Los menores empiezan a perder calidad de vida a partir de quinto de primaria
El Estudio Pasos, presentado este lunes por la Fundación Gasol, también evidencia una brecha de género entre niños y adolescentes
En el Estudio Pasos , presentado este lunes por la Fundación Gasol, queda claro que los menores analizados de entre 8 y 16 años empiezan a perder calidad de vida a partir de los diez años , cuando se encuentran en quinto de primaria. Es a parir de esa edad y aún más con el paso del colegio al instituto, cuando se disparan factores negativos para la salud como el uso de pantallas, el incumplimiento de las horas de sueño o el nivel de adherencia a la dieta mediterránea. Además, el tiempo que dedican a la actividad física desciende considerablemente entre los alumnos de primaria y los de la ESO.
«Como médico y como madre, me preocupa especialmente este punto de inflexión. Esto quiere decir que lo estamos haciendo bien en edades más tempranas, pero a partir de los diez u once años, vemos que las curvas empeoran», señaló este lunes Marta Segú, directora de la Fundación Probitas, colaboradora principal en el estudio.
La actividad física es uno de los factores en los que más diferencia existe entre los alumnos de primaria y secundaria. En total la disminución promedio entre los menores de edad (tercero de primaria, de 8 a 9 años de edad) y los de mayor edad (cuarto de la ESO, de 15 a 16 años) es de 98,2 minutos diarios. Santi F. Gómez, investigador principal del estudio y responsable de Programas de la Fundación Gasol, sostiene en declaraciones a ABC que apostar más por la educación física en los colegios e institutos mejoraría la situación , porque esta asignatura «es clave». Además, el especialista ha asegurado que el descenso de la actividad física con la edad está vinculado con el tiempo que pasan los niños y adolescentes frente a las pantallas.
Los minutos que dedican los menores al uso de pantallas es mucho mayor entre los adolescentes de cuarto de la ESO que para los niños de tercero de primaria. Y se puede observar un ligero incremento con el paso de cada curso escolar. No obstante, es en quinto de primaria cuando hay un «punto crítico» en el que se cruzan las líneas de minutos al día dedicados a la práctica de actividad física y la de minutos dedicados al uso de pantallas entre semana.
Es a partir de esa etapa escolar cuando la diferencia entre ambos promedios aumenta progresivamente. En cuarto de la ESO los alumnos dedican solamente 45,6 minutos al día al deporte y, sin embargo, hacen uso de pantallas durante más de 200 minutos al día entre semana y durante más de 353 minutos al día el fin de semana.
Otra de las conclusiones del estudio es que las horas de sueño entre semana en niños y adolescentes disminuye con la edad. En cuarto de la ESO, el promedio de horas de sueño se encuentra por debajo de las 8 horas diarias, mientras que, en tercero de primaria la media es de 9,88 horas. Además, el porcentaje de incumplimiento de las recomendaciones de horas diarias de sueño es mayor entre los adolescentes (51,3%) que entre la población infantil (28,3%). En cambio, durante el fin de semana el incumplimiento es mayor entre los niños (52,2%) que entre los mayores (44,6%).
Aunque somos uno de los países defensores de la dieta mediterránea , entre los niños y adolescentes, el nivel promedio de adherencia a la misma es de 6,75 puntos (rango del -4 al 12). El nivel tiene su punto más alto en quinto de primaria y es a partir de ese curso cuando comienza a caer en cascada hasta llegar a la cifra más baja: una media de 6,05.
Una de las explicaciones que da F. Gómez a estos datos es que «la población adolescente está más expuesta a la publicidad que promocionan hábitos de alimentación no saludables y lo que deberíamos hacer es utilizar el marketing para promocionar lo que sí es saludable».
Todos los factores mencionados hasta ahora influyen en la calidad de vida de los más pequeños. Según el Estudio Pasos, más del 20% de los encuestados declaran sentirse preocupados , tristes o infelices. El porcentaje es mayor en la adolescencia (25,7%) que en la etapa infantil (15,1%) y también se observa desigualdad de género, ya que son más las chicas las que presentan un porcentaje más elevado. En concreto un 25% frente a un 16,6%.
Esta «brecha de género» que se observa en las conclusiones del Estudio Pasos no llega hasta la adolescencia. Excepto cuando hablamos del uso de pantallas, las niñas y adolescentes son las más perjudicadas porque tienen menor adherencia a la dieta mediterránea, duermen menos, hacen menos ejercicio y son más infelices que sus compañeros varones.
En este sentido «está claro que dentro de las políticas de promoción de la salud y de reducción de las desigualdades de género se tiene que incorporar a esa mirada de la salud para corregir e intentar prevenir esa desigualdad de género», explicó el investigador principal.
El Estudio Pasos analiza a los menores de entre 8 y 16 años porque consideraron que hacían falta evidencias más allá de los 9 años , que es la edad límite estudiada en el estudio Aladino de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan). Ahora pretenden realizar el estudio impulsado por la Fundación Gasol con una periodicidad de dos a tres años y aunar esfuerzos con la Aesan para cubrir un rango mayor.
Por último, en la presentación del informe, la Fundación Gasol pidió a las instituciones públicas, al sector privado, a la sociedad civil y al tercer sector que sitúe la prevención de la obesidad infantil en el centro de la agenda política y social. Solicitaron una mayor inversión en políticas de prevención de la obesidad infantil, activar intervenciones comunitarias multinivel y multicomponente, incorporar la promoción de la salud en las políticas de reducción de la pobreza infantil y asegurar una mirada sensible a las desigualdades sociales en las políticas de salud pública.
Además, reclaman un aumento de las horas y la calidad de la educación física , incorporar la promoción de las horas de sueño y la calidad del descanso en las intervenciones de prevención de la obesidad infantil, asegurar que los niños puedan alcanzar un nivel alto de adherencia a la dieta mediterránea, garantizar los derechos de la infancia, protegiendo su bienestar emocional y apostar por la investigación sobre la obesidad y la salud infantil. Demandan también reforzar la formación de los profesionales dedicados a la infancia e impulsar el plan nacional contra la obesidad infantil.
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