Hogares en transición ecológica
Los Díaz, una familia sostenible: reciclan, compran productos bio y viven sin plástico
La Cumbre del Clima se despide de Madrid, pero los gestos continúan. Una familia sostenible cuenta sus hábitos diarios
Mientras a los países y a sus responsables políticos les cuesta tomar medidas unánimes para frenar el calentamiento global, los ciudadanos de a pie, esos que no han estado en la zona azul de la COP25 cerrando acuerdos, han tomado la responsabilidad de portar la antorcha climática. Seis de cada diez españoles están convencidos de que se puede parar o dar marcha atrás al calentamiento global, según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y son muchos los que apuestan por mitigarlo. Entre el listado de acciones personales señalan el reciclado, el control de consumo de energía en la vivienda y el uso de un transporte más ecológico. Los hogares españoles son cada día mas verdes y, aunque hay familias que incorporan la sostenibilidad como parte de su ADN, la mayoría se encuentra en plena transición ecológica, incorporando día a día nuevos hábitos sostenibles.
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« No somos el ejemplo de familia más ecológica », se disculpa Ainara Díaz, mientras camina hacia el colegio para recoger a su pequeña. Ellos solo reciclan, compran con bolsas de tela para no usar plástico, buscan alimentos ecológicos y de proximidad, apuestan por cosméticos eco, reutilizan muebles o ropa, procuran comprar productos a granel, buscan el ahorro energético o apuestan por la banca sostenible.
«Las familias ponemos nuestro granito, pero urge el compromiso de gobiernos y empresas»
Cruza la puerta del colegio « Bosquescuela » para recoger a Khloe. Una puerta que, lejos de conducir a un edificio, lleva al campo. Allí, su pequeña de 4 años corretea entre los árboles y aprende las letras y palabras con piedras y madera, o cuenta con bellotas y castañas.
Clases en el campo
Al fondo se ve una cabaña de madera. ¿La zona para las clases? «Para nada. Eso es el refugio, el aula es todo esto», aclara Philip Bruchner, señalando el enorme terreno lleno de árboles, plantas y arbustos. Él es el impulsor de esta singular escuela, la única que existe en España, y que se encuentra en la madrileña localidad de Cerceda.
«Decidimos que nuestra hija tuviera una educación en plena naturaleza. Aquí las clases se realizan debajo de un árbol, sobre unas piedras, o en cualquier otro espacio al aire libre», explica Ainara. El refugio solo se utiliza si extremas circunstancias climatológicas no permiten las clases al exterior. Si llueve hay chubasqueros, y si nieva se disfruta de la nieve.
El centro, homologado por la Comunidad de Madrid, «es un modelo educativo basado en la sostenibilidad y en el respeto a los ritmos y las necesidades de las personas y la naturaleza», señala Bruchner. Como también lo es el refugio, que funciona bajo criterios ambientales.
Cada día, además de desarrollar el currículo escolar, los niños van de excursión, corren, trepan e inventan juegos . «Aprenden, desarrollan su motricidad en la naturaleza y, sobre todo, son felices», señala Ainara. Lo son, y mucho, a juzgar por el hecho de que ninguno de ellos corre hacia sus padres en el momento de la recogida, y lo único que se escucha es: «Todavía no, quiero quedarme un poco más».
Ainara consigue convencer a Khloe y comienza la vuelta a casa. Eso sí, en coche porque «no podemos de otro modo. Antes vivíamos en Ámsterdam, donde íbamos en bicicleta. Pero aquí resulta complicado salvar la distancia», señala. Cierto, porque difícil lo tienen a menos que pusieran un carril bici en plena A-6.
Después de veinte minutos llegan a casa, donde la reciben los ladridos de sus dos perras, Amy y Rita . Khole cruza la puerta y abraza a su padre, Carlos de Miguel . En su diáfano salón tienen muebles reutilizados: «La mesa, la cómoda de allí, el sillón y aquel otro mueble», señala Carlos. Los ha restaurado él mismo como experto artesano en la madera. Luthier, de sus manos salen instrumentos como guitarras y bajos realizados bajo el criterio de la sostenibilidad. «Utilizo productos ecológicos y no desecho un trozo de madera si tiene una mancha o alguna peculiaridad, porque es su esencia».
Ahora, trabaja en una fábrica de instrumentos musicales donde también se siguen criterios sostenibles, comenta con orgullo. En casa, en el taller de Ainara, luce el cartel de «Orenetashop.com», y es que a pesar de la huella de carbono que genera nuestro mundo «on line» para Ainara es la mejor forma de dar a conocer sus joyas artesanales, que también vende a través del comercio de proximidad.
Ecológicos y sin plástico
Para merendar, Khole opta por un poco de miel ecológica : «De esa que hacen las abejas que hay en mi cole, que tiene como granitos», explica por si hay dudas. La compran a pequeños productores de la zona, como «la carne, las verduras y todo lo que podemos. Aunque también vamos al supermercado, eso sí rechazamos las bolsas de plástico e intentamos comprar productos a granel», cuenta Carlos, y ella puntualiza lo difícil que resulta en las grandes superficies adquirir productos sin envase de plástico. «Tienen que ponerlo más fácil para que las familias sean más ecológicas», señala.
Respecto a si cuesta más dinero ser ecológico o no, aseguran que en unos productos ahorras (por ejemplo, una copa menstrual en vez de otros productos de higiene íntima) y en otros gastas algo más (como las bolsas de basura reciclada). No han hecho el cálculo. Pero esto no es lo importante. Están convencidos de que desde los hogares cada gesto cuenta y de que las nuevas generaciones tendrán mucho que decir. Para Ainara, «hacen falta figuras con Greta Thunberg que den voz a un problema urgente y real como es el cambio climático». Y señalan: «Las familias ponemos nuestro granito, pero urge el compromiso y liderazgo de los gobiernos y empresas». Esta joven pareja cree que hay posibilidad de revertir la situación. Eso sí. «Hay que actuar ya porque no hay tiempo», sentencian.