Cardenal Sean O'Malley: «No es nada fácil reconocer las historias de abusos, pero es el único camino»
El arzobispo de Boston interviene ante los obispos italianos para que inicien una investigación de los abusos
«Tenéis una oportunidad extraordinaria para desarrollar un diálogo honesto y no defensivo con todos los implicados», les ha recordado
El Papa ordena un informe anual sobre cómo se aplican las medidas contra abusos en toda la Iglesia
Este martes, el Papa Francisco nombró al cardenal de Bolonia Matteo Zuppi nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. La decisión es relevante en el pontificado, dada la peculiar relación del Vaticano con la Iglesia italiana : el Pontífice es el «obispo primado» de la Iglesia en este país, el peso de los cardenales italianos sigue siendo muy superior al de cualquier otra nación, y la mayoría de los colaboradores de la Santa Sede son italianos.
La Iglesia italiana ha preferido no afrontar directamente la cuestión de los posibles abusos cometidos por parte de sacerdotes y religiosos, pero tanto el Vaticano como algunas organizaciones de víctimas le piden que ahora dé ese paso, que a medio plazo ayudará a combatir este estigma en otros ámbitos de la sociedad.
Será la primera gran decisión del cardenal Zuppi. Para ayudarle a tomarla, intervino durante la asamblea plenaria de los obispos italianos el arzobispo de Boston, el cardenal capuchino Sean Patrick O'Malley , que preside la Comisión Vaticana para la Protección de menores, y es uno de los principales ideólogos de la lucha contra los abusos .
«Ningún lugar puede quedar exento de la obligación de abordar estas cuestiones», les dijo claramente, invitándolos a considerar este proceso como una oportunidad. «Tenéis una oportunidad extraordinaria para desarrollar un diálogo honesto y no defensivo con todos los implicados , a nivel nacional y local, que estén dispuestos a iniciar un proceso constructivo de revisión, reforma y reconciliación», les explicó.
O'Malley llegó en 2003 a Boston, epicentro de la crisis de abusos en EE.UU. , para sustituir al cardenal Bernard Law, quien había dimitido después de que «The Boston Globe» desvelara graves negligencias en su gestión de las denuncias de abusos. O'Malley había sido antes obispo en otras tres diócesis del país y « cada una tenía una situación progresivamente peor en términos de abusos sexuales por parte de los sacerdotes y de negligencia en la gestión por parte de sus pastores», explicó a los obispos italianos.
En su opinión, la clave para afrontar esta tragedia es escuchar a las víctimas de abusos, y hacerse cargo del daño que se les ha hecho. «He tenido el honor de organizar encuentros entre los supervivientes de abusos y el Papa emérito Benedicto XVI , así como con el Papa Francisco : ambos han optado por emprender un ministerio de misericordia casi desconocido, tendiendo constantemente la mano a los supervivientes», aseguró O'Malley.
Consciente de que muchos en la Conferencia Episcopal Italiana son de la opinión que es mejor no abrir esa caja de pandor a, el experimentado cardenal les dijo que «no es nada fácil reconocer las historias de abusos de la gente, escuchar a los supervivientes y comprometerse a trabajar juntos por la justicia, pero después de cuarenta años puedo decir que es el único camino».
«Este trabajo de escucha, sanación y justicia se nos exige como algo inherente al ministerio fundamental del sacerdote y del obispo: ser instrumentos de la gracia de Dios para los que han sido heridos por la vida, incluso cuando esas heridas vienen de dentro», insistió. « Nuestros fieles quieren sentirse seguros en su Iglesia , y esto significa que deben ser más firmes en la fe por el compromiso de sus pastores», les dijo.
Elevando el tono del discurso, avisó a los obispos que Dios les juzgará por su «respuesta a la crisis de los abusos en la Iglesia». Y les propuso siete indicaciones para afrontarlos.
Se trata de ofrecer atención pastoral eficaz a las víctimas; orientar claramente y supervisar los programas de formación de quienes trabajan en las diócesis; verificar el perfil de los colaboradores; expulsar a los culpables ; colaborar con las autoridades de abusos; evaluar los riesgos existentes para ex sacerdotes culpables de abusos; y demostrar la aplicación de los protocolos establecidos para que la gente sepa que las políticas están funcionando.
En este sentido, les dijo que «una auditoría y un informe sobre la aplicación de las políticas son muy útiles». «La buena noticia es que cuando se adoptan políticas eficaces y se aplican efectivamente, el número de casos se reduce drásticamente», explicó.
El cardenal les pidió que den a sus informes la «hermenéutica adecuada», pues tanto las autoridades civiles como religiosas dieron una respuesta «errónea» . «Hemos aprendido mucho en los últimos cuarenta años», recordó.
«La 'retrospectiva' puede ser un juez muy fuerte, pero sólo respondiendo con justicia a las víctimas se puede lograr la curación. Cuando los individuos no han cumplido con su deber, debemos tomar medidas decisivas para hacerlos responsables de sus errores. Sin justicia no puede haber curación . Si se priva a las víctimas de la justicia, será difícil encontrar una solución al problema», subrayó el cardenal.
« Más que una defensa de la institución o una exigencia legal impuesta por la Iglesia , el uso de buenas herramientas de tutela y una relación sólida nos ayudarán a preparar el terreno para difundir el Evangelio», añadió.
Después de años trabajando para afrontar los abusos en la Iglesia en EE.UU., el cardenal O'Malley les aseguró que ahora «no hay duda de que la Iglesia es uno de los principales actores a nivel mundial en la creación de las mejores herramientas para la protección de los niños . No se me ocurre ninguna otra entidad que haya formado a tantas personas en materia de salvaguardia en los últimos 20 años, en EE.UU., como la Iglesia católica. Esta historia también necesita ser contada».
La Iglesia italiana es una de las más lentas en la aplicación de las medidas solicitadas por el Papa Francisco tras la reunión de febrero de 2019 con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo. Por ejemplo, de las 220 diócesis del país, sólo 78 cuentan con oficinas para acoger las denuncias y atender a las víctimas .
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