Nada que celebrar en La Palma: «Somos tres en una habitación. No festejaré hasta que no pueda volver a mi casa»
No sienten euforia ni alegría: los palmeros solo piensan en la reconstrucción
En La Palma no fue ayer un día especial. Si bien los ojos miran a esta isla desde el pasado 19 de septiembre cuando estalló el volcán de Cumbre Vieja una tarde de domingo , el anunció de su fin transcurrió con normalidad, pese a que hace días se sabía que la Navidad coincidiría con la noticia del final de la erupción que ha tenido en vilo a los palmeros y a todo el planeta.
Por la mañana, nada parecía que hubiera cambiado. Hasta el volcán daba la sensación de que seguía activo. Así seguirá ocurriendo mientras el viento siga levantando las toneladas de ceniza que ‘escupió’ el que nadie quiere nombrar, ni mirar. Como tantos otros días, los palmeros ayer se levantaron a sacar la ceniza de los tejados, de las aceras y de sus casas . Y entrarán en zona de exclusión cuando la concentración de gases lo permitan y las autoridades ‘abren las barreras’ del área prohibida y cercada.
Tras el anuncio oficial del fin de la erupción , pasadas las 13 horas de ayer, no hubo en las isla algarabía, ni gritos, ni abrazos. Tampoco se reunió la gente en los bares, tampoco había mucha gente en el Palacio Salazar, donde han tenido lugar las ruedas de prensa diarias que evaluaban la evolución del volcán pese a que ayer estaba prácticamente todo el equipo presencial: vulcanólogos, dirección técnica, policías, guardias civiles, Unidad Militar de Emergencias...
Despertar de un mal sueño
En un bar de El Paso, Esteban, un palmero que perdió una hectárea de su principal fuente de ingresos, una platanera, dijo que estaba contento pero lo decía con una mueca: « He perdido mis ingresos, me quedé sin mi casa, estoy viviendo con mi pareja y su hijo en una habitación . No festejaré hasta que no pueda volver a mi casa», confesó.
A su lado, a su amigo Jorge se llenaban los ojos de lágrimas pensando en la gente que sufrió tanto como Esteban. «Estamos contentos pero con cautela, es como estar recién despertándose de un mal sueño. Ahora queda la reconstrucción, la gente lo pasó muy mal», comentaba apoyado en la pared de madera del bar mientras, pese a la tristeza, su compañero se levantaba y le pedía una foto al director del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico de Canarias.
Una sensación más pesimista tenía Daniel (nombre ficticio), trabajador de un hotel de Santa Cruz de La Palma. « Solo tengo palabras malas hacia este volcán, ha hecho mucho daño . Mi casa estaba a metros y quedó sepultada por la ceniza, lo perdí absolutamente todo», decía ayer. Daniel maldecía incluso el turismo que trajo el volcán. «¿Turismo de qué? ¿Venir a ver una desgracia? No lo entiendo. Además venía gente que ni siquiera tenía la delicadeza de no dejar ceniza allí por donde pasaba. Limpiaba en el hotel y al llegar a mi casa también tenía que limpiar la ceniza. Ha sido horrible».
Ganas de vivir
La Palma quiere levantar cabeza pero sabe que queda mucho por delante. Vicente, otro vecino con su casa sepultada, solo ponía la esperanza en recuperar su hogar. « Espero poder desenterrarla, hace un mes que no sé nada », contaba a ABC. En cualquier caso, su mirada era más positiva que la de sus vecinos: «Estamos esperanzados y, por supuesto, con muchas ganas de empezar a reconstruir, que la gente vuelva a sentir las ganas de vivir». Algo parecido decía un vecino suyo: «Que se acabe es ya de por sí una buena noticia, a ver si me dejan ir a casa lo antes posible», contaba confiado.
Los que sí disfrutaron ayer fueron los niños. El día también acompañó en la isla y muchos aprovecharon para pasear, disfrutar de los regalos de Papá Noel mientras los adultos agolpaban las terrazas tomando cañas y gin-tonics . Pero no se oía hablar del final de la erupción. «La gente no está para celebrar, es normal que estén quemados, va a ser difícil encontrar gente celebrando», decía otro vecino de la isla.
El propio consejero de Administraciones Públicas, Justicia y Emergencias del Gobierno de Canarias, Julio Pérez reconoció en la rueda de prensa que había buscado la palabra exacta para definir el fin y no era alegría. Tampoco «puedo decir que estemos contentos, y tampoco es satisfacción. Hoy sentimos alivio, emoción, aunque también debemos añadir la palabra esperanza ».
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