La invasión de la almeja asiática se apodera del Ebro a un ritmo frenético

Técnicos de la Confederación Hidrográfica han hallado concentraciones de más de 200 ejemplares en medio metro cuadrado

Técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro toman muestras de almeja a su paso por Utebo EFE
Roberto Pérez

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Más de 200 ejemplares en tan solo medio metro cuadrado. Es la alarmante concentración de almeja asiática (Corbicula fluminea) que acaba de desvelar el primer muestreo realizado por técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) para medir la presencia de esta especie invasora. Habita en esta cuenca hidrológica desde, como mínimo, el año 2004 . Fue entonces, hace quince años, cuando se constató la presencia de la almeja asiática en el embalse de Mequinenza, un «punto caliente» del Ebro en cuanto a especies invasoras.

Este gran pantano, conocido popularmente como Mar de Aragón, es muy frecuentado por aficionados a la pesca y a deportes acuáticos. Y a más movimiento de embarcaciones y aparejos, más riesgo de introducir larvas de especies invasoras en una masa de agua. La propia Corbicula fluminea se cree que llegó al Ebro a través de cebos vivos , usados en la pesca deportiva o adherida a embarcaciones procedentes de Asia.

Desde hace años está restringido el movimiento de embarcaciones y aparejos en embalses de la cuenca del Ebro, precisamente para evitar la propagación de especies invasoras. Pero, pese a las precauciones aplicadas, la situación es cada vez más grave . El muestreo realizado por la CHE lo certifica. Esa inquietante concentración de más de 200 ejemplares en medio metro cuadrado se constató este viernes en Utebo, muy cerca de Zaragoza capital y a considerable distancia del embalse de Mequinenza, el mayor pantano de la cuenca del Ebro. Y es que hace años que esta especie invasora se propagó por este gran río.

Desde que fue avistada por primera vez, en 2004, la almeja asiática se ha extendido prácticamente por todo el Ebro , desde su cabecera hasta la desembocadura. A tal punto ha llegado la colonización, que erradicar esta especie invasora se da por imposible. Así lo dijo este viernes la técnico de la CHE Elena Pérez. Lo más a lo que se puede aspirar es a «ralentizar su expansión», que prolifere más lentamente y contener la colonización de cauces o embalses a los que aún no ha llegado. Para ello, el primer paso es conocer con precisión la dimensión del problema, medirlo, cuantificarlo. Es justo lo que se ha empezado a hacer ahora.

Prospecciones sistemáticas

La de este viernes es la primera prospección de una campaña de muestreos que se va a realizar hasta finales de agosto en una veintena de puntos de la cuenca del Ebro, desde Cantabria hasta Tortosa (Tarragona). Se van a revisar veinte estaciones , ocho de ellas en Aragón y el resto en la cabecera del río, en puntos de Castilla y León, País Vasco, La Rioja, Navarra y Cataluña.

Estos muestreos se repetirán en años sucesivos. Así se conocerá más y mejor cómo está evolucionando esta especie exótica en el Ebro, aunque ya se sabe que es un problema de envergadura. Y no solo medioambiental sino también económico.

Ejemplares de la almeja asiática

En las aguas del Ebro, la almeja asiática es una grave amenaza para la almeja autóctona , la Margaritífera auricularia, que fue abundante hasta el siglo XIX, pero que entró en un acelerado declive a principios del siglo XX. Hace décadas que su último refugio es el Ebro, y solo en limitadas porciones de este río, en el Canal Imperial de Aragón y en el Canal de Tauste. Está en acusado riesgo de extinción. Quedan tan pocas que coger una de estas almejas autóctonas se castiga en Aragón con sanciones que pueden superar los 16.000 euros de multa.

La almeja asiática se ha convertido en un problema extra para los bivalvos autóctonos, pero no solo para ellos. Esa almeja invasora prolifera en grandes concentraciones con las que « tapiza el lecho del río, se apodera de los nutrientes, alimentos y el oxígeno », explica Elena Pérez. Y eso acaba alterando la «salud» de estos ecosistemas fluviales y el equilibrio natural en el que convivían las distintas especies autóctonas. Al final, es un cadena de efectos múltiples, y ninguno positivo.

Pérdidas económicas

Además, las grandes colonias que llegan a formar dañan las infraestructuras hidráulicas. Es algo similar a lo que ocurre con el mejillón cebra , otro «clásico» en la lista de especies invasoras de la que es víctima la cuenca del Ebro desde hace décadas. El mejillón cebra también forma grandes concentraciones que obstruyen tuberías, filtros, conducciones de riego… Y limpiar esas infraestructuras sale muy caro. Baste un dato: el año pasado, los expertos que participan en el programa «Irrizeb» para el control y contención del mejillón cebra en España, calculaban que esta especie invasora había provocado daños por valor de 1.600 millones de euros en diez años. Con diferencia, el Ebro es el escenario más afectado en la Península Ibérica por el mejillón cebra, como ahora lo está siendo con la perniciosa almeja asiática.

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