Análisis

Cómo comunicar desgracias versión 8.0

«Si se lo pide Europa, entonces sí, sacan la información del cajón y a regañadientes la publican»

REUTERS

Miguel Córdoba*

Durante el periodo de marzo a mayo, sufrimos una auténtica intoxicación informativa en lo que respecta al número de contagiados y fallecidos por el Covid-19. El Gobierno cambió hasta siete veces los criterios de «conteo», aunque lo único que tenían que hacer eran contar; si, eso: 1, 2, 3, 4,..., y siempre aparecían datos que no cuadraban entre el Estado y las Comunidades Autónomas, y cuando se daban estadísticas de evolución, resultaba que en las primeras semanas se daban porcentajes de un día sobre otro, es decir, cambiando la base día a día, lo cual hacía que los porcentajes de incidencia fueran cualquier cosa menos homogéneos. Un mes después se dieron cuenta y dejaron de decirnos que, si un día habían muerto 100 personas, y hasta entonces habían fallecido 200; y al día siguiente volvían a fallecer 100 personas, no se había conseguido bajar en 17 puntos el porcentaje de muertos de 100 sobre 200 (+50%) a 100 sobre 300 (+33%). Los muertos sencillamente eran los mismos.

Pues bien, ayer anunció el doctor Simón que, para adecuarse a los estándares europeos, va a haber una octava modificación de las estadísticas, y que «no nos asustemos» si suben los fallecidos de un día para otro. Bueno, por lo menos ya cuadrarían un poco más las cifras con la evolución interanual de fallecidos que publica el INE. Pero lo más importante es: si tenían las cifras, ¿por qué no nos las decían? Si se lo pide Europa, entonces sí, sacan la información del cajón y a regañadientes la publican .

Comunicar desgracias no es fácil, máxime cuando lo que se pretende es evitar que los ciudadanos se enemisten con el Gobierno. Pero, en una situación como esta, a lo mejor los ciudadanos preferiríamos que se nos dijese realmente qué es lo que pasa, en vez de jugar con ratios y números, y elegir el porcentaje o las cifras que más nos conviene. España ha madurado, y sus ciudadanos también ; nos hemos ganado el derecho a que se nos tilde de europeos fuera de nuestras fronteras; ya sólo falta que se nos aplique el mismo apelativo dentro de ellas.

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*Miguel Córdoba es profesor titular de Estadística. Universidad CEU-San Pablo.

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