China ya no registra muertes por coronavirus por primera vez desde enero
El epicentro de la epidemia, Wuhan, es reabierto este miércoles con fuertes controles sobre los viajeros que entran y salen para impedir los tan temidos rebrotes
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Por primera vez desde el estallido de la epidemia del coronavirus en enero, China no ha informado este martes de ninguna muerte por la enfermedad que provoca, la temida Covid-19 que asuela el planeta. Con más de 80.000 casos y 3.331 fallecidos, las cifras oficiales de Pekín están en entredicho y una opinión bastante generalizada entre los chinos es que habría que añadirles un cero más al final. Pero, al margen de dichas sospechas habituales sobre su régimen autoritario, la recuperación de la normalidad está clara y así se aprecia en el epicentro de la epidemia de Covid-19, Wuhan , que registró 50.000 infectados y 2.500 víctimas mortales.
Tras dos meses y medio de cierre y confinamientos masivos, la ciudad será reabierta este miércoles . Salvo los cinco millones de habitantes que se calcula huyeron de Wuhan antes del cerrojazo, sus seis millones restantes podrán por fin salir y viajar a otras partes de China . Para hacerlo, deben acreditar que están sanos con certificados médicos o códigos QR de salud en sus móviles, generados por aplicaciones que controlan su historial de enfermedades, movimientos y contactos.
Antes de la apertura oficial, en la que las autoridades levantarán los controles de carreteras y reabrirán el aeropuerto , ya se puede entrar y salir de la ciudad con documentos especiales. Así lo hemos visto este martes en la autopista hacia Shanghái, donde la Policía vigilaba un peaje y dejaba pasar los vehículos tras comprobar sus papeles y los códigos QR en verde de los conductores. Por este paso pueden salir los camiones con mercancías y entrar coches particulares porque el acceso por carretera y tren se abrió el 28 de marzo. Pero muchos automóviles eran obligados por los agentes a darse la vuelta y no podrán marcharse hasta mañana.
Como sí se puede atravesar el peaje a pie, algunos viajeros acarreando sus maletas cruzaban en ambas direcciones. Al otro lado, les esperaban para recogerlos taxis privados y coches de amigos o furgonetas de empresas y fábricas. Eso es lo que estaba esperando Li Jun, un trabajador de una fábrica de ropa que volvía de la cercana ciudad de Ezhou . Desde el cierre de Wuhan el 23 de enero y el resto de la provincia de Hubei en los días siguientes, se ha pasado casi todo el tiempo confinado en casa hasta que su empresa, donde trabajan varios cientos de trabajadores, le ha llamado para volver porque ya tienen pedidos que atender.
«Estamos contentos de regresar y tener trabajo, pero sabemos que otras fábricas han cerrado y sus empleados han sido despedidos», explicaba Li Jun, de 40 años, mientras su esposa le espetaba que no hablara con periodistas extranjeros. Aunque ambos tienen el código QR verde que acredita que no están infectados por el coronavirus , confiaba en que la fábrica les hiciera las pruebas médicas pertinentes y tomara las medidas de prevención oportunas en los dormitorios de los trabajadores.
Con el desplazamiento de millones de «mingong», como se conoce a los emigrantes rurales en China, la vuelta a las grandes ciudades de la costa y las fábricas de Cantón (Guangdong) es un momento de riesgo por la posibilidad de que surjan nuevos brotes. Por eso se vigilan al máximo los viajes y en las estaciones hay puestos de revisores pertrechados con monos blancos de protección para registrar a los viajeros que llegan y tenerlos controlados. Aunque los trenes ya pueden llegar hasta Wuhan , sus tres estaciones no despachan billetes de salida hasta mañana, lo que ha llevado a decenas de personas, en su mayoría emigrantes rurales, a esperar hasta entonces a la intemperie. Con la psicosis que hay sobre el coronavirus y sus limitados recursos económicos, varios grupos de «mingong» arremolinados ante los bancos de la estación tenían complicado alojarse en alguna pensión cercana y debían pasar la noche al raso hasta el tren de la mañana.
Para las autoridades sanitarias, el principal peligro son los casos importados de otros países , que en el recuento del lunes sumaron 32, siete menos que la jornada anterior. Al estar las fronteras cerradas a los extranjeros, todos son chinos que vuelven a su país para ponerse a salvo de la pandemia. De los 25.000 pasajeros diarios que llegaban a los aeropuertos internacionales antes de que se redujeran los vuelos se ha pasado a 3.000, que son sometidos a la prueba del coronavirus y a una cuarentena de dos semanas en hoteles designados por el Gobierno, pero que ellos deben pagar. Gracias a estos controles, ya se han detectado 983 casos importados, de los que un centenar proceden de España.
Otro riesgo, y más con la reapertura de Wuhan , son los enfermos asintomáticos de Covid-19 , que no tienen ni tos seca ni fiebre pero pueden contagiar a otras personas sin saberlo. El lunes se localizaron 30 casos, 18 de ellos en Hubei , que hacen ya un total 1.033 pacientes en observación.
Dos meses y medio después del estallido de la enfermedad en Wuhan, cuyos primeros casos fueron detectados en diciembre e incluso el 17 de noviembre según algunas informaciones periodísticas, China se adapta a la nueva normalidad que, con sus fuertes controles y medidas de seguridad, ha traído el coronavirus .
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