El eslabón más débil de una crisis previsible en Lérida

Las administraciones no han sabido dar respuesta a una situación de emergencia social, que amenaza con agravarse

Decenas de subsaharianos deambulaban por las calles del barrio histórico de Lérida Adrián Quiroga

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La frase más escuchada en las calles de Lérida era que todo esto «se veía venir» . Decenas de temporeros de los miles que cada año se desplazan a la comarca del Segriá para las campañas de la fruta acaban durmiendo en las calles en condiciones infrahumanas, sin que nadie haya sabido dar con la solución. A nadie se le escapaba que esta temporada la crisis sanitaria del coronavirus iba a pauperizar si cabe más su situación. Todas las administraciones habían anunciado medidas antes de su llegada; ahora se ha visto que su éxito ha sido escaso. Un año más, decenas de jornaleros duermen entre cartones; y ahora con una epidemia que les convierte en un colectivo todavía más vulnerables. Las administraciones no han sabido dar respuesta a una situación de emergencia social, que amenaza con agravarse .

Decenas de subsaharianos deambulaban por las calles del barrio histórico de Lérida tratando de sortear saltando de sombra en sombra los 35 grados que marcaban los termómetros de las farmacias. Estos eran quienes no tenían trabajo, pues la mayoría a esa hora recolectaba fruta, en un sector con el que ahora el coronavirus se está cebando. La mayor parte de los brotes de Covid en Lérida tiene como escenario empresas frutícolas.

Problemas con la vivienda

Abduol es uno de esos cientos de subsaharianos desplazados a Lérida. Natural de Mali, aterrizó hace unas semanas en la capital del Segriá después de trabajar en otras campañas en el sur peninsular. Se queja de los problemas con los que los subsaharianos se encuentran para encontrar vivienda. Dice que se las vio y las deseó para dar con una habitación, en u n piso que comparte con media docena de jornaleros , entre ellos su mujer, que trabaja en la nave de una empresa frutícola. Se queja, señalando una vivienda del que cuelga un cartel con la leyenda «se vende o alquila», de que los propietarios les exigen un contrato laboral de al menos un año, cuando en su sector, temporal, eso es imposible y los caseros lo saben. «Yo puedo pagar tres meses por adelanto, tengo dinero, pero no quieren alquilarnos», lamenta Abduol en una conversación con ABC. Él, al menos, no se ve obligado a dormir en la calle como otros jornaleros que, mientras él habla con este diario, merodean por la zona.

Los temporeros son el eslabón más débil en una crisis que afecta a todos. Por ejemplo a los comerciantes del centro de la ciudad, sobre quienes el nuevo confinamiento ha caído como una losa cuando parecía que empezaban a levantar la cabeza después de haber estado, muchos de ellos, cerrados durante semanas. «Esto es un desastre», lamentaba Lourdes, propietaria de una tienda de moda femenina del centro de la localidad. El anuncio de la Generalitat del confinamiento perimetral de la comarca para contener el virus coincidió la víspera del primer domingo de rebajas. Viendo cómo estaba el ambiente el sábado, pensó que lo mejor era no levantar la persiana. «Para gastar luz y salud, y que no entre nadie, mejor no abrir» , explicaba a este diario. Tiene tres empleadas, dos de ellas con un Expediente de Regulación de Empleo Temporal (ERTE). Y las cosas no acaban de arrancar: «Si no hay a dónde ir, si no hay bodas, si no hay fiestas, la gente no necesita comprar ropa». Había en el centro de Lérida más gente paseando que entrando en las tiendas; en definitiva, una rebajas con muchas bajas. Muchas mascarillas y pocas bolsas componían el paisaje de las céntricas calles ilerdenses la primera semana de rebajas.

Y muchas mascarillas había también a las puertas del Hospital Arnau de Vilanova, el de referencia de la comarca en esta crisis sanitaria; por ejemplo, la que llevaba Gloria, que conducida su silla de ruedas por su hija buscaba una sombra bajo la que esperar la hora de su cita, que nada tenía que ver con el Covid sino con la quimioterapia. «Por si tuviéramos pocos problemas ya, ahora viene todo esto».

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