Alguna vez en la vida, el 40% de la población sufre un episodio de reflujo gastroesofá́gico (ascenso del contenido gá́strico al esó́fago), pero se considera una enfermedad cuando sucede al menos dos veces por semana, afectando la calidad de vida. La Sociedad Españ̃ola de Patología Digestiva (SEPD), que celebrará su LXXIII Congreso Nacional del 14 al 16 de junio en Valencia, estima que la prevalencia del reflujo gastroesofá́gico en la població́n españ̃ola es del 16%.
“El reflujo es algo normal que sucede varias veces al día en personas sanas”, explica Manuel Rodrí́guez-Té́llez, especialista del aparato digestivo y experto de la SEPD. “Cuando ese reflujo ocasiona síntomas como ardor o acidez (pirosis), regurgitaciones del contenido del estó́mago u otras complicaciones, es cuando se cataloga como enfermedad por reflujo gastroesofá́gico”.
Puede suceder porque el esfínter esofágico inferior se relaja más veces de lo normal de forma espontá́nea, o que la vá́lvula está dé́bil y cede ante cualquier presió́n, o debido a una alteración anató́mica como una hernia de hiato.
“Según diversos estudios, entre 70% y 90% de los pacientes responden al tratamiento con fármacos inhibidores de bomba de protones (IBP), que suprimen la secreció́n ácida gástrica”, mantiene el doctor Rodríguez-Téllez. “Los IBP (los comercializados en España son omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol y esomeprazol) son el principal y el mejor tratamiento para controlar eficazmente el reflujo gastroesofá́gico. Son los mejores que nunca han existido y posiblemente los ú́nicos que conoceremos en los pró́ximos añ̃os, aunque existe un porcentaje de pacientes, entre el 10% y el 30% que no responden al tratamiento y que padecen lo que se denomina reflujo gastroesofá́gico refractario”.
Tres recomendaciones de los expertos:
-Seguir un tratamiento farmacoló́gico adecuado bajo control mé́dico.
-Cambiar de há́bitos alimenticios para lograr perder peso, pues la obesidad produce má́s presión en el abdomen; no saciarse en las comidas; mantener una dieta sin exceso de grasas, chocolate, café́, té, alcohol, tabaco y bebidas gaseosas.
-Elevar el cabecero de la cama, ya que la secreció́n de saliva facilita el lavado del á́cido en el esó́fago. “Los pacientes diagnosticados de reflujo gastroesofá́gico no deben abandonar nunca la medicació́n sin consentimiento y control mé́dico porque las consecuencias pueden ser graves”, dice el doctor Rodrí́guez-Té́llez.
Cuando no se controla correctamente, el reflujo gastroesofá́gico puede provocar enfermedades como esofagitis (pequenñas heridas causadas por el á́cido y la pepsina gá́stricos), la estenosis (inflamació́n cró́nica del esó́fago que puede provocar el estrechamiento del esó́fago y con el tiempo llegar a dificultar el paso de comida) y el esó́fago de Barrett, la má́s grave, que sustituye las cé́lulas normales del esófago (escamosas) por cé́lulas intestinales (metaplasia intestinal). Estas cé́lulas intestinales tienen un pequeñ̃o riesgo de degenerar en cé́lulas cancerosas. Estos pacientes deben tener un seguimiento regular para detectar precozmente el cá́ncer de esó́fago.