Educación

Estos son los colegios que decidieron abrir antes de septiembre: así lo hacen frente al coronavirus

Pese a la falta de previsión y claridad del Gobierno, directores y docentes habilitaron aulas para ayudar a los alumnos descolgados y, sobre todo, prepararlos para la EBAU

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El colegio Montpellier usa pupitres para separar a los alumnos y evita que se quiten la mascarilla aún cuando se cumple la distancia interpersonal MAYA BALANYA/ ATLAS

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Los niños juegan en el patio. Algunos patean un cartón de zumo a falta de balón; otros conversan sentados (y separados); los más pequeños corretean de un lado para otro, tan rápido que se hace difícil quedarse con sus rostros, más aún, con la nariz y la barbilla cubierta por una mascarilla. Los docentes no los observan como siempre. Ahora hay más vigilancia y una nueva consigna: que no se toquen entre ellos . «Lo llevan con naturalidad y, curiosamente, los mayores (5º o 6º de Primaria) llevan peor las normas que los pequeños (3º o 4º)», cuenta Begoña Santana Gallo , jefa de estudios del Colegio Montpellier, ubicado en el barrio madrileño de La Concepción.

Este centro decidió abrir en fase 2 (etapa de la desescalada en la que estaba permitida la apertura de puertas, entre otros fines, para actividades de refuerzo o para alumnos de cursos terminales como 4º de ESO o 2º de Bachillerato). Este colegio concertado lo hizo para reforzar a los de Primaria. Desde el pasado lunes (cuando la Comunidad de Madrid entró en fase 2), acuden treinta niños (previa toma de temperatura en casa) y al llegar al colegio son divididos en tres aulas con diez alumnos cada una . «Los profesores hicimos una lista de los alumnos con dificultades, ya sea por aprendizaje o por limitación en el acceso a dispositivos tecnológicos y llamamos a sus padres. Muchos no querían que sus hijos regresaran por miedo, se preguntaban para qué si solo quedaban 15 días para que finalice el curso», cuenta Juan Pedro Fernández Mayo , profesor de 3º de Primaria.

El motivo para abrir estaba claro. « El colegio es un espacio de aprendizaje único y no lo va a suplir nunca un ordenador . Gracias a los padres fue posible que continuaran estudiando pero ellos no son docentes y, por lo tanto, no son lo más idóneos para el progreso académico», sentencia la directora del centro y profesora de 2º de Bachillerato, María Jesús Ocaña . «El cara a cara no se puede suplir y, además, haber abierto ahora ha sido una especie de mini curso, un proyecto piloto para septiembre», explica Rafael Martín , jefe de estudios del Instituto San Isidro y profesor de Biología y Geología en ESO y Bachillerato de este centro público. Martín vio la necesidad de abrir, además, por una obligación «ética» con los alumnos que se enfrentan a la EBAU. « Haber abierto ahora nos ha ayudado a tener una visión de futuro », añade, por su parte, Santana.

El colegio Madre Vedruna Sagrado Corazón de Castellón también abrió en fase 2, aunque solo optaron por abrirle las puertas a los alumnos de 2º de Bachillerato . El centro estableció estrictas medidas y procuraron que solo asistieran a clase 10 estudiantes por aula. « Hemos habilitado dos aulas y entre clase y clase se deja un espacio de media hora para la desinfección », explica a ABC Gemma Ladrón de Guevara , directora general del centro y profesora de Física en 2º de Bachillerato.

Rutas de circulación para evitar contagios

Para evitar aglomeraciones, se estableció un sistema de cita previa mediante formulario en el que el alumno solicita la clase presencial de una asignatura concreta. La jefa de estudios envía entonces un correo al docente y a los alumnos en los que les informa del día, hora y aula asignada y se recuerdan las medidas de seguridad: mascarilla y hasta puntualidad. ¿Por qué es importante llegar pronto? « Los docentes los recogen en la puerta y al finalizar también salen acompañad os por ellos para asegurarnos de que la circulación por el centro se realiza por zonas determinadas ; hemos establecido un recorrido, una escalera de subida y otras dos de bajada para que la gente no se cruce, hay un sentido único para recorrer el centro», detalla Ladrón de Guevara.

La docente explica que se decantaron por los alumnos de 2º de Bachillerato porque se enfrentarán a la Selectividad. «No es tanto por la necesidad de refuerzo académico sino por la necesidad de transmitirles tranquilidad. La EBAU siempre genera nervios y ahora lo están más que nunca . Los estamos atendiendo más a nivel psicológico por la incertidumbre que tienen sobre la prueba que resolviendo dudas sobre contenidos». «Tenemos una responsabilidad con los chicos de Bachillerato: conseguir que lleguen lo más lejos posible », coincide Martín, del instituto San Isidro que abrió sus puertas a nada menos que 100 alumnos de 2º de Bachillerato y unos 80 de la ESO .

Desgaste emocional

El espacio es grande, porque el centro de hecho tiene 1200 alumnos matriculados y se puede dividir a los jóvenes en diez por aula. «Para las materias más demandadas como Física usamos el salón de actos», cuenta Martín. « Lo que hemos apreciado en los mayores es un desgaste emocional alto , las videollamadas han relantizado una interacción que en estas edades es fundamental, las clases se vuelven más impersonales», apunta, por su parte, Ocaña. La directora del Montpellier reconoce que «han aprendido menos a la distancia». Sin embargo, aclara que «las tres cuartas partes del curso estaban hechas, no ha sido una hecatombe como se piensa, el saldo de este curso no es tan negativo», añade.

El King’s College advierte de que perder un trimestre puede repercutir en una pérdida de entre el 2 y el 2,5% del futuro salario de estos alumnos

Sin embargo, las investigaciones van en otra dirección. Burgess y Sievertsen, profesores de la Universidad de Bristol muestran que el cierre de los centros en el último trimestre tendrá un efecto negativo en el aprendizaje de los alumnos de un 6% de la desviación estándar, o lo que vendría a ser la diferencia entre España y la media de la OCDE. El principal problema es que este impacto va a ser heterogéneo, con un efecto limitado entre los alumnos de entornos favorecidos pero elevado entre los rezagados y desfavorecidos. Jonathan Portes , profesor del King’s College, señalaba que perder un trimestre puede repercutir en una pérdida de entre el 2 y el 2,5% del futuro salario de estos alumnos. Los docentes de la Universidad Rey Juan Carlos, Jorge Sainz e Ismael Sanz estiman que una parte del aprendizaje que se adquiere en un trimestre se ha recuperado por la formación online y por las competencias que adquirirán en próximos cursos y sitúan el impacto del Covid-19 en los futuros salarios «en un aún importante 1%», advierte Sanz.

La «burbuja» y otras ocurrencias

La idea de volver a abrir estaba clara en muchos centros, pero no lo tuvieron tan fácil respecto al cómo debido a la tardía y confusa información del Gobierno, así como a su falta de liderazgo en el contexto de una pandemia. Celaá anunciaba en los medios una combinación de clases presenciales y online para septiembre y llegó a decir que solo la mitad de los alumnos irían a clase hasta encontrar una vacuna . Poco más de un mes después se contradecía asegurando que todos volverían al cole. Ello por no mencionar las ideas (algunas recordadas ayer por Sánchez) que muchos miembros de la comunidad educativa ni siquiera entienden, como la «burbuja» o «grupo de convivencia estable» para los alumnos de Infantil y Primaria (15/20 alumnos más un tutor) o la sugerencia de comer en las aulas o asistir a clase al polideportivo municipal . Al margen de estas propuestas, menos concretas fueron las que indicaban cómo se ejecutaría la vuelta al cole antes de finalizar el curso. Sánchez intervino en abril para anunciar el plan de desescalada, en la que se supo que abrirían los centros para los alumnos en fase 2 y, aparte de ello, se publicaron dos órdenes sobre dicha etapa, una de las cuales ni siquiera mencionaba al sector educativo.

Pero los centros tenían poco tiempo que perder. Directores, docentes, alumnos y familias se movilizaron en tiempo récord para continuar el curso como fuera. « Fuimos flexibles porque muchos se tenían que turnar con sus hermanos o incluso con sus padres para usar el ordenador; tampoco nos centramos tanto en los contenidos curriculares . Al final, son sus emociones las que más pudieron verse afectadas; los conocimientos tarde o temprano los van a adquirir, los niños son muy elásticos, espontáneos y tienen mucha capacidad de adaptación», sentencia Santana.

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