El descubrimiento del genoma humano abrió todo un campo de investigación nuevo para el mundo científico. La farmacia y la medicina comenzaron a indagar sobre el mundo genómico, que comenzó a expandirse a otros campos como la nutrición, que ha dado un salto cualitativo hasta crear su propia especialidad en la que se combina lo qué comemos y lo que nos conforma: la nutrigenética. “El estado de salud de una persona depende de la combinación de factores genéticos y factores ambientales. Aunque los factores genéticos no pueden controlarse, su conocimiento nos permitirá actuar sobre los factores ambientales que inciden en nuestro estado de salud y que sí son modulables, como la dieta o la práctica de ejercicio. En consecuencia, podemos decir que la nutrigenética nos ofrece pistas para tomar decisiones sobre la alimentación y los hábitos de vida más adecuados para cada persona”, explica el doctor Carlos Javier González, director de innovación del Centro de Investigación en Nutrición de la Universidad de Navarra.
Y es que esta novedosa (por el tiempo que está en vigor) rama de la medicina está ganando poco a poco terreno y aceptación como consecuencia de la vida sedentaria de la sociedad actual. Más del 60% de los españoles padece obesidad o sobrepeso, de las que derivan patologías asociadas graves como diabetes, riesgos cardiovasculares, o problemas respiratorios e inflamatorios, según datos del estudio Enrica 2011 del Ministerio de Sanidad. “El cambio de hábitos alimenticios de las dos últimas décadas ha provocado que la incidencia de estas enfermedades, relacionadas con una nutrición inadecuada y un estilo de vida sedentario, se haya incrementado notablemente, al tiempo que disminuye su edad de inicio”, señala Eduardo González Zorzano, asesor médico de Cinfa.
Este laboratorio y la Universidad de Navarra han creado un servicio especializado de nutrigénetica basado en un tes que analiza el ADN a través de una muestra salivar. Esta prueba detecta variaciones genéticas, denominadas SNP (Single Nucleotide Polymorphisms) que muestran la predisposición de cada persona a padecer problemas de salud en cinco áreas: alteración en macronutrientes (osteoporosis, déficit de vitamina D, alteración del ácido fólico e intolerancia a la lactosa); salud cardiovascular (hipertensión, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, altos niveles de LDL colesterol, bajos niveles de HDL colesterol y enfermedad cardiovascular); diabetes tipo 2; problemas vinculados con el peso (obesidad, dificultad para perder peso y dificultad para mantener el peso tras una dieta); e interacciones gen-nutriente (efecto negativo de una dieta rica en grasa, efecto positivo del consumo de omega-3, efecto positivo del consumo de ácidos grasos monoinsaturados, y efecto negativo de una dieta baja en ácido fólico).
Con estos resultados, además de la ‘confesión’ del paciente de sus actividades diarias y deportivas, se pueden prevenir prevenir los problemas susceptibles de aparecer con el tiempo, y evitando aquellos que los potencian. “Hasta no hace mucho, las dietas tradicionales sólo tenían en cuenta los factores ambientales, y ofrecían pautas alimenticias generales para grandes grupos de población, sin considerar en detalle la especificidad genética del individuo. Hoy en día, gracias a la nutrigenética, podemos conocer nuestra susceptibilidad genética, condicionada por el ambiente, a desarrollar algunas enfermedades y, de esa manera, personalizar las recomendaciones dietéticas a las necesidades concretas de cada persona”, explica García. “Una vez que se conocen todos los datos, abre un ahorro económico para el paciente y para los sistemas de salud porque se ahorrarán tratamientos que igual no funcionan bien”, añade González.