«No pasé por el quirófano por opositar. Dejas tu vida de lado» 

Hoy se examinan 118.625 personas, que optan a 8.201 plazas. ABC acompaña a dos aspirantes días antes

Andrea y Cristina se examinan hoy para obtener una plaza en la Administración General del Estado MAYA BALNYA

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Cristina tenía el pelo casi por la cintura y se lo cortó a la altura de las orejas para ahorrar tiempo en la ducha y poder estudiar. Evita maquillarse, así como cualquier alimento que le pueda quitar energía y le augure una larga digestión. Toma vitaminas, frutos secos, chocolate, mucho café y se tiene terminantemente prohibido el alcohol. Ha cancelado todas las actividades de ocio. Por si fuera poco, ha llegado a evitar una cirugía. « No pasé por el quirófano para opositar. Fue necesario para poder estudiar », confiesa. Su vida, asegura, «está en pausa» y la ha cambiado por otra nueva: la de opositora.

«Es un cambio radical, tienes que dejar muchas cosas de lado pero si estás convencido, hay que seguir». En esta nueva vida en la que dice llevar un «régimen militar», a esta joven madrileña de 37 años también le toca trabajar. Es la única actividad que le quita horas (ocho en total) para llenar de colores fluorescentes los apuntes y la que la obliga a no desvelar su identidad por miedo a que su empresa sepa que quiere marcharse al sector público.

Este ofertó en 2018 un total de 30.844 plazas , la mayor oferta de empleo público en una década, según datos del Ministerio de Política Territorial y Función Pública. Este año, se ha batido el récord con 33.793, casi un 10 por ciento más. Este aumento obedece a varios motivos: la recuperación económica se ha trasladado al empleo público, defiende el Gobierno que, además, se ha visto obligado a hacer frente al envejecimiento de las plantillas. De hecho, el personal de la Administración General del Estado (es decir, el que trabaja en los ministerios excluyendo Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado) tiene una edad media de 52 años , casi diez años más que la de la población activa del país (42,5).

«Las Administraciones Públicas arrastran aún un déficit de cerca de 100.000 empleos desde 2011. El Gobierno ha empezado a hacer cálculos para resolverlo y, además, se adelanta a la desaceleración económica que parece avecinarse así como al desafío de una administración envejecida», explica Francisco Camarillo , portavoz del sindicato CSIF. Concretamente, Cristina se examina hoy, junto con otras 10.427 personas , para conseguir una de las 681 plazas ofrecidas en el Cuerpo de Gestión de Administración Civil del Estado. En este cuerpo de nombre áspero, sus miembros realizan tareas de gestión, asesoramiento y estudio de políticas públicas.

La vida por 1.500 euros

Cristina no ha querido dedicarse desde pequeña a la gestión y ha tomado la decisión de opositar para contar con una seguridad que no tiene ahora. «En el sector privado no tienes posibilidad de ascender y tu puesto pende de un hilo ». Los aproximadamente 1.500 euros que cobrará al mes no la harán «rica», dice, pero no le importa, «la estabilidad para toda la vida no está pagada con dinero», asegura.

Las ansias de tranquilidad y de un buen horario la acompañan de hace tiempo, de hecho, estas no son sus primeras oposiciones. Preparó otras en 2016 que interrumpió un divorcio. «En ese momento me di cuenta de que cuando se oposita no se puede tener otra cosa en la cabeza que no sea estudiar», confiesa, y asegura que la oposición la ha ayudado a determinar lo que es importante en la vida y lo que no. «Absorbe tanto que cuando surge algún problema fuera de la oposición te preguntas si realmente es necesario dedicarle tiempo . Aprendí mucho de mí misma y de mis límites».

Tradición funcionarial

Cristina compite hoy con su compañera de biblioteca, Andrea León, onubense de 33 años. Con tres carreras (Economía, Periodismo y ADE) esta joven también oposita tras el desencanto en el sector privado. «Cuando veían mi currículum decían que estaba sobrecualificada y no me cogían. En otros casos, me pagaban poco por la falta de experiencia». Si bien sus padres han sido funcionarios y en su casa es una tradición, Andrea no se planteó pasar al sector público hasta que se vio mal en el privado. Vivir con sus padres le permite subsistir así como afrontar gastos necesarios para opositar como la clases en la academia. « No sé cómo qué haré para vivir si no apruebo », sentencia.

Al igual que Cristina, Andrea lleva preparando la oposición desde hace un año y medio. Tras haber dejado el trabajo a principios de este mes, al que le dedicaba seis horas por día y por el que cobraba 800 euros, todo su tiempo se lo dedica al estudio. Empieza a las ocho de la mañana, solo hace un recreo para comer y sale de la biblioteca a las diez de la noche. «Me levanto, me tomo un café y me marcho a estudiar... Ya me ducharé por la noche», dice soltando una carcajada.

Sin embargo, el sarcasmo esconde una realidad que por momentos lamenta: «Intentas que te afecte lo menos posible pero tienes que renunciar a muchas cosas, me he perdido bodas de gente muy querida, mi novio me dice que se siente huérfano ... La gente te apoya pero hay que estar dentro para comprenderlo al cien por cien».

Miedo a «perder neuronas»

Si Cristina lo define como una vida militar, para Andrea es «monacal». «Solo socializo con un tinto de verano. Da miedo la resaca, da miedo perder neuronas, da miedo hasta morir al día siguiente. El cerebro ya no rinde igual . No es lo mismo tener 20 que 30 años, ahora se necesita mucha recuperación y no hay tiempo que perder», afirma.

Sin embargo, hace cuatro meses que se apuntó al gimnasio y no precisamente por los diez kilos que dice haber ganado tras pasar tantas horas sentada. « Libero tensión pero me pongo los cascos y sigo con la lección ».

El tiempo es tan importante que para lo único que Cristina lo pierde es en la elección de la biblioteca: «Vivo en Alcorcón pero no me importa pasearme por toda la Comunidad de Madrid buscando la idónea: evito las masificadas, busco la mayor tranquilidad posible por lo que procuro que no haya niños, tengan buena iluminación y las sillas sean cómodas».

Cristina está esperanzada y cree que aprobará hoy el examen. «Me veo dentro porque yo lo valgo, estoy muy preparada». Andrea, va de un extremo al otro. «Son tres exámenes y puede que me quede en el primero. Sin embargo, si preparé la oposición todo este tiempo es para tener la plaza». Hoy, despejarán sus dudas.

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