Sanidad cambia por octava vez el recuento de muertos y se disparan las víctimas

El Gobierno suma de golpe 1.623 fallecidos, cuyos decesos no se pudieron confirmar a través de una PCR

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El operario de una funeraria traslada los cadáveres de personas fallecidas por Covid de la morgue del Hospital Severo Ochoa de Leganés (en Madrid) Reuters

Érika Montañés y María Lozano

Muertos por Covid-19 en España: 38.118. El día anterior, eran 36.495. De nuevo, 1.623 cadáveres que han aparecido de debajo de las alfombras para sorpresa de la ciudadanía. Y, de nuevo, la explicación «oficial» del Gobierno, a través de una convocatoria en cerrado el día anterior en Moncloa, viene con «paños calientes»: Europa pide este cambio de método estadístico. Van ocho cambios y ocho recuentos distintos, con el de ayer.

Hasta el pasado 27 de abril y respecto al inicio de la pandemia, el Ministerio de Sanidad cambió las tablas estadísticas siete veces . Alguna vez afirmó que se debía a que había reajustado un criterio, otra vez dio la vuelta a las cifras y en una ocasión, según confirmó el mismo departamento del Ejecutivo, se debió a «un sencillo ajuste» en los datos facilitados por las autonomías, aunque ello supusiera «restar de golpe» al balance 2.000 muertos. La indignación que cundió, sobre todo entre los familiares de los fallecidos, es total. Tienen razones, asevera el especialista en Estadística Miguel Córdoba, porque en primavera se produjo «una auténtica intoxicación informativa» alimentada por el Gobierno.

Adecuarse al estándar

El cómputo global en la lista de fallecidos nunca ha ido parejo respecto a los sistemas estandarizados , tales como el Instituto de Salud Carlos III y su sistema de monitorización de la mortalidad (MoMo), y la evolución interanual de fallecidos que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE), cuyo «exceso de mortalidad» se eleva en noviembre entre los 60.000 y los 66.000 fallecidos adicionales en este 2020 trágico.

Ayer y previa comunicación de Moncloa, la tabla de fallecidos escaló de los 36.495 del día 3 de noviembre a los 38.118 desde el pasado mes de marzo; y el balance de contagiados añadió 25.042 nuevos casos de Covid, con lo que la cifra total de positivos se eleva a 1.284.408, también desde el inicio de la pandemia. El gran aumento de casos se debe a que en el nuevo recuento incluye -además de los confirmados por pruebas PCR y antígenos- a aquellas personas fallecidas que cumplían con un criterio clínico con alta probabilidad de ser Covid durante las semanas más duras de la pandemia en España en las que se carecía de test y el Sistema Nacional de Salud estaba totalmente saturado.

La alteración de los criterios también trae consigo una modificación de las cifras de pacientes hospitalizados . Ayer el número de pacientes que han requerido estancia en los hospitales e ingresos en UCI durante toda la pandemia descendió. En concreto, Sanidad contabiliza que 13.549 personas menos han precisado hospitalización y que hay 2.070 pacientes menos que han necesitado cuidados intensivos.

Se trata de cambios que, por boca de los responsables, se deben al ajuste unánime que ha pedido el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud a todos los países para, por un lado, homogeneizar criterios y adecuarse a los estándares europeos; y segundo, para poder comparar laepidemia por países.

Pero esto, según los estadísticos consultados por ABC, no se producirá. El «semáforo» por colores no es evaluable ni comparable por parte de países como el nuestro porque los criterios han sido muy dispares entre países hasta el momento, así como el sistema de rastreo de los contagiados. Un ejemplo que pone el profesor italiano Stefano Cabras: en países como el suyo, a partir de 10.000 contagios el Gobierno de Conte dijo que era «imposible» el seguimiento de casos. Cabras, profesor titular de Estadística de la Universidad Carlos III de Madrid, enfatiza que uno de los grandes fallos del conteo en España -que no se va a subsanar con el cambio actual- es reflejar quién se ha hecho la PCR, dónde y por qué, debido a que «la monitorización de los asintomáticos» es clave para evaluar la tendencia en esta segunda ola. Para él y para el profesor Miguel Córdoba, titular de Estadística en la Universidad CEU-San Pablo, un octavo cambio impedirá comparar la incidencia entre la primera ola y la segunda y abundará en la confusión. «Se podría haber evitado», asevera Córdoba.

«El caos en los datos no es un problema de estadística. Es aritmética sencilla, saber contar: 1,2, 3, 4...». «Con los siete cambios de la primavera -inquiere el profesor- cuando se daban estadísticas de evolución, resultaba que en las primeras semanas se daban porcentajes de un día sobre otro, es decir, se cambiaba la base día a día, lo cual hacía que los porcentajes de incidencia fueran cualquier cosa menos homogéneos», y le completa su colega: «Volvemos a trabajar a ciegas». «No es lógico ni razonable . Obedece a criterios políticos. En este Gobierno hay más ideólogos que técnicos para la gestión de la pandemia», sentencia.

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