La fiebre por la crioterapia choca con la ausencia de regulación

La técnica que estimula el cuerpo a temperaturas de -150ºC está en tela de juicio tras la primera muerte. En España cada vez tiene más adeptos

La crioterapia consiste en introducirte en cámaras con temperaturas por debajo de 150 grados centígrados FOTOS: ÓSCAR DEL POZO

JAVIER ANSORENA / TERESA DE LA CIERVA

Desde hace un par de años, la crioterapia se ha extendido como la pólvora en Estados Unidos. Ídolos deportivos como Kobe Bryant o Lebron James y «celebrities» como Lindsay Lohan o Jennifer Aniston fueron el aldabonazo definitivo para el ejército de obsesionados con el cuerpo en busca de lo último. Lo «cool» era someter al cuerpo a temperaturas por debajo de los -150 grados. A los beneficios estéticos y para la salud que promete la técnica de congelación se une el punto exótico de un tratamiento que hace unos años se hubiera considerado una tortura.

Pero la tremenda popularidad de la crioterapia en EE.UU. ha sufrido un parón desde hace unas semanas. Una trabajadora de un «spa» de Las Vegas fue encontrada muerta, «dura como una roca» , en una de las cámaras de ultracongelación del centro. Chelsea Ake-Salvacion decidió darse una sesión después de su horario de trabajo, cuando no había nadie en el centro. Todo apunta a que se le cayó el móvil y que al agacharse se mareó por la alta concentración de nitrógeno -el gas utilizado para conseguir temperaturas tan frías- y pereció congelada. Estas cámaras se utilizan de pie y la cabeza siempre está por encima de la zona donde se aplica el frío.

Algunos responsables de centros de crioterapia consideraron esa muerte como resultado de una negligencia fatal: nadie debe utilizar las cámaras -donde no se puede estar más que entre dos y tres minutos- en solitario; siempre debe haber alguien -un técnico del centro- mientras se recibe el frío . Pero la crioterapia está en tela de juicio ahora. Han surgido muchas voces que se preguntan cuál es la regulación a la que están sometidos estos aparatos y si ésta no debería ser más exigente. La respuesta es difusa: no hay una norma clara sobre las cámaras de crioterapia.

Fabricantes en EE.UU. recomiendan no usar palabras como tratamiento o procedimiento, sino sesión. «No son pacientes, son clientes», advierten

El organismo que se ocupa de la normativa sobre terapias y tratamientos para la salud, la Administración de Fármacos y Alimentos (FDA, en sus siglas en inglés) no regula los aparatos que aseguran ofrecer confort o alivio, solo entran a examinar cuando un fabricante otorga beneficios médicos a estas técnicas. Si lo que ofrecen las máquinas es una forma de prevenir, tratar o mitigar un problema médico o tener efectos sobre la estructura o una función del cuerpo humano, eso lo regularía la FDA, explicó la portavoz Deborah Kotz tras la muerte de Chelsea. De momento, la agencia pública no ha certificado que ninguna cámara de crioterapia tenga efectos médicos beneficiosos.

Fabricantes como Eric Rausc her, fundador de CryoUSA, un distribuidor de estos aparatos que opera desde Dallas, se repiten que no se deben vender beneficios médicos del uso. Incluso reconoce no haber otorgado la garantía a clientes que publicitaron las bondades para la salud de las máquinas. Rauscher recomienda a sus clientes que no utilicen palabras como «tratamiento o procedimiento», y que opten por «sesión». «No son tus pacientes, son tus clientes», les dice.

Prometedores efectos

No es el caso de Rejuvenice, el «spa» mortal para Ake-Salvacion. En su página web define la crioterapia como una «terapia médica» y asegura que «reduce la inflamación y el dolor, acelera la curación de tejidos, fortalece el sistema inmune y mejora la circulación», entre otros provechos. La portavoz Kotz dijo que la FDA no daría su opinión sobre ese y otros reclamos publicitarios que utilizan los centros de crioterapia, pero sí aseguró a la cadena NBC que la agencia federal actuaría «si se registran muchas lesiones» por el uso de estos aparatos.

Aunque con menor furor en el uso que en Estados Unidos, en España tampoco existe una regulación específica sobre estas cabinas de frío. Se pueden instalar incluso en casa como -se dice- han hecho los futbolistas del Real Madrid Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos . El problema de su seguridad no está tanto en la máquina como en el uso que se haga de ella. En el centro médico Suomi de Zaragoza explican que su cabina funciona con control remoto y puede pararse en cualquier momento. «Y si surge algún incidente, cuenta con un sistema de alarma conectado con nuestro ingeniero y el propietario», dicen.

Las medidas de seguridad en centros como Cryosalud, en Pozuelo de Alarcón, no son radicales. Son esteticién quienes controlan las sesiones, que no se deben prolongar más de 2 a 3 minutos

¿Se puede someter cualquier persona a una sesión? Hay varias contraindicaciones: fiebre o insuficiencia cardiaca, embarazo, enfermedades cardiovasculares, y no deben acceder a ellas personas que hayan sufrido un tumor, un infarto o un derrame cerebral. Y los menores de 14 años tienen prohibido su empleo sin autorización paterna. «Nuestro médico realiza siempre un diagnóstico previo por precaución», aseguran en Suomi, aunque no sea así en todos los casos. En el centro Cryosalud y Belleza son esteticistas quienes controlan la sesión. «Hacemos una formación de técnico titulado con los distribuidores de la máquina», cuenta María Ribeiro , la encargada. Dicen estar suficientemente preparados ante un problema, «aunque el requisito fundamental es no dejar solo al cliente», en el que coinciden todos los centros consultados.

Javier Fernández , director del Centro de Fisioterapia NobaPhysio, cuenta que es imperativo por los «mieditos» que entran a los usuarios. Asegura que sus cabinas Cryosense (marca española) tienen un sistema automático que desconecta la puerta al empujarla, y un sensor interno que mide el nivel de oxígeno. «Se para el sistema cuando baja, y lo controlamos con un Ipad». Según Fernández, los suministradores del nitrógeno revisan la instalación antes y después de su colocación y si no cumple los requisitos, no dan el visto bueno. «No hay riesgo de hipotermia. El nitrógeno líquido no entra en contacto con la piel y es el mismo que recibimos del aire cuando respiramos (nivel de un 78%). Los problemas que se den vendrían por no haber tomado las precauciones adecuadas», asevera. Es este fisioterapeuta quien recibe a los clientes y su primera regla es entregarles un consentimiento y las normas de uso.

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