El peligro de los eventos masivos en la propagación del coronavirus
La epidemia explotó en China, Corea del Sur, Japón, Singapur y Hong Kong tras actos multitudinarios como banquetes, misas y convenciones, que extendieron la enfermedad
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El coronavirus sigue extendiéndose imparable por el mundo mientras China empieza a cantar victoria sobre la epidemia, que asegura haber cercado en su epicentro de Wuhan . A tenor de las cifras oficiales, el número de nuevos casos diarios bajó el viernes del centenar por primera vez desde el estallido de la enfermedad. De los 99 casos detectados, 74 fueron en Wuhan y, de los otros 25, todos menos uno fueron de personas procedentes del extranjero: 20 de Irán, tres de Italia y uno, curiosamente, de España, lo que indica hasta qué punto puede estar ya circulando el virus en nuestro país.
Este cambio de tendencia lo ha logrado el régimen de Pekín gracias a su autoritarismo; es decir, con cuarentenas masivas , restricciones de movimientos y estrictos controles sobre la población. Unas medidas que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son las únicas que se han demostrado eficaces contra la epidemia, y que los países de Asia Oriental más castigados, como Corea del Sur y Japón, ya están copiando.
Para ello, las autoridades chinas no han dudado en parar la vida social solo en Hubei, la provincia donde se originó el coronavirus, sino en todo el país, cerrando lugares públicos y cancelando actos desde el inicio del brote. Si una epidemia se basa en la propagación a través de las personas, la forma más efectiva de combatirla es recluir a la población en casa e impedir eventos masivos por el peligro que entrañan de seguir extendiendo el coronavirus. Así lo demuestra la experiencia no solo de China, sino de otros países.
China: banquete popular en Wuhan
Tras la aparición de los primeros casos y la demora en actuar para no alterar el orden social, la epidemia explotó en Wuhan justo después de un gigantesco banquete con 40.000 familias celebrado el sábado 18 de enero para festejar el Año Nuevo Lunar. Ya circulaban ciertas informaciones sobre una nueva enfermedad en la ciudad y, entrevistadas en la televisión estatal, varias mujeres hacían bromas y decían que no tenían miedo porque confiaban en el Gobierno .
El banquete, con decenas de miles de platos elaborados en casa por las familias, tuvo lugar en un barrio de cuatro kilómetros cuadrados con 130.000 habitantes. Poco después, muchos empezaron a tener fiebre y las autoridades locales identificaron 57 bloques de apartamentos como «edificios de la fiebre». Cinco días más tarde, el jueves 23 de enero, se declaró la cuarentena en Wuhan y luego se extendió el cierre al resto de la provincia de Hubei, que tiene casi 60 millones de habitantes y ocupa algo menos de la superficie que España.
Si bien es cierto que la cuarentena desató el pánico entre los habitantes de Wuhan y la gente acudió en masa a los hospitales, totalmente desbordados, la epidemia explotó a finales de enero y en la primera mitad de febrero. Con la mayor cuarentena de la Historia , que no solo se aplicó a la provincia de Hubei sino a todo el país en mayor o menor medida, las autoridades evitaron que se propagara al resto de China, donde sigue habiendo restricciones de movimientos y controles estrictos de la población y la mayoría de la gente sigue en sus domicilios.
Corea del Sur: misas multitudinarias
A partir de una mujer de Wuhan, los primeros casos en Corea del Sur empiezan a detectarse a principios de febrero. Son un goteo que llega al medio centenar el 18 de febrero, cuando se le diagnostica el coronavirus a una mujer de 61 años de la secta cristiana Shincheonji, una supuesta «supercontagiadora» en el argot médico. Con miles de personas en sus misas, el virus se propagó por la ciudad de Daegu y la provincia de alrededor, al sudeste del país.
Desde entonces, se han registrado más de 7.000 infectados y 44 fallecidos en poco más de dos semanas, el 90 por ciento en Daegu (5.000) y en la provincia de Gyeongsang del Norte (1.133). Según datos oficiales difundidos por la agencia estatal de noticias Yonhap, el 63,5 por ciento de los contagiados pertenece a la secta cristiana Shincheonji. Algunos de sus miembros habían viajado en enero a Wuhan, donde este culto tiene un grupo de fieles, y ahora se investiga si trajeron el virus.
Con medidas drásticas como las de China, el Gobierno surcoreano está acotando la epidemia en esa zona , declarada «de atención especial», y la gente está encerrada en sus casas. A un ritmo de 10.000 y hasta 15.000 al día, se han hecho pruebas ya a más de 170.000 personas. Entre ellas, al 90 por ciento de los miembros de Shincheonji. De todos los análisis efectuados, 150.000 han salido negativos y casi 20.000 pacientes han sido puestos en cuarentena. Previendo un aumento de casos a medida que se hagan más pruebas, el Gobierno habilitará a principios de la próxima semana en Daegu un centro de aislamiento para 2.000 enfermos porque los hospitales ya están desbordados.
Para efectuar las pruebas del coronavirus, hay puestos de control en los aparcamientos abiertos de los hospitales a los que se puede acudir en coche si uno empieza a tener síntomas, como fiebre, tos seca y dificultad para respirar. Allí, unos técnicos protegidos con trajes especiales toman muestras de la saliva en la garganta y en diez minutos se sabe el resultado. De esta forma tan cómoda, las autoridades han conseguido despejar las emergencias de los hospitales y evitar contagios entre pacientes y al personal sanitario.
Junto a estas medidas de mitigación, el viceministro de Salud, Kim Gang-lip, ha insistido en la prevención apelando a los ciudadanos a aumentar la «distancia social y evitar los lugares abarrotados» . A su juicio, «la primera línea de defensa depende de la gente». Además de la incubadora del virus que fueron las misas de Shincheonji, cuyos líderes son investigados criminalmente, el viceministro Kim ha puesto otros ejemplos de contagios en grupo. En Busan, segunda ciudad del país, 31 de sus 90 infectados pertenecen a una iglesia cristiana que hizo un retiro de tres días, y otros nueve a Shincheonji. En las ciudades centrales de Cheonan y Asan, 55 de sus 81 enfermos proceden de una clase de zumba en la primera localidad, pero todavía no se sabe cómo llegó el virus hasta allí.
Japón: cuarentena «incubadora» del crucero
La cuarentena en el crucero Diamond Princess, donde había 3.700 personas, se convirtió en una incubadora del virus. Acabó con 705 contagiados, que se suman a los 300 detectados en el resto del país. Para combatir la epidemia, el Gobierno ha cancelado actos públicos, cerrado las escuelas y declarado el estado de alerta en Hokkaido, la isla más al norte del archipiélago y donde hay 77 casos relacionados con una feria de comercio. Pero, según una proyección del experto Hiroshi Nishiura, podrían ser diez veces más.
Hong Kong: «hot-pot» y templos
Hasta 19 miembros de una familia, dos de ellos de China continental, se juntaron durante las fiestas del Año Nuevo Lunar para un banquete de «hot-pot», un caldero de agua hirviendo donde cada comensal mete con sus palillos verdura, carne y pescado para cocerla en unos minutos. Once de ellos acabaron contagiados del coronavirus y, a su vez, infectaron a dos personas más. Desde entonces, los restaurantes de Hong Kong han retirado el «hot-pot» del menú.
Además, el templo budista de Fook Wai Ching She se ha convertido en otro foco de la epidemia en esta ciudad, ya que de aquí proceden al menos 27 de los 108 casos diagnosticados hasta ahora, que han dejado dos muertos.
Singapur: una convención
Al Hotel Grand Hyatt de Singapur, uno de los más lujosos de la ciudad-Estado asiática, le va a costar tiempo y esfuerzo retirar de la memoria colectiva el triste recuerdo de haber sido uno de los primeros focos de difusión internacional del coronavirus.
Una convención organizada por la empresa británica Servomex entre el 20 y el 22 de enero fue el origen de la propagación del COVID-19 en casi una decena de países. Al evento de esta multinacional de gas acudieron 109 delegados, 15 procedentes de Singapur y 94 del resto del mundo, incluyendo varias personas de la provincia china de Hubei, el epicentro de la infección. En ese momento, el conocimiento del coronavirus era todavía reciente y no se habían adoptado medidas de contención en Singapur, no se habían suspendido vuelos a China y el Gobierno tampoco había recomendado cancelar eventos multitudinarios.
El resultado, siete participantes fueron directamente infectados con el coronavirus , entre ellos un ciudadano de Malasia, dos de Corea del Sur y un británico. De regreso a su casa en Brighton, este pasó primero unos días de vacaciones en una estación de esquí en Francia y voló después a Suiza, contagiando a hasta once personas de cuatro países, entre ellos España. Dicho empleado de Servomex, completamente recuperado ya, se convirtió de la noche a la mañana en el foco de la prensa internacional y en el primer «supercontagiador» europeo.
La respuesta de las autoridades singapurenses fue inmediata: todos los grandes eventos quedaban suspendidos «sine die» y desaconsejaba cualquier reunión superior a las 30 personas. Una medida de serias repercusiones para uno de los principales centros financieros de Asia y con uno de los mercados de turismo de ferias y congresos más importantes de la región.
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