El Papa propone diálogo para afrontar conflictos familiares y mundiales en su discurso 'Urbi et Orbi'
Menciona también a las mujeres maltratadas y a quienes están cuidando a los enfermos
Francisco no se asomaba al balcón central de la basílica de San Pedro desde hace exactamente dos años, cuando aún no había saltado a la prensa el Covid-19. Era el día de Navidad de 2019. Desde entonces, la pandemia le ha obligado a impartir la tradicional bendición 'Urbi et Orbi' desde el interior de la basílica y en ocasiones a solas.
Cuando esta mañana ha vuelto a atravesar la llamada «loggia de las bendiciones» y se ha asomado hacia la plaza abrazada por la columnata de Bernini, ha podido ver de nuevo bajo la lluvia a miles de peregrinos en el corazón del catolicismo, eso sí, más o menos distanciados y con mascarillas.
La tradición es que cada 25 de diciembre a mediodía, en su discurso de Navidad los Papas no se limiten a repasar las principales heridas del mundo actual, sino que propongan una vía de fondo para afrontar las dificultades.
En esa línea, Francisco ha subrayado que Dios se hizo hombre «para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo». Al venir al mundo, «mostró el camino del encuentro y del diálogo». «¡Qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades!, -aún más en este tiempo de pandemia», ha recordado el Papa.
Francisco ha alertado de que la «pandemia pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar», ha lamentado. Por eso, ha homenajeado y dado las gracias a quienes en este tiempo «demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles», ha añadido.
«Concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres», ha pedido en una tierna oración al Niño Jesús.
El Papa también ha pedido al Niño Dios que ayude «a las víctimas de la violencia femenina que se difunde en este tiempo de pandemia», «a los niños y a adolescentes víctimas de intimidación y de abusos», y «a los ancianos que se encuentran más solos». También, «serenidad y unidad para las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social».
Conflictos internacionales
«En el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar , el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero estos son los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos», ha proseguido el Papa.
El Papa ha repasado los conflictos y dramas olvidados de nuestro tiempo, pues, «corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas». «Pensemos en el pueblo sirio , que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia , olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día».
En una especie de mapa de las heridas del mundo, Francisco ha pedido recordar «las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes».
En su oración navideña, ha pedido al Niño Dios que consuele «al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país». «Ayuda al pueblo de Myanmar , donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes», ha añadido. «No permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso» y «asiste a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar».
Francisco también ha mencionado a los pueblos del Sáhel, donde azota «el terrorismo internacional», «los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica», y «los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur».
Sin mencionar explícitamente a ningún país de América, ha rezado para que allí prevalgan «la solidaridad , la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos».
«No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados», «haznos diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida». «Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz. ¡Feliz Navidad a todos!», ha concluido.
El Papa celebró anoche la misa del gallo en la basílica de San Pedro ante unas dos mil personas. Una tierna ceremonia en la que recordó que mostrándose como un Niño, Dios recuerda que «no busca fuerza y poder, sino que pide ternura y pequeñez interior». « Dios quiere manifestarse en las pequeñas cosas de nuestra vida, quiere habitar las realidades cotidianas , los gestos sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la escuela, en el trabajo.
Noticias relacionadas