Periodistas al filo de la navaja por defender la verdad de la crisis sanitaria
Muchos reporteros se han visto directamente afectados por cubrir el desarrollo de la pandemia en su país, sufriendo amenazas y agresiones
Amenazas, golpes y condenas son el precio que pagan los periodistas por defender el derecho a la información y mostrar la realidad de la pandemia. Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha homenajeado a estos profesionales, que han cubierto la crisis en países donde la libertad ... de expresión ha sido presionada y coartada por los gobernantes, con la elaboración de una lista, que no es exhaustiva, con el nombre de «30 Héroes de la información» del coronavirus: en ella, aparecen periodistas, denunciantes y medios de comunicación que difundieron información veraz y contrastada durante este periodo, ofreciendo datos a los ciudadanos a pesar de la censura instaurada.
Aunque proceden de los cinco continentes , un 30% hacen su trabajo en Asia -donde se inició la pandemia-. Seis de los 30 son de Europa y Asia Central. El resto, de África, América y Oriente Medio. Christophe Deloire, secretario general de RSF, ha explicado que «al informar sobre la realidad de la pandemia, algunas personas han corrido riesgos tan grandes que han acabado muertos , mientras que otros han desaparecido o han sido encarcelados». El punto común que une a todos ellos es la revelación de información comprometedora sobre el Covid-19, destacando la gravedad de la pandemia o incluso denunciando la mala gestión de los gobiernos.
Varios periodistas veteranos sufrieron esta censura: en Venezuela, el comunicador independiente Darvinson Rojas estuvo 12 días en prisión a causa de una publicación en Twitter donde cuestionaba las cifras oficiales de la pandemia. Otro ejemplo es el de Vijay Vineet, un reportero indio que podría pasar seis meses en la cárcel por sacar a la luz que, a causa de las restricciones, varios niños se vieron obligados a comer forraje para ganado. Chris Buckley , reportero desde Pekín para ‘The New York Times’, tuvo que abandonar China después de cubrir durante 76 días la etapa más dura de la crisis en Wuhan . Finalmente le denegaron la renovación de su visado, por primera vez en 24 años.
En la lista se destacan los nombres de Mahmood al-Jezeeri , que fue confinado por contradecir al gobierno durante su cobertura en Bahréin, Oriente Próximo. El periodista bielorruso Serguei Satsouk , especializado en salud, podría enfrentarse a 10 años de cárcel por cuestionar los datos oficiales. El presentador iraní Mahmud Shariari publicó un vídeo en el que «sugería» que las autoridades «escondían» información sobre la propagación del virus. Fue detenido el 14 de abril de 2020 por haber difundido «información falsa».
Bajo amenazas
Carmen Escobar Castillo –periodista del digital salvadoreño ‘Gato encerrado’– investiga y verifica informaciones, incidiendo en las promesas del presidente Nayib Bukele . Carmen explica que los políticos amenazan directamente a los periodistas. « La prensa nunca ha sido muy amiga del poder , es como debería funcionar, pero hay límites. Y a partir de la llegada de Bukele, nos hemos visto cada vez más coaccionados». Declara que están acostumbrados a ir a una «conferencia de prensa y que te insulten o a que un policía te golpeé en la cara , como ocurrió hace unos días con un reportero de ‘El diario de hoy’».

Castillo denuncia que «en teoría, la pandemia, atendiendo a los números, se ha manejado mejor que en otros países. Pero eso es lo que las cifras dicen, nosotros no tenemos constancia de que los números sean reales. Aquí no se están haciendo pruebas masivas». La prensa ha querido denunciar esta situación, pero se han encontrado «con un presidente que busca silenciarnos». Asimismo, la periodista explica que acceder a la ley pública de información no es una posibilidad: «Antes de la pandemia podías tener esta información, pero ya es imposible».
Además, esto se agrava porque no pueden acceder a informes adicionales: «Los funcionarios no nos responden, el presidente nos insulta. Cuando intentamos publicar, nos censuran, por ello es complicado cubrir la crisis», sentencia. Escobar denuncia otro gran problema en El Salvador: « El pueblo está embobado . Al final del día, quienes nos van a atacar van a ser los ciudadanos». La periodista también relata las represalias del gobierno: «Publiqué una información en la que verificaba que el ministro de Salud se había enriquecido con dinero durante la pandemia. Tras sacarlo a la luz, despidieron a mi madre, que trabajaba como empleada pública. Le hicieron una prueba de polígrafo y le preguntaron si tenía relación con algún periodista. Al día siguiente, ya no tenía trabajo ».
Venezuela y el temor ante las represalias
Jesús Barreto A. es un periodista venezolano de ‘El Pitazo’ –una página web de noticias independientes– donde trabaja como editor de la newsletter sobre el covid-19.
Barreto explica que el principal problema que tiene el periodismo en Venezuela es el miedo de las fuentes a las represalias por parte del régimen. Además, solo pueden acceder a los datos oficiales, los subidos al Sistema Patria -ente sin sede y virtual perteneciente al chavismo- pero Barreto defiende que las cifras son «algo político, no sanitario». Esta es la única posibilidad que tienen para conseguir información: «No hay una página web para contactar con las autoridades. Debemos creerlos, pero es difícil. El Gobierno nunca ha declarado que hayan muerto médicos durante la pandemia», explica incrédulo. Además, el reportero recalca que, a medida que avanzaba la crisis, el Ejecutivo publicaba los datos a horas más tardías «para quitarle interés y peso a la información».
Bolivia y la asfixia económica
Juan José Toro Montoya –del diario boliviano ‘El Potosí’– ha dedicado 35 años al periodismo de investigación.
«En este país, los medios independientes están en crisis por la asfixia económica del gobierno de Arce, que agravó todavía más la cobertura de la pandemia. Vivíamos de la publicidad institucional, pero con la llegada del MAS hemos perdido más del 70% de esos ingresos ». Aunque afirma que los periodistas no suelen ser censurados, los medios no tienen dinero para sobrevivir. «Nos tenemos que fiar de los datos oficiales porque mi periódico no puede permitirse comprar un equipo de protección contra el Covid-19 para entrar a los hospitales», finaliza.
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