La maquinaria de injerencias rusa difunde bulos sobre el coronavirus también en español

Un informe del Departamento de Estado norteamericano identifica una campaña de desinformación para culpar a Washington del contagio

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Un médico atiende a un paciente de coronavirus en China Ep
David Alandete

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¿Y si el coronavirus en realidad emergió de un consulado estadounidense en la ciudad china de Wuhan, dentro del cual hay un laboratorio ilegal para hacer pruebas con armas biológicas?

De hecho, hay indicios de que en un registro de patentes público del gobierno norteamericano de 2015 consta la fórmula de ese virus.

No puede ser además coincidencia que el 19 de octubre una delegación de 300 soldados estadounidenses visitara Wuhan para participar en las Olimpiadas Militares, ya que dos semanas después se registró el primer caso en esa ciudad china.

Estas afirmaciones son todas falsas, una delirante serie de bulos que según las autoridades norteamericanas están propagando los medios de desinformación de Rusia en varios idiomas, incluido el español, para generar confusión, atacar a EE.UU. y evadir posibles responsabilidades en su propia gestión de esta gigantesca crisis sanitaria.

George Soros y Bill Gates

Estas mentiras repiten los esquemas tradicionales de la desinformación pagada por el Kremlin o sus aliados, incluidos quienes son objeto habitual de sus descalificaciones.

Según medios rusos que publican también en español, como Sputnik o NewsFront , para propagar el virus, EE.UU. se ha valido de adinerados empresarios como George Soros , que pagó por un laboratorio para el cual eligió la dirección Gaoxin 666 —el número de la Bestia en el Apocalipsis— o Bill Gates , que el año pasado, a sabiendas del advenimiento del virus, organizó unos misteriosos ejercicios en Microsoft bajo el nombre Evento 201, para preparar a los empleados ante la propagación de una enfermedad infecciosa que probablemente mataría a 65 millones de personas en 18 meses.

Todas esas afirmaciones son, de nuevo, falsas.

Según un detallado análisis del Departamento de Estado norteamericano, la gran maquinaria de injerencias rusa se ha apresurado a publicar informaciones falsas para luego amplificarlas en redes sociales y provocar dudas sobre el verdadero origen del virus conocido como SARS-CoV-2, cuyo origen está en Wuhan. Los casos diagnosticados ya superan los 82.000, con más de 2.800 fallecidos.

Histeria y racismo

En la nota « Coronavirus, la histeria utilizada como arma », publicada originalmente en inglés en Sputnik , un medio público ruso, y luego traducida al español por medios como NewsFront o el español El Espía Digital, un experto afirma que el virus provoca «una histeria armada que crea respuestas racistas en muchos centros occidentales. El racismo anti-chino doméstico puede ser explotado políticamente en EE.UU. para apoyar políticas agresivas contra China, incluidas las políticas proteccionistas».

El experto citado en la nota es Denis Rancourt, investigador de la Asociación de Libertades Civiles de Ontario que en realidad es un profesor de ciencias físicas conocido por una serie de agrias disputas con su empleador y por unos polémicos ensayos sobre «el mito del cambio climático».

En otra nota publicada por Sputnik , la periodista Karen Méndez Loffredo afirma: «Ni con guerra arancelaria, comercial ni tecnológica EEUU logró destruir al gigante asiático. Curiosamente fue un virus el que logró el mayor deseo de EEUU: aislar a China. Inevitable no recordar los años en los que EEUU inoculó enfermedades venéreas contra 696 guatemaltecos durante 1946 y 1948, o como cuando la CIA desplegó la Operación Mangosta contra Cuba para introducir diversos tipos de virus en sus zonas cañeras, sembradíos de tabaco y criaderos porcinos. Todo con el objetivo de afectar a la Revolución Cubana». Publicada el 4 de febrero, la nota fue ampliamente compartida en Twitter y Facebook.

Según un informe interno del Departamento de Estado, el 20 de enero cuentas en redes sociales comenzaron a compartir de forma coordinada informaciones falsas sobre el coronavirus en varios idiomas, en especial inglés, español, alemán y francés.

Muchas de esas cuentas, que no demuestran un comportamiento automatizado, suelen difundir contenido de los principales medios públicos rusos, RT y Sputnik y han participado en campañas anteriores de desinformación ligada al Kremlin.

Sembrar discordia

Según Philip Reeker, subsecretario de Estado norteamericano para Europa y Eurasia, «la intención de Rusia es sembrar discordia y socavar las instituciones y alianzas de EE.UU. desde dentro, incluso a través de campañas encubiertas y coercitivas». «Al difundir desinformación sobre el coronavirus, esos actores rusos vuelven a optar por atacar la seguridad pública para desviar la atención de la respuesta de salud global», añade.

La inteligencia norteamericana detectó por primera vez las campañas de desinformación digital del Kremlin y sus aliados en 2016, antes de las elecciones presidenciales que ganó Donald Trump. El fiscal especial Robert Mueller llegó a la conclusión el año pasado de que Rusia ayudó a Trump a ganar aquellos comicios, aunque este no solicitó esa ayuda ni participó de esas injerencias.

La desinformación no es algo nuevo. Ya en los años 80 la Unión Soviética puso en marcha una campaña para difundir el bulo de que el virus de inmunodeficiencia humana, que causa la enfermedad del sida, había sido creado en un laboratorio militar de EE.UU. en el estado de Maryland. El diario oficial del comunismo soviético, Pravda, llegó a publicar varias informaciones en las que sugirió que el virus del sida era una creación del Pentágono.

En un giro habitual en la desinformación rusa, cuando se publican en ruso con miras a la audiencia nacional, muchos de esos bulos acaban relacionados, de una forma u otra, con otros grandes escándalos en los que se ha visto envuelto el Kremlin, como el envenenamiento fallido del espía Sergei Skripal en Reino Unido.

Apenas hace dos semanas el Canal 1 de Rusia, público, emitió un vídeo en el que afirmaba que el coronavirus se creó en el mismo laboratorio británico del que salió el agente tóxico Novichok que se empleó contra el espía. Todas las investigaciones han demostrado que al menos dos agentes rusos envenenaron a Skripal y huyeron después a su país natal.

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