Crisis familiar en EE.UU.: sin leche de fórmula en la primera potencia del mundo
El final de las restricciones de la pandemia disparó la demanda y ha provocado tensiones en la cadena de suministro desde mediados del año pasado. Ahora las estanterías están vacías
La escasez de leche de fórmula para bebés ha creado una situación desconcertante y bochornosa en EE.UU.: madres al volante durante horas para llegar a un supermercado donde encontrar un bote con el producto; familiares peinando las tiendas de su estado en busca del nutriente; estanterías desiertas; familias que rebajan con agua la poca leche de fórmula que les queda o que, desesperados, buscan preparados caseros.
Es un escenario tercermundista en la primera potencia económica mundial, producto de una combinación de problemas en la cadena de suministro, de un escándalo de contaminación en una fábrica clave y de un sistema productivo endeble.
El final de las restricciones de la pandemia de Covid-19 disparó la demanda y provocó tensiones en la cadena de suministro desde mediados del año pasado que afectaron a la distribución global de productos. Entre ellos, los ingredientes con los que se fabrica la leche de fórmula y esto acabó afectando a la presencia del nutriente en las estanterías de las tiendas. La situación empeoró con el acopio de producto por parte de algunas familias, que temían quedarse sin algo de lo que dependen sus hijos: para millones de bebés, es lo único que comen.
Y se agravó todavía más desde el pasado febrero, cuando una de las principales plantas de producción de la multinacional Abbott se vio forzada al cierre por el registro de casos de contaminación. Cuatro bebés que se alimentan con sus productos enfermaron por la presencia de una bacteria; dos de ellos fallecieron.
La responsabilidad directa de esta planta -en Sturgis (Michigan)-, todavía está por esclarecer, pero se determinó la suspensión de la producción y el bloqueo de todos los productos que habían salido de ellas que están en el mercado.
Como consecuencia de todo esto, ya en abril el 31% de los distribuidores estaban sin existencias. Esta semana, el desabastecimiento llegaba ya al 40% y en la mitad de los estados del país estaba entre el 40% y el 50%.
Este lunes, la portavoz de la Casa Blanca aseguraba que el Gobierno trabajaba «sin parar» para atajar la escasez y la Administración de Alimentos y Fármacos decía que estaba en contacto constante con fabricantes y distribuidores para incrementar la producción.
Rebajar con agua es muy peligroso
La situación no mejora y empieza a ser de crisis para algunas familias. Las autoridades y expertos insisten en que rebajar con agua o crear una fórmula casera es peligroso para los bebés, pero muchos padres se encuentran sin alternativas.
Ayer jueves, el propio presidente de EE.UU., Joe Biden , llamó a agentes de la industria para tratar el asunto y la Cámara de Representantes convocó una comisión investigadora para analizar lo ocurrido.
Nada de eso dará de comer a los bebés en problemas en EE.UU., y no parece que pueda haber una solución amplia a corto plazo. La producción de leche de fórmula está al 80% en manos de dos compañías -Abbott y Enfamil- y transformar sus sistemas de producción no es posible de la noche a la mañana.
Abbott ha asegurado que empezará a traer producción desde Irlanda, ha cambiado líneas de producción para dedicarlas a leche de fórmula y los reguladores han empezado a desbloquear parte de la producción que había sido inmovilizada. Enfamil, por su parte, ha empezado a preparar sus fórmulas todos los días de la semana en turnos de 24 horas y ha disparado sus ventas en lo que va de año un 30%.
Otras compañías podrían reforzar la producción, pero hay un infierno burocrático para fabricar leche de fórmula, una de las razones por las que buena parte del mercado está copado por dos compañías.
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