Muere en China un enfermo de coronavirus de 36 años tras ser dado de alta
Ante el aumento de pacientes recuperados que vuelven a recaer, los hospitales les hacen pruebas de anticuerpos y les obligan a dos semanas de cuarentena
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Li Liang , un hombre de 36 años, fue ingresado el 12 de febrero en uno de los hospitales construidos en la ciudad china de Wuhan para tratar a los pacientes con síntomas leves y moderados del coronavirus. Curado a las dos semanas, fue dado de alta con orden de permanecer otros 14 días en cuarentena en un hotel. Pero, a los dos días, empezó a sentirse mal de nuevo porque tenía la boca seca y gases en el estómago. El pasado lunes fue enviado de nuevo al hospital, donde murió esa misma tarde por insuficiencia respiratoria.
Su caso, publicado por The Paper y recogido por el periódico «South China Morning Post», demuestra que el coronavirus no solo mata a ancianos y enfermos, como se dice para quitarle importancia, sino incluso a pacientes que supuestamente habían superado la enfermedad, bautizada como Covid-19. Añadiendo aún más preocupación a la rápida propagación de la epidemia por todo el mundo, uno de los centros habilitados en Wuhan para atender a los pacientes ha alertado del aumento de enfermos recuperados que han vuelto a ser readmitidos tras recaer de nuevo. A tenor de The Paper, dicho centro, el Hospital de Fangcang, empezará desde este jueves a hacer pruebas de anticuerpos a los pacientes dados de alta para asegurarse de que están totalmente recuperados.
Aunque The Paper retiró después la noticia, el South China Morning Post la mantiene publicando el certificado de defunción de Li Liang .
Tras la detección de casos en China y Japón, a los expertos les inquieta esta proliferación de enfermos curados que siguen mostrando el coronavirus en chequeos posteriores. A tenor de un estudio en la provincia de Cantón (Guangdong), al sur de China y fronteriza con Hong Kong, hasta un 14 por ciento de los pacientes dados de alta volvieron a dar positivo en las pruebas del coronavirus durante su periodo de recuperación. Aunque su carga viral es pequeña y las autoridades no saben todavía si pueden seguir contagiando la enfermedad, les prescriben otras dos semanas de cuarentena para seguir su evolución. Ahora, la muerte de Li Liang abre nuevos interrogantes sobre un coronavirus del que aún se sabe muy poco y, lo que es peor, podría mutar para sobrevivir a las medidas de contención y mitigación que se están poniendo en marcha contra él en todo el planeta.
Especialmente en China, donde empezó la epidemia en diciembre y explotó en enero. En este país empiezan a verse los resultados tras un mes y medio de cuarentenas draconianas , restricciones de movimientos y estrictos controles, las únicas medidas que se han demostrado eficaces para combatir la enfermedad según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En su recuento del día anterior, la Comisión Nacional de Salud ha anunciado este jueves 139 casos nuevos, veinte más de los que hubo el martes. De ellos, 134 fueron en la provincia de Hubei, con 131 en su capital, Wuhan, epicentro de la epidemia. Con solo cinco casos detectados en el resto de China, las cifras oficiales – que siempre hay que tomar con cautela en este país – indican un enorme éxito en la «guerra total» contra el coronavirus. Aun así, se contabilizaron 31 fallecidos el miércoles, lo que significa que la lucha todavía no ha terminado.
Mientras China intenta recuperar la normalidad fuera del epicentro de Hubei, todavía en cuarentena, Corea del Sur se bate a fondo contra la epidemia. Con casi 6.000 contagiados y 35 muertos, es el segundo mayor foco después de China, que está concentrado al sudeste del país y con más de la mitad de los casos ligados a las misas multitudinarias de la secta cristiana Shincheonji. En alerta roja y trabajando 24 horas al día, las autoridades han decretado este jueves una tercera « zona de atención especial », la ciudad de Gyeongsan, adyacente a las otras dos que ya habían recibido esta consideración: Taegu y Cheongdo. Concentrado en dichas localidades y en la provincia de Gyeongsang del Norte, el virus se está extendiendo a la del Sur, que ha pasado de nueve casos a 74, y a otras zonas del país. En Seúl, la capital con más de diez millones de habitantes, ya se ha superado el centenar de contagiados pese a los esfuerzos del Gobierno, que considera las dos próximas semanas cruciales para contener la enfermedad.
Además de llevar a cabo unas 10.000 pruebas diarias y tener a más de 35.000 personas en cuarentena, prepara un centro de aislamiento con 2.000 camas para aliviar los hospitales de las zonas más castigadas, ya desbordados. Junto a estas medidas de mitigación, Corea del Sur está incidiendo en la prevención con una campaña promoviendo la « distancia social » con el fin de evitar multitudes y reducir la vida pública solo a lo indispensable, permaneciendo en casa el resto del tiempo para detener la enfermedad. Las autoridades han cancelado eventos y, al igual que Japón y Hong Kong, han cerrado los centros educativos hasta abril confiando en poder vencer este mes al maldito coronavirus.
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