Mil euros al mes por hacer prácticas en pueblos en riesgo de despoblación y ayudar a su modernizacion
Los estudiantes vivirán entre tres y cinco meses en un municipio de menos de 5.000 habitantes
La España que agoniza: pueblos en peligro de extinción
En Urueña, Valladolid (188 habitantes) , buscan dos estudiantes de Musicología o Relaciones Públicas que quieran hacer sus prácticas durante al menos los tres meses de verano en la Fundación Centro Etnográfico Joaquín Diaz. Las tareas: catalogar y digitalizar el archivo musical de la fundación o llevar la comunicación con otras empresas. La remuneración de la beca: 1.000 euros al mes.
En Labajos, Segovia (116 vecinos) , buscan estudiantes de Derecho, Adminstración de Empresas o Contabilidad para distintos puestos a desempeñar en el propio Ayuntamiento. En Campo Lameiro, en Pontevedra (1.800 habitantes) , la Cooperativa gallega Arbore busca graduados en Geografía e Historia.
Centenares de localidades de menos de 5.000 habitantes , es decir, las que están en mayor riesgo de despoblación , han abierto sus puertas de par en par para recibir a jóvenes estudiantes que quieran trabajar durante los meses de verano desarrollando labores de su rama de estudio. A cambio, recibirán 1.000 euros al mes durante el periodo que estén de prácticas.
Se trata del programa Campus Rural que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto demográfico aprobó hace un año y que está a punto de arrancar. En esta primera edición participarán alrededor de 200 estudiantes de 35 universidades distintas que pueden hacer prácticas de grado o máster en entidades públicas o privadas de estos pequeños municipios.
Una de las condiciones para participar es que el pueblo seleccionado debe estar en una localidad distinta a la de origen porque el lugar seleccionado tendrá que ser la residencia de los estudiantes durante el tiempo que duren sus prácticas. La idea es, según el Ministerio, «reconectar a los jóvenes con el territorio y favorecer el papel de la universidad en la reactivación de las zonas rurales».
El programa va dirigido a la promoción del empleo joven y el impulso del talento local, pero también a fomentar la vinculación de la población de diferentes zonas con los espacios rurales, generando nuevas formas de arraigo y vínculo, que impulsen la actividad y creen oportunidades de empleo en el territorio, según el ministerio que dirige Teresa Ribera.
Los pueblos, volcados con la iniciativa
Los pequeños municipios de la España vacía se han volcado en esta primera edición ofertando múltiples puestos para atraer estudiantes. Por ejemplo, la Universidad de Vigo contará con 12 alumnos en este programa, y podrán elegir entre 47 opciones que han ofertado hasta una treintena de entidades públicas y privadas.
La Universidad de Valladolid también cuenta con 12 plazas para sus estudiantes, que podrán elegir entre 104 opciones de pequeñas localidades de Valladolid, Soria, Segovia, Palencia, León y Zamora. Seis de los estudiantes pertenecerán a la rama de Ciencias Sociales y Humanidades y los otros seis de Ciencias, Ingenierías y Ciencias de la Salud.
Entre los puestos ofertados por las entidades están desde la gestión y administración en los propios ayuntamientos, concellos y organismos públicos o empresas privadas a la investigación histórica de archivos municipales, visitas turísticas, trabajos de ingeniería forestal, agraria o de telecomunicaciones, enfermería, química, biología...
Pero además de cubrir necesidades de una empresa como puede ser su contabilidad, los jóvenes contribuirán al desarrollo de estos pueblos en riesgo de despoblación aportando su talento. Por ejemplo, desde el Ayuntamiento de Almeida de Sayago (462 habitantes) , en Zamora, buscan modernizar y digitalizar el municipio y las pymes de la zona e impulsar el emprendimiento, al igual que en Tábara (762 habitantes) , donde buscan ingenieros de Telecomunicaciones que ayuden a crear un catálogo de Zonas de Interés Cultural del municipio que se puedan geolocalizar en un mapa interactivo.
De esta forma, los estudiantes realizan unas prácticas de verano diferentes y, además, con una buena remuneración que sirve de reclamo -en muchas ocasiones las prácticas no son remuneradas o tienen una cuantía simbólica-. Los pueblos, por su parte, cuentan con gente joven que además de ayudarles, pueden en un futuro decidir quedarse y contribuir de alguna forma a frenar la despoblación.
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