Obispo de Ávila y víctima de Covid-19: «Me duele ver a la clase política enzarzada cuando tenemos un enemigo común»
Después de un mes ingresado en el hospital, monseñor José María Gil Tamayo asegura que la enfermedad «marca físicamente y deja secuelas»
Después de pasar más de un mes en el hospital, el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, puede decir que ha superado el Covid-19, pero no alza las campanas al vuelo. «Los médicos me dicen que tenga paciencia porque esto va a costar, pero yo me noto cada día mejor, sobre todo cuando miro atrás y veo en la situación que he estado», asegura a ABC.
Durante este tiempo, el prelado ha perdido más de 10 kilos, aún se fatiga bastante y no ha recibido el alta médica. «Esta enfermedad te marca físicamente y te deja secuelas. Los médicos buscan tratamiento ante un virus cuyo comportamiento no tienen plenamente estudiado. Todo esto hace que tenga puesta la etiqueta de frágil», asegura este sacerdote, que no pierde el buen ánimo pese a que el Covid-19 le ha tenido en el último mes como en una «especie de montaña rusa».
Pocos días después de decretarse el estado de alarma el pasado 14 de marzo, el obispo comenzó a notar que respiraba peor y que tenía algunas décimas de fiebre. Al principio pensó que era una simple gripe, pero decidió acudir al hospital. «Cuando me dijeron que era Covid-19 no había tomado suficiente conciencia de lo que eso significaba». Su mayor preocupación durante su larga estancia en el hospital ha sido su madre. «Pensaba mucho en qué situación iba a quedar mi madre si me pasaba algo. Es una mujer anciana de 90 años con un hijo que murió hace poco más de un año».
Pese a la difícil situación familiar y los momentos en que llegó a pensar que podía morir, José María nunca perdió «la paz ni la confianza». Por eso está convencido de que esta crisis sanitaria que está causando «tanto sufrimiento y tantos muertos» debe servir para que la sociedad y la clase política comprendan que «es tiempo de vivir esa globalización de la solidaridad que propone el Papa Francisco porque de lo contrario nuestro mundo entrará en una situación muy difícil, en la que los pobres y los países más desfavorecidos van a sufrir más».
«Me da miedo»
Para el obispo de Ávila, las heridas que ha abierto esta pandemia obliga a todos los ciudadanos, pero sobre todo a los partidos políticos, a tener altura de miras. «Después de haber salido de esta situación me duele ver a la clase política enzarzada cuando tenemos un enemigo común . Vemos que tenemos ante nosotros un horizonte de crisis social y económica y estamos entretenidos en imposiciones ideológicas, en réditos electorales o partidistas», se lamenta.
El prelado también cree que la Iglesia tiene muchos retos por delante. «No podemos conformarnos con una Iglesia virtual. Por eso celebro la vuelta a la misa con las medidas necesarias», asegura el obispo Ávila , quien, sin embargo, no oculta su preocupación por la salud de los sacerdotes que en su mayoría son personas mayores, los más vulnerables frente al Covid-19. «Me da miedo, quizás por haber experimentado las consecuencias del coronavirus. Sé que se están cuidando pero yo sigo con miedo», afirma. Por eso recuerda a los sacerdotes y a todas las personas mayores que la dispensa del precepto de la misa dominical sigue en vigor, ya que es «una manera de decirles que el Señor quiere que se cuiden».
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