo».

«Lo más importante de un médico de familia es la relación que establece con sus pacientes. Poderles hacer un seguimiento longitudinal. Que sepan que pueden contar contigo. Me merece la pena seguir luchando por los pacientes que confían en mí», dice la facultativa en declaraciones a ABC. Su visión romántica de la profesión sigue intacta . «Los médicos a veces curamos y otras veces aliviamos. Poder prestar este servicio es para mí un privilegio», afirma.

«Pediría más tiempo»

Sin embargo, si pudiera pedirle una sola cosa al sistema dice que sería «tiempo para poder mejorar la atención a los pacientes» y eso pasa, según reconoce, por dotar de más recursos humanos al sistema.

«Se están jubilando médicos, no hay garantizado el relevo generacional y eso impacta de forma desfavorable en nuestra profesión», denuncia. Es consciente de los déficits del sistema y de que tienen difícil solución , pero prefiere centrarse en la parte positiva de su trabajo y en el hecho de que aquel sueño que tuvo de niña sigue siendo para ella su mejor realidad. A mí me compensa», concluye la facultativa.

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