El coronavirus acrecienta otra lacra
El confinamiento disparó la violencia doméstica en Alemania
«Sospechábamos desde el principio que esto iba a pasar, pero no contábamos con esta dimensión del problema»
«Sospechábamos desde el principio que esto iba a pasar, pero no contábamos con esta dimensión del problema», introduce Saskia Etzold, subdirectora médica de la Clínica Ambulatoria para Protección contra la Violencia Doméstica de la Charité de Berlín. «Cuando cerraron colegios, guarderías y oficinas, lo que registramos fue una disminución de las llamadas pidiendo ayuda, lo que atribuimos a que los agresores estaban presentes en las casas y las víctimas no disponían de libertad o medios de comunicación para pedir ayuda. A medida que comenzó la escalada, se confirmaron nuestros peores temores». Con los datos correspondientes al primer semestre de 2020, Etzold es capaz ya de dibujar la cruenta curva que se ha estado viviendo en muchos hogares , y asegura que son datos fácilmente extrapolables al resto del territorio alemán.
Durante el cierre en marzo y abril, la cantidad de personas que buscaron ayuda disminuyó significativamente: en marzo un 24%, en abril 15 %. «Las víctimas no se atreven a venir a nosotros cuando el autor las vigila, solo hubo constancia de los casos cuando llamaron a la policía, que es cuando se han producido ya agresiones graves». En esos primeros meses, los médicos forenses vieron lesiones y fracturas que fueron significativamente más graves de lo habitual, causadas por patadas y golpes, náuseas, mordeduras e intentos de asfixia. « Nos quedó claro de inmediato que esto solo podía ser la punta de un enorme iceberg », dice Etzold, «mientras que en tiempos normales, solo la mitad de las víctimas presentan una denuncia penal, en esos meses la presentaron un 90% ».
Los más afectados siguen siendo mujeres y niños, pero en el caso de los menores hubo novedades. «Por primera vez hemos recibido llamadas de niños y adolescentes pidiendo ayuda a escondidas, desde su casa. Por lo general son las guarderías y las escuelas las se dan cuenta de las lesiones en los niños y avisan a la Oficina de Protección, pero el confinamiento eliminó esa posibilidad», sigue Etzold.
Con la relajación gradual, la cantidad de personas que buscaban ayuda se disparó. En junio, esta oficina recibió un 30% más de llamadas, en comparación con junio de 2019. En conjunto, un total de 783 víctimas de violencia solicitaron ayuda en la primera mitad del año, un 8% más que en el mismo período del año pasado. El número de abusos infantiles aumentó particularmente: un 23% . Solo disminuyen los delitos sexuales contra menores, que cayeron un 32% en comparación con 2019, presumiblemente debido al cierre de clubes y bares.
Los niños buscan ayuda
Los niños constituyeron una quinta parte de todos los que buscaban ayuda en este semestre y el 20% de las víctimas adultas son hombres, un porcentaje que crece cada año. «Y esto es solo lo que vemos, la mayoría no se atreve a denunciar o a pedir ayuda por miedo a lo que sucederá con sus hijos o incluso por vergüenza, cuando quienes nadie debería avergonzarse de ser una víctima».
El aislamiento, la falta de espacio, los problemas financieros y sociales, junto con el consumo de alcohol y drogas, ejercen un efecto multiplicador en un fenómeno que ya estaba presente antes de la llegada del coronavirus y que afecta a todas las clases sociales y a todos los grupos étnicos, aunque a menudo inmigrantes y extranjeros lo tienen todavía más difícil. «Para las mujeres extranjeras, a menudo sin hablar bien e idioma y sin conocer a qué instituciones pueden acudir en busca de ayuda, es todavía más difícil escapar de la violencia doméstica», explica Amparo Devis, coach y autora de un folleto informativo disponible en todas las embajadas de habla hispana en Berlín. «Alejadas de la familia y de los círculos de amigos que quedaron en su propio país, les resulta caen más fácilmente en la pérdida de autoestima y en el desamparo», insiste Davis, que acompaña en el proceso a personas afectadas.
Según la Oficina Federal de Policía Criminal (BKA), 331 mujeres fueron asesinadas por su pareja o expareja en 2015. En total, más de 104.000 mujeres sufrieron ese año violencia doméstica y la cifra sigue aumentando hasta hoy. «Es un campo oscuro sobre el que comienza a llegar luz poco a poco», dice Jens Luedtke , profesor de Sociología e Investigación Social Empírica en la Universidad de Augsburg, « también hay mujeres que usan la violencia en las relaciones, pero en pocas palabras : cuanto más dura es la lesión, mayor es el porcentaje de autores hombres ».
En ese año, 2015, cuando Alemania realizó pro primera vez una estadística de este tipo de violencia, el escalofriante resultado fue atribuido a la entrada masiva de refugiados en el país, a menudo procedentes de sociedades bastante más machistas y culturas en las que la mujer no recibe la misma consideranción que el hombre, ni en el hogar ni en la vida pública. «Pero es muy importante que no nos dejemos llevar por los estereotipos y que dejemos bien claro que la violencia doméstica afecta a todas las escalas sociales y económicas, es un fenómeno transversal contra el que por ahora vamos perdiendo», ha dicho durante la presentación de las cifras semestrales de la región el senador de Justicia de Berlín, Dirk Behrendt.
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