8-M, Día Internacional de la Mujer
«Ahora Erdogan está más envalentonado y habrá un retroceso mayor en los derechos de las mujeres»
La reconocida activista Pinar Ilkkaracan cree que las reivindicaciones feministas han perdido protagonismo en Turquía
Ilkkaracan tuvo que ir a los juzgados después de que la hija de Erdogan la denunciara por «insultos» tras la publicación de un artículo
Premiada en Nueva York con el el prestigioso galardón Joan B Dunlop, que anualmente destaca el trabajo de una activista en favor de los derechos de las mujeres en «circunstancias difíciles», Pinar Ilkkaracan es una de las personalidades turcas más destacadas en este campo.
Con el partido islamista fundado por el actual presidente Recep Tayyip Erdogan , el AKP, cómodamente instalado en el poder después de las elecciones de noviembre, Ilkkaracan cree que la situación de las mujeres turcas empeorará . Y eso que «desde 2005 no ha habido ni un solo avance en los derechos de la mujer», explica en su casa estambulita del barrio de Belek, con vistas al Bósforo.
Ilkkaracan también denuncia que hay una c ampaña de persecución a las asociaciones opositoras y a los activistas. Según ella el Gobierno solo permite que el dinero de la Unión Europea llegue a ONG vinculadas al AKP, el partido islamista fundado por Erdogan. De hecho, denuncia haberlo sufrido en primera persona, pues asegura que «las últimas dos ofertas de trabajo que he recibido han sido bloqueadas por el Gobierno».
Ante las turbulencias en diferentes frentes que tiene ante sí Turquía, ¿cree que la lucha por los derechos de las mujeres ha perdido fuerza entre la sociedad y los medios de comunicación?
Ha perdido relevancia, pero no ha sido siempre así. Recuerdo cuando hacíamos las grandes campañas de movilización de los años 1996 y 1998 para cambiar las leyes de la violencia doméstica. Inmediatamente después, entre el 2000 y el 2001 hicimos una campaña internacional enorme para reformar el Código Civil turco. Por aquel entonces la atención de todo el mundo estaba puesta en el movimiento feminista. Y ya desde 2005 no ha habido ni un solo avance en los derechos de la mujer . Simplemente nos hemos estado defendiendo, peleando por que no cambien los logros ya obtenidos. De hecho, la última victoria fue evitar que Erdogan [por aquel entonces primer ministro] prohibiera el aborto, pero eso era simplemente defender una ley de 1983.
¿Por qué piensa que ha perdido relevancia el movimiento feminista?
Primero, el hecho de que se hable menos en los medios, no significa que para nosotros no sea importante, más bien al contrario. Sí que se siguen publicando noticias y artículos relacionados con la igualdad de género. Pero es que en 2007, Erdogan dejó de escuchar cualquier tipo de reivindicación; tampoco la presión internacional parece importarle. Nada puede pararle. No importa lo que hagamos, nada cambia. Además, desde ese año hay un retroceso muy importante no solo en este campo, sino en todos: en la democracia, en la justicia. Yo creo que eso ha hecho que la gente se canse mucho. También los medios de comunicación. Yo tengo una amiga periodista que ha escrito sobre la situación de la mujer prácticamente todas las semanas, e incluso ella ha dejado de hacerlo.
Al recibir el galardón Joan B Dunlop, usted dijo que muchas de las reformas logradas de las mujeres turcas corrían peligro. ¿A qué reformas se refiere?
Hay cientos de cosas. Por ejemplo, el Código Penal. El Gobierno quiere recuperar un concepto relacionado con los abusos sexuales que dice que si la violación se ha producido con el consentimiento de la mujer, entonces la sentencia debe ser reducida. ¿Consentimiento? No hay ningún consentimiento si es abuso sexual. Esto ya lo eliminamos en una reforma anterior y ahora lo quieren recuperar. Además, aparte de lo que dice la ley en la actualidad, está la cuestión de cómo se implementa en la práctica. Y en relación a los asesinatos de mujeres, el Código Penal es muy bueno en este sentido, penalizando con mayor castigo si el asesinato se comete dentro del ámbito familiar, pero hay otro artículo que menciona ‘provocaciones injustas’. Es un artículo general, pero muchos jueces están utilizándolo para darle la razón al marido si acusa a la mujer de flirtear con otro hombre. Así se reduce la pena por esa ‘provocación’. Y debido a la atmósfera conservadora del país, y a las declaraciones de Erdogan, quien ha dicho anteriormente que no cree en la igualdad de género, muchos jueces se ven influenciados y recurren a ese artículo. Muchos burócratas e instituciones quieren complacer al Gobierno, tienen miedo de ir en contra.
¿Cómo es la relación del movimiento feminista con las mujeres más religiosas, mujeres que se cubren con el velo?
No es buena. Turquía está muy polarizada en este sentido. Esto no tiene que ver con el islam, es algo turco. Yo he trabajado en Indonesia y allí todas las mujeres, con velo y sin velo, cooperan y realizan campañas juntas para apoyar a la comunidad LGTB. En Marruecos, por ejemplo, trabajaban juntas para cambiar el Código Penal. El velo no es en sí un problema, yo he peleado para que tengan el derecho de llevarlo. Pero aquí no, aquí el velo sí tiene importancia, porque el AKP lo utiliza como señal de conservadurismo. Lo he intentado durante muchos años, pero, de hecho, ahora se ha vuelto peor. Antes del AKP la relación no era muy mala [con las mujeres con velo], al menos no decían nada en contra de nosotros. Ahora, es completamente lo contrario y apoyan todo lo que el AKP dice.
¿Crees que la situación puede mejorar?
No. Lamentándolo mucho, no. Si en las últimas elecciones hubiesen perdido, no completamente, pero si hubiesen perdido votos, como en junio, quizá habrían escuchado algunas demandas. Ahora no, no hay ninguna oportunidad. Erdogan, por su personalidad, cada vez que consigue una victoria electoral, como en 2007, no escucha a nadie.
El premio que recibió reconoce la labor de mujeres trabajando bajo “difíciles circunstancias”. ¿Cuáles son esas circunstancias en su caso?
Por ejemplo, a principios de 2015 la hija de Erdogan me puso una demanda por un artículo que escribí. La hija del presidente forma parte del consejo administrativo de una de la red de ONG cercanas al Gobierno. Esta organización, en concreto, se dedica a temas de la mujer. Yo escribí un artículo señalando que una de la terminología utilizada por ellos no se corresponde con los norma internacional reconocida por las convenciones de la ONU. Ella me llevó a los tribunales asegurando que la había insultado. Pero, sorprendentemente, el juez me acabó dando la razón a mí. Por otra parte, hay asociaciones de mujeres que no pueden recibir ninguna financiación de la Unión Europea porque el Gobierno paraliza los contratos y solo trabaja con sus propias organizaciones. En mi caso, yo realizo asesorías para la UE y la ONU. El Gobierno ha bloqueado las dos últimas ofertas de trabajo que he recibido después de que me dieran el empleo. Una compañía se puso en contacto conmigo, pero después algo pasó a puerta cerrada y después me dijeron que no me podían contratar. Y en otro caso, hubo otra oferta, pero el Gobierno dijo que no cree en mi objetividad.
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