Sanidad
Luis Mayero, consejero de Asisa Lavinia: «La sanidad privada tiene un estigma entre los políticos»
El presidente saliente del IDIS cree que la sanida pública y la privada están condenadas a entenderse por el interés de los pacientes
Luis Mayero habla rápido, como si le fuera a faltar tiempo para contar todo lo que desea comunicar. Médico forense, lleva más de veinte años dedicado a la sanidad privada y al mundo del aseguramiento sanitario. Primero fue director médico de Asisa, una de las primeras compañías del sector y ahora es miembro del consejo rector de Asisa Lavinia. Pero también se ha volcado en la Fundación IDIS, el Instituto para el Desarrollo y la Integración de la Sanidad . Este organismo se creó hace nueve años para dar a conocer el trabajo de la sanidad privada. «Para mostrar que la atención privada es mucho más que partos y patologías menores», reivindica. Mayero ha formado parte de esta organización desde que era solo un embrión. Ahora tras dos años como presidente cede el puesto a Juan Abarca, presidente del grupo HM hospitales.
Cuando llegó a la presidencia del IDIS pidió respeto para la sanidad privada, ¿no lo tiene?
No siempre. Hay quien se refiere a ella como «los chiringuitos de la sanidad privada» cuando se hace docencia, investigación y cirugías de alta complejidad. Un tercio del gasto sanitario del país corresponde a la sanidad privada. También se nos caricaturiza a los empresarios y directivos como personas con chistera, puro y maletín, como si solo nos interesasen los beneficios cuando la finalidad de la sanidad, ya sea pública o privada, es la misma: curar a los pacientes .
El IDIS ofrece la colaboración público-privada para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario. Incluso han ofertado un plan para acabar con las listas de espera de la sanidad pública. ¿Cómo fue recibido?
Planteamos poner técnicamente a cero las listas de espera con un presupuesto de 1.500 millones de euros. La idea era que algunos de nuestros hospitales dejaran quirófanos para hacer tres cirugías diarias y en tres meses poder alcanzar nuestro objetivo para las especialidades con más demora: otorrino, traumatología y oftalmología. Esto no suponía un gran coste para la administración porque esa actividad privada extraordinaria revertiría en impuestos. Fue bien recibido; no se puso en marcha pero logramos que se volviera a hablar de listas de espera. No somos ingenuos, la sanidad privada tiene un estigma en la sociedad, sobre todo entre los políticos. No se dan cuenta de que este sector tiene once millones de clientes ; somos necesarios. La sanidad privada puede ayudar a la sostenibilidad de la pública. Hay comunidades autónomas que ya le dedican el 50 por ciento de su presupuesto y cada vez será más difícil dedicarle más. Los tratamientos son más costosos y la población es más longeva. El estado debe buscar fórmulas para llegar a todos los ciudadanos. Podemos presumir de tener grandes hospitales en España, pero si no son accesibles, esa sanidad no es del nivel que necesitamos.
¿Por qué está estigmatizada la sanidad privada?
Quizá por puro desconocimiento. Pero si les preguntas a las personas con póliza, la gran mayoría lo recomendaría a un amigo porque conocen cómo son nuestros cuadros médicos y nuestros hospitales. En la última década, la sanidad privada ha pegado un salto tecnológico. Ya no somos solo hostelería y partos. Tenemos cirugía robótica, el 50 por ciento de los ensayos clínicos se hacen en hospitales privados, contamos con el 40 por ciento de los PET-TAC...No hacemos trasplantes porque la ley no nos permite, no por su complejidad. Hay cirugías oncológicas mucho más complejas que un trasplante.
No son como la pública, pero la sanidad privada tampoco está libre de listas de espera. ¿Lo tienen medido?
Un ciudadano paga dos veces por su sanidad si considera que va a tener una situación de confort. Una consulta privada no debería retrasarse más de diez días y una urgencia debería atenderse en menos de 30 minutos sin causar nuevas situaciones de urgencia en las siguientes 72 horas. Si se dan circunstancias como las que usted dice, probablemente serán hechos puntuales, no están dentro de la normalidad.
¿Existe una sanidad privada de dos velocidades? ¿Se da más prioridad a un paciente privado que al poseedor de una póliza?
El 70 por ciento de la facturación de los hospitales es a través de aseguradoras y estos tienen muy claro quienes son sus clientes. El privado puro en este país es rara avis.
Un cirujano puede cobrar en el sector privado solo 100 euros por una apendicitis. Los médicos se quejan de cómo ajustan los precios las aseguradoras.
Es cierto que en este país no se paga como se debería a los profesionales sanitarios. Sin ellos no habría sanidad. En el sector somos conscientes, pero igual habría que plantearse el precio de la prima de los seguros.
Desde el IDIS han puesto en marcha un sello de calidad hospitalaria, pero los pacientes no saben qué cirujanos tiene mejores resultados y menos mortalidad. ¿Cuándo se podrán conocer los resultados por profesionales como se hace en Estados Unidos?
Sería muy interesante. Ya hemos dado el primer paso con los informes de gestión. Estoy convencido de que en los próximos años seremos capaces de convencer a nuestros grupos hospitalarios de dar datos desagregados de resultados para que el ciudadano tenga claro en qué áreas, en qué especialidades médicas tienen un mayor índice de éxito y una mayor capacidad por volumen de pacientes tratados. Esto sería importante no solo en la sanidad privada sino en la pública. Hay que perder el miedo a dar resultados.
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