El Papa visita una cárcel de menores para compartir la Jornada Mundial de la Juventud con 167 internos
Se reunió fuera de programa con 450 peregrinos cubanos cerca de la nunciatura en Panamá
En su línea de «no dejar a nadie atrás» y de «salir en busca de la oveja perdida», el Papa Francisco ha visitado el viernes la cárcel juvenil de Las Garzas de Pacora para compartir la Jornada Mundial de la Juventud con 167 reclusos, 30 de los cuales han trabajado en construir los modernos confesonarios de madera que se están utilizando en la ciudad de Panamá.
Antes de salir hacia la cárcel, situada a 40 kilómetros de la capital, el Papa se trasladó al Colegio de las Esclavas, muy cercano a la Nunciatura, para reunirse con 450 jóvenes cubanos alojados allí durante la JMJ. Aparte de que eran sus «vecinos», deseaba transmitir un ánimo especial a los chicos y chicas de Cuba.
En otro cambio de programa, Francisco pidió utilizar el «papamóvil» descubierto para que pudiesen verle durante los últimos kilómetros las gentes de la barriada de Pacora, donde buena parte de las casas son poco más que chabolas con tejados de chapa ondulada. Quizá por eso no pudo resistirse y ordenó parar la comitiva para bajarse a saludar a algunos vecinos que se habían acercado a la carretera con niños pequeños.
A su llegada a la cárcel de Las Garzas -modelo en Panamá por sus programas de estudios y formación profesional-, Francisco ha recibido el saludo de la directora, Enma Alba Tejada, artífice del «milagro», y de un interno mayor de edad en representación de todos los demás. Como el resto son menores de edad, ni la televisión ni los fotógrafos revelaron los rostros ni los tatuajes de ninguno.
Luis de 21 añoso agradeció a Francisco «tomarse el tiempo de escuchar a un joven privado de libertad como yo. No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento»
Luis, de 21 años, ha revelado que «cuando me detuvieron, en 2016, creí que todo había acabado», pero una noche se dio cuenta de que debía ponerse en pie. Empezó a estudiar, terminó la secundaria, «y ahora espero un futuro como Chef internaciona l y técnico en refrigeración especializada». Luis ha conmovido al Papa agradeciéndole «tomarse el tiempo de escuchar a un joven privado de libertad como yo. No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento».
A su vez, el Santo Padre ha denunciado la obsesión social por poner a los delincuentes «etiquetas que estigmatizan no solo el pasado sino también el presente y el futuro de las personas», levantando «un muro invisible» y creando «un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas».
Francisco ha añadido que «los ‘justos’ que condenan a los delincuentes, después se condenan entre ellos . ¡Qué dolor cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e indignarse que en crear oportunidades de transformación!».
El Papa ha recordado a los reclusos las críticas a Jesús -«Este recibe a los pecadores y comen con ellos»-, explicando que lo hacía de modo deliberado, aún a costa de recibir críticas, para tirar de publicanos y pecadores hacia arriba.
Dirigiéndose a los muchachos como «amigos» o como «hermanos», Francisco les ha asegurado que “la mirada de Dios nos dice ‘vos sos parte de mi familia y no puedo dejarte a la intemperie’. ¡Ustedes son parte de la familia! El señor no mira un rótulo o una condena, sino que mira hijos».
La visita del Santo Padre incluía una liturgia penitencial. Aparte de las oraciones comunes con los reclusos, el Papa se quedado después un buen rato impartiendo el sacramento de la confesión a cuatro chicos y una chica, precisamente en algunos de los confesonarios portátiles que ellos habían construido para el «Parque de la Reconciliación» instalado en la ciudad de Panamá para los peregrinos de la JMJ.
El programa del Papa incluye, al atardecer, el tradicional Vía Crucis del viernes en la Jornada Mundial de la Juventud , que reunirá de nuevo a cientos de miles de participantes en la Cinta Costera y los otros siete escenarios instalados en plazas por toda la ciudad.
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