Coronavirus

Llívia: desescalada con mapa y salvoconducto en la mano

Los vecinos de esta «isla» española dentro de Francia sortean cada día las dificultades de un confinamiento peculiar causado por un tratado del siglo XVII

El alcalde de Llívia, muestra la frontera francesa durante la pandemia M. V. / ABC

Miquel Vera

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Los 1.200 vecinos de la localidad de Llívia, en pleno Pirineo, son guardianes de un pueblo heredero de una particularidad histórica y geográfica sin igual en España . Habitan un enclave rodeado completamente por tierras francesas, una auténtica «isla» de alta montaña en la que el confinamiento causado por el coronavirus se vive de forma peculiar. Desconectados desde hace semanas del resto del territorio nacional, solo algunos empleados y proveedores esenciales pueden cruzar la carretera «neutra» que une esta villa con el resto de España. En el camino deben superar dos retenes de uniformados, uno de la Gendarmería francesa y otro de la Policía Nacional.

Asunta, dueña de la carnicería del pueblo, explica a ABC que tiene que ir «cargada de documentos» que la acrediten para poder llegar a su lugar de trabajo: nóminas, formularios y hasta la escritura de su negocio. La situación actual no es muy diferente al día a día que los años previos a la implantación del «espacio Schengen» , en 1985. Hasta ese momento, todos los vecinos de Llívia debían llevar consigo un «salvoconducto» especial para cruzar los 6 kilómetros de prados franceses, ahora teñidos de verde primaveral, que separan este pueblo medieval de la frontera española.

Los más mayores, como Antonia, no quieren recordar esa época marcada por el aislamiento de la población y la hostilidad de las autoridades francesas , que llevan siglos disconformes con el mantenimiento del Tratado de los Pirineos de 1659. Este acuerdo rubricado por Felipe IV y Luis XIV sirvió para poner fin a la Guerra de los Treinta Años, pero también supuso la entrega a manos francesas de decenas de pueblos de la zona. Llívia no estaba entre ellos-

La iglesia de Llívia, sin turistas ni feligreses ABC

Algunos litigios siguen vigentes todavía hoy, según cuenta a este diario el alcalde de la población, Elies Nova. «Nuestra agua llega por Francia, y sigue regulada por un tratado del siglo XIX, a veces los franceses nos la cortan o la desvían. Tampoco tenemos derecho a conectarnos al resto del país con una tubería, así que acabaremos haciendo pozos para ser autosuficientes». Parece un asunto anecdótico, pero lo cierto es que los sucesivos gobiernos han olvidado este enclave, antaño estratégico, con tal de esquivar posibles conflictos diplomáticos. Las decisiones se toman demasiado lejos, en Madrid, Barcelona o París, lamenta el alcalde.

El Gibraltar del Pirineo

Nova, y muchos de sus convecinos, piden que por lo menos la tan esperada «desescala» sí tenga en cuenta la casuística de esta población, confinada por partida doble desde hace semanas. «Según la normativa, podemos salir a correr por el municipio, pero nosotros tendremos que ir mapa en mano , porque hay veces que cruzar un río o un bosque y ya estás en Francia, lo que sería ilegal», relata Guillem, un joven profesor que se mudó al pueblo en plena crisis sanitaria. Tema aparte será la recuperación económica de una zona que vive del turismo y el comerció transfronterizo. «¿Es esto el Gibraltar del Pirineo?». «Bueno, se le podría llamar así si quiere», sonríe el alcalde

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