El doble obstáculo de ser ciego y depender de una prueba de autodiagnóstico
Los test rápidos son inaccesibles para personas con alguna discapacidad
Alberto comenzó a sentir molestias en la garganta durante la víspera de Reyes. Este hombre, que tiene una discapacidad visual desde hace más de 30 años, sospechaba que podía ser coronavirus y acudió a la farmacia más cercana a su domicilio para preguntar si le podían realizar un autotest de antígenos, ya que vive solo y no tenía otra forma de comprobar si había contraído la enfermedad. La respuesta a su petición fue clara: ‘No’. Tuvo que esperar al siguiente día laborable, el viernes 7 de enero, para que la enfermera de su trabajo le hiciera la prueba, que arrojó un resultado positivo. «Yo pude saberlo gracias a que disponía de este recurso; si no, me hubiera tenido que buscar la vida, como tantas otras veces», explica Alberto a este diario.
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A su juicio, lo «ideal» sería que tras introducir el hisopo que recoge la muestra de la nariz, este emitiera un sonido , «como un pitido que ayudara a las personas ciegas a identificar sin dificultades añadidas el resultado de la prueba». «No creo que sea muy difícil para los fabricantes aplicar este tipo de tecnología. Las cosas han avanzado, pero queda mucho camino por recorrer en cuanto a accesibilidad», recalca. Entre los pensamientos recurrentes que tiene Alberto está preguntarse por qué debe de estar dependiendo de alguien para hacerse un test.
Fátima, que también padece una discapacidad visual, se vio en otro «aprieto» durante las navidades . «Yo quería ir a casa de mi madre sabiendo que era negativa y para ello tuve que ir a una clínica privada y pagar 40 euros frente a los alrededor de ocho que en ese momento costaban en las farmacias. No me veía capaz de hacérmelo, no sé cómo funciona ni cómo se hace y esa era la única forma», lamenta. «Doy gracias porque mi hermana pudo venir a realizarme el test en Reyes», continúa. Pero, según comenta Luis Palomares , jefe de la Unidad de Información y Accesibilidad de la ONCE, este problema no es único para los ciegos, ya que también afecta a personas con otras discapacidades y a mayores, incluso.
Sin solución a corto plazo
«Estamos ante una obviedad; y es que los test no son accesibles para nosotros», recalca Palomares. También apunta que, normalmente al principio del proceso de fabricación, «y más en esta ocasión en la que urgían las pruebas por la situación de emergencia pandémica », las empresas no tienen en cuenta las cuestiones relacionadas con la accesibilidad. «En este caso el resultado es que tenemos un producto que no podemos utilizar», manifiesta.
Además, añade que este problema no se solucionará en un corto-medio plazo y que, para «mitigarlo», se debería optar por propuestas «intermedias». Una de las cuestiones que propone la Organización Nacional de Ciegos en España para abordar esta dificultad es que los farmacéuticos pudieran realizarles la prueba y, posteriormente, explicarles el resultado de la misma. «Yo como persona con discapacidad visual ni siquiera tengo acceso a las instrucciones de uso, pero es que en caso de que pudiera interpretarlas, tampoco podría identificar los elementos que incluye el kit», desarrolla.
Asimismo, comenta otro problema con el que se pueden encontrar: el manejo de una información que es médica, privada y confidencial. Por este motivo cree que «parece conveniente que personal sanitario autorizado maneje esos datos» , recalcando que, a primera vista, los farmacéuticos son el colectivo sanitario que más les puede ayudar: «Las farmacias se encuentran a pie de calle».
Para finalizar, Palomares agradece la «buena voluntad» de las personas que se ofrecen a realizar estas pruebas, pero remarca la necesidad de idear un método que les permita hacerlo a ellos mismos. «No es justo que una persona sin esta discapacidad que esté enferma de Covid pueda ir a la farmacia a comprar veinte test de autodiagnóstico para llevar un control estricto de la evolución del virus durante su confinamiento y nosotros no tengamos esa posibilidad», zanja.