Secuestros de padres a hijos

Olivia vuelve a sonreír en Mallorca tras ocho años alejada de su padre por un rapto parental

El balear Alberto Encinas ha podido recuperar a su hija, gracias a la colaboración decisiva de la Guardia Civil. Su pequeña vivía desde 2011 en Polonia con su madre

Alberto Encinas abraza a su familia tras recuperar a su hija Olivia EFE

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En diciembre de 2011, el mallorquín Alberto Encinas accedió a que su expareja, Katarzyna Hlond , se llevase a la hija de ambos a Polonia para que pasase allí la Navidad con la familia materna. La niña, Olivia , de 3 años, debería haber estado de vuelta el 31 de diciembre de aquel año, pero no regresó. La madre no sólo no cumplió lo acordado, sino que nunca devolvió a la menor. A partir de entonces, Alberto inició la búsqueda de su hija sin descanso, teniendo que hacer frente además a todo tipo de obstáculos puestos por las autoridades polacas.

Ahora, ocho años después, esta historia ha tenido un feliz desenlace. Con la inestimable y decisiva actuación de la Guardia Civil tanto en España como en Polonia, Alberto pudo finalmente recuperar a Olivia días atrás, tras viajar de nuevo al país eslavo con ese propósito. Padre e hija podrán así pasar juntos estas Navidades. Será en la finca familiar, ubicada en el municipio mallorquín de Pollença. «En principio no tenemos previsto hacer ningún viaje. Pasaremos estas fiestas aquí, en casa», señala Alberto.

En estos primeros días de reencuentro padre e hija se están comunicando en alemán —Alberto trabajó en Alemania años atrás—, si bien Olivia ya dice algunas palabras en castellano, como «hola» o «adiós». La menor, que ahora tiene 11 años, habla también el polaco y tiene nociones de inglés. «Una profesora particular le dará las clases en mallorquín, pues el castellano lo hablaremos en casa» , explica su padre, que cree que Olivia capta ya el castellano de una forma más o menos inconsciente.

Planes de futuro

El siguiente paso a nivel educativo, un poco más adelante, será matricular a Olivia en un centro escolar. «Es una decisión que tomaremos cuando esté ya preparada», puntualiza Alberto, quien recuerda que durante el largo periodo de tiempo en que su hija estuvo en Polonia no se relacionó de forma regular con otros niños. « Su vuelta al colegio dependerá ahora de sus avances en estas primeras semanas , de su "tempo" de adaptación», añade.

Un hecho que le gusta destacar es la personalidad positiva de su hija. «Sonríe casi siempre, ella es así», recalca dichoso. ¿Cómo es ahora una jornada normal en la casa familiar? «Olivia se levanta con los primeros rayos del sol y se pone a jugar con los perros y los gatos que tenemos, o se va al gallinero que hay en la finca, pues le encantan los animales», señala su padre.

Le preguntamos a Alberto si a lo largo de estos ocho años llegó a perder la esperanza en algún momento. «Es difícil perder la esperanza cuando lo que estás haciendo es buscar a tu hija», indica, para añadir: «En ese sentido, rendirse no era una opción, no la podía dejar de buscar nunca». Aun así, reconoce que en algunos momentos se llegó a sentir un poco descorazonado, al ver «las trabas» que ponían las autoridades polacas y «el poco interés» que tenían en encontrar a su hija y entregársela, a pesar de que varias sentencias judiciales avalaban la posición paterna.

Olivia disfruta de la playa mallorquina ABC

«Hemos tenido que luchar contra las instituciones de un país extranjero, en el que a veces incluso algunos policías se llegaban a reír en tu cara», lamenta. En ese contexto, Alberto tiene una vez más palabras de emocionada gratitud hacia la Guardia Civil. «He tenido mucha suerte, pues me encontré en la Benemérita con unos profesionales muy cualificados, de los que destacaría también su perfil humano y su abnegada labor, sin escatimar horas», enfatiza. El teniente Manuel Martínez Palomo y el cabo primero José Antonio Briceño trabajaron sobre el terreno, después de que la investigación de este caso les hubiera sido asignada por el teniente coronel Antonio Orantos.

Un final feliz

El reencuentro entre padre e hija se produjo, como se ha indicado, en Polonia, hace apenas unos días, después de que su madre fuera detenida en la ciudad de Katowice. Alberto explica ahora cómo fue dicho reencuentro. Él se encontraba en un edificio, dentro de una sala, hablando con una psicóloga, cuando de repente dejaron entrar a Olivia. «Me giré y estaba allí. Yo evitaba mirarla en exceso, para que no se sintiera cohibida ni se asustase. Me concentré en no dejar traslucir mis emociones», rememora. «Ella tuvo una reacción muy positiva y en pocos minutos me estaba acompañando ya para volver a casa», afirma a continuación.

Alberto había contado desde 2011 con el apoyo inquebrantable de su propia hermana, Elena , y de su propia madre, María, que son la tía y la abuela paterna de Olivia. «Los tres hemos tenido mucha energía a lo largo de todo el proceso, a pesar de que la búsqueda en Polonia ha sido muy difícil, con varios reveses muy duros y con momentos de mucha tristeza», se sincera. «Te caes al suelo, te golpeas, te duele, pero te levantas y sigues caminando», resume con serenidad.

Uno de los deseos de Alberto es que su hija crezca «lo más sólida y feliz posible», por lo que podrá mantener el contacto con su madre, Katarzyna, por vía telefónica. «Es cierto que su madre ha cometido un delito, pero creo que también tiene cosas positivas que aportar a Olivia», explica. «Mi expareja se ha equivocado y ha demostrado no estar preparada para ejercer la custodia de Olivia, pero pienso que debe haber un contacto entre madre e hija», prosigue.

A pesar de su felicidad actual, Alberto no olvida que hay padres que se encuentran hoy en una situación parecida a la suya hasta hace apenas dos semanas. En ese sentido, aconseja ponerse en contacto con la Asociación Niños Sin Derechos —NISDE ( www.nisde.org )— para quien necesite ayuda y aún no la haya tenido. Cabe recordar que, según fuentes del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), hay 2.731 denuncias por sustracción parental en sólo nueve años, lo que representa una media de un niño al día. «Me pone triste pensar que hay otros niños españoles víctimas de sustracciones parentales que aún no han podido volver a casa», concluye Alberto.

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