Colegios de España

«La 'ley Celaá' usa de conejillo de indias al niño que sufre»

Entrevista a Susana Lominchar. Directora del colegio Celia y Pepe

La responsable del centro, sobre estas líneas
Salvador Sostres

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¿Qué es Celia y Pepe?

Un colegio privado, especializado en niños con dificultad de habla y comunicación de la Fundación Querer. Somos el único de esta especialización en la Comunidad de Madrid. No recibimos ninguna ayuda pública.

Es una enfermedad que no se detecta fácilmente.

Suele ser de diagnóstico tardío, cuando llega el retraso en la incorporación al lenguaje, o la motricidad no es fina, o hay casos de afasia.

¿Por qué la Comunidad no ayuda?

Porque no considera ayudar a centros privados. La Fundación Querer beca al 25% de los niños, para poder igualmente acogerles pese a los bajos recursos de sus familias. Las enfermedades neurológicas continúan estigmatizadas. Cuando el niño está bien, los padres tienen un abanico muy grande para elegir colegio. Cuando el niño tiene necesidades especiales, los padres no saben ni dónde dirigirse.

Celia y Pepe es un colegio especializado, y también específico.

Hay padres que nos dicen: «A ver si mi hijo puede entrar», pero el problema es si lo podemos acoger, si somos el centro adecuado para lo que su hijo necesita. Hay muchos tipos de enfermedades neurológicas que necesitan muchos tipos específicos de cuidados, y nosotros nos hemos centrado en las dificultades de lenguaje. Si pensamos que somos su centro, le abrimos las puertas aunque no pueda pagarlo. Si pensamos que no, les derivamos al que pensamos que les irá bien. Los padres lo agradecen, porque todo lo que recibieron antes fue: «No, aquí su hijo no puede estar».

Plan de vida.

Nuestros niños tienen la posibilidad de un futuro. No es un centro de parálisis cerebral. En los cuatro años que lleva abierto el colegio hemos visto dos vías: 10 niños pudieron volver a la escuela ordinaria, con sus apoyos y sus orientaciones, pero pudieron volver y esto es un hito. No todos pueden conseguirlo, pero pueden logran méritos igualmente importantísimos: llegan al centro con 12 y hasta 14 años sin leer y en un año ya leen.

¿Qué futuro les espera?

Continuar avanzando para entrar en cursos universitarios específicos para niños con dificultades especiales, casi todos pagados por fundaciones privadas. Público hay muy poco.

’Ley Celaá’.

No será una ayuda. Estos niños necesitan una educación muy concreta, como si te rompes un brazo: no vas al cardiólogo, sino al traumatólogo.

Rechazo.

En los colegios generalistas estos niños sufren rechazo. Que tengan necesidades especiales no significa que no se den cuenta. Muchos que llegan a Celia y Pepe, cuando les ponemos ante cualquier tarea, nos responden: «Yo es que no sé, porque soy tonto». Este niño ha sido abandonado, humillado en su anterior colegio.

No es lo mismo.

No es lo mismo una escuela de 7-8 niños por clase, todos atendidos según sus necesidades concretas, que tres niños con dificultades especiales en una aula de 30. Trabajamos con pocos niños para centrar las investigaciones tanto neurocientíficas como neuroeducativas, y de materiales, con el objetivo de escalarlo y poder llegar a miles de niños.

Trabajar a la sociedad.

Los niños con enfermedades neurológicas no sólo necesitan una educación dirigida sino aceptación social. Primero desestigmaticemos y normalicemos. La ‘ley Celaá’ usa de conejillos de indias a los niños más vulnerables y que más sufren.

Pilar e Isidro.

Celia y Pepe surge de la vivencia directa de una madre, Pilar García de la Granja, con un hijo con estas necesidades que se da cuenta de que no existe ningún colegio especializado en España. Ella estaba en Nueva York y allí su hijo acudía al Children’s Academy, y cuando vuelve a España convence al presidente de la Fundación ‘La Caixa’, Isidro Fainé, para que la acompañe a Nueva York a visitar el centro y poder construir uno parecido en España.

Isidro Fainé fue un niño pobre.

Y por eso entiende que todos los niños tienen derecho a aprender y con los mejores profesionales. El trabajo de la Fundación ‘La Caixa’ es en este sentido impresionante y se nota que su presidente sufrió lo que defiende. Pero pienso que esto tendría que ser un derecho de todos los niños y no sólo porque personas generosas, fundaciones y empresas nos respalden.

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