Coronavirus
La errática gestión de la pandemia amenaza el Estado del bienestar en Suecia
Se han aplicado «dudosos» protocolos a la hora de atender a los mayores enfermos
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Todo comenzó el 7 de abril cuando Thomas Andersson llamó por teléfono a la residencia de ancianos de Märsta, al norte de Estocolmo, para interesarse por el estado de salud de su padre Jan de 81 años. Jan había contraído el Covid-19 tras una visita hospitalaria a finales de marzo. Entonces, Thomas fue informado de que un médico le había recetado a su padre un tratamiento paliativo a base de morfina sin haberlo visitado ni haber informado a sus familiares. Thomas pidió que administrasen a su padre líquido y alimento por vía intravenosa. Fue entonces cuando la enfermera le comunicó que su padre se encontraba al final de su vida y que podía visitarle para despedirse.
«Cuando llegué a la residencia me encontré a mi padre totalmente ido , bajo los efectos de la morfina. Fue entonces cuando contacté con los medios de comunicación y con los responsables de su salud para que le administrasen su medicación habitual además de líquido y de alimentación por vía intravenosa. Mi padre reaccionó y está vivo », recoge el periódico Dagens Nyheter.
«Administrar de forma rutinaria a los ancianos con infección pulmonar morfina y midazolam, que son inhibidores respiratorios, es eutanasia activa , por no decir nada peor», sentenciaba al respecto Ynge Gustafson, profesor en geriatría de la Universidad de Umeå. Al parecer, Holanda, Bélgica, entre otros países, y alguna comunidad española también, han aplicado «dudosos» protocolos para determinar el grado de atención que merecen los mayores enfermos. En Estados Unidos tampoco han faltado las voces que rechazan dar atención en las UCI a los mayores de 70 años infectados por Covid-19 .
Humanidad vs. inmunidad
Las reacciones no se hicieron esperar y fue la Iglesia Sueca la que se decantó por hacer un llamamiento a la concienciación. «Estamos y nos enfrentamos a un trauma nacional. A lo que tiene que aspirar Suecia es a alcanzar la humanidad de la manada», concluía la propuesta de las teólogas y pastoras de la Iglesia Sueca, Annika Borg y Johanna Andersson. Mientras tanto la Junta Social, Socialstyreslsen, institución responsable de las residencias de ancianos y señalada por su deficiente gestión, se escudó en la socorrida falta de comunicación y de rutinas de trabajo adecuadas para justificar lo sucedido en las residencias.
Así surgió el debate sobre «¿Por qué algunos de los países definidos como economías democráticas de mercado o estados capitalistas, tienen una política de bienestar social mucho más integral que otros?», que planteaba el profesor en ciencias políticas de la Universidad de Gotemburgo, Bo Rothstein en Dagens Nyheter. «Mientras que EE.UU. dirige la ayuda social a las clases más desfavorecidas, Alemania segmenta la política de bienestar social en diferentes tipos de sistema en función de los grupos sociales».
En los países nórdicos, el estado del bienestar cubre el más amplio espectro de todos los grupos sociales
Por su parte, en los países nórdicos, el estado del bienestar cubre el más amplio espectro de todos los grupos sociales. La socialdemocracia desarrolló a partir de los años 60 unos niveles de bienestar social desconocidos hasta entonces «que se mantienen gracias a un contrato no escrito entre el Estado y la sociedad basado en la confianza. A cambio de impuestos, el Estado proporciona a la sociedad unos servicios dignos y de calidad», continúa Rothstein. Un contrato que Suecia ha cumplido hasta ahora.
Pero, ¿y a partir de ahora? «No me extrañaría que muchas personas opten por adquirir seguros privados para asegurarse asistencia y cuidado adecuado». Tras los errores en la gestión de las residencias de ancianos, «Suecia se enfrenta a un colapso moral y legal. Se necesita una gran renovación general, ya que esto puede significar el final del contrato sobre el que descansa la política de bienestar social en Suecia», concluye Rothstein.
No se trata de qué país gana la votación final, sino de asegurar el futuro de un sistema que garantiza, de momento, un nivel de bienestar social digno y para todos sus ciudadanos.
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