Italia comienza a asumir el cambio de vida por el coronavirus y Conte no descarta un bloqueo total

Lombardía y Véneto piden cerrar todo salvo las tiendas de alimentación y las farmacias

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Casi un día después de declarar toda Italia «zona protegida» por el coronavirus , el panorama en las ciudades del país es desolador, casi surrealista . Calles y lugares habitualmente llenos como la plaza del Duomo de Milán están desiertos y, al igual que viejas estampas de siglos pasados, el Coliseo de Roma aparece solitario y hasta la Fontana de Trevi ha quedado aislada. No es posible acercarse a la bañera de la célebre fuente. Los lugares de arte y cultura al abierto se han cerrado también para evitar acumulación de gente.

«Ha sido una medida sacrosanta», asegura el profesor Roberto Burioni, al valorar la decisión adoptada por el Gobierno italiano. Burioni, el más célebre virólogo de Italia, fue el primero en pedir medidas drásticas en Italia, lo que le valió muchísimas críticas. El profesor de microbiología y virología insiste que todos los italianos deben seguir con responsabilidad las recomendaciones de las autoridades sanitarias, porque «el virus es una amenaza que nos exige una respuesta responsable, con disponibilidad para hacer sacrificios; de lo contrario, será una catástrofe». Y no se cansa de repetir una regla fundamental: «Hay que cambiar nuestras costumbres y no se debe salir de casa salvo por necesidades indispensables y siempre con las debidas precauciones, como el mantener una distancia de seguridad de al menos un metro entre personas».

Sin tregua

Desde algunos medios, como el primer diario nacional, el «Corriere», se llama a la resistencia, «porque esta batalla no la podemos perder », evocando los tiempos de la posguerra, cuando Italia mostró ser un gran país que se sobrepuso a las dificultades. Hoy el enemigo a batir es el coronavirus, que no da tregua: los contagiados son este martes 10.149 (977 más, en relación con el lunes); de ese total se han curado 1.004 (280 en una jornada), y los fallecidos son 631 (168 en un día, el dato más alto desde el inicio de la epidemia). El 90% de los muertos superaba los 70 años y en general sufrían diversas patologías.

La drástica medida de «cerrar» toda Italia la consideró el Gobierno como inevitable , pues todavía existían amplios sectores de la población que pensaban que el Covid-19 era un problema ajeno. El propio primer ministro Conte destacó cómo la juventud seguía asistiendo a bares y lugares de recreo sin preocuparse de respetar las normas sanitarias de seguridad.

« La gente no ha entendido los riesgos que corre . No han comprendido que el virus circula. Demasiados jóvenes siguen en la movida. No está en juego su salud, sino la de sus padres, abuelos…», ha dicho en repetidas ocasiones el profesor Giovani Rezza, director del Departamento de enfermedades infecciosas del Instituto Superior de Sanidad, que a menudo aparece explicando el curso de la epidemia en las ruedas de prensa de Protección Civil.

Bloqueo general

No deja de ser sorprendente que quienes hasta hace poco, incluyendo presidentes de regiones, señalaban que no había que preocuparse porque el coronavirus era poco más que una gripe, hoy piden medidas más restrictivas incluso que la declaración de «zona protegida» para toda Italia. Attilio Fontana, el presidente de la región de Lombardía, con el mayor número de contagiados (5.791), y Luca Zaia, el presidente de Véneto (856) piden al Gobierno endurecer las ya drásticas medidas adoptadas, subrayando que «se debe cerrar todo durante dos semanas, con la excepción de tiendas de alimentos y farmacias ». Attilio Fontana plantea incluso que «se deben parar los transportes públicos». En la misma onda se ha expresado el presidente del Véneto: «Antes que seguir con una interminable agonía, creo que es mejor llegar a la clausura total, para bloquear definitivamente el contagio».

El primer ministro Conte les ha respondido que no excluye imponer reglas más restrictivas y llegar al «bloqueo general». Impresiona escuchar las palabras del presidente Véneto, porque jamás hubiera imaginado que Venecia, una ciudad inundada siempre de turistas, hoy es una ciudad fantasmal, con 400 hoteles echando el cierre hasta que vengan mejores tiempos.

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