Para una Navidad sin achaques
Para que la navidad no suponga un mayor riesgo para las personas mayores, lo fundamental es mantener la hidratación, evitar comidas copiosas o grasientas, seguir saliendo a la calle para dar un pequeño paseo abrigado durante las horas centrales del día y mantener la temperatura del hogar entre los 20 y los 22 grados.Las personas mayores de 65 años apenas consumen alcohol, pero cuando llegan las fiestas navideñas la familia les anima a brindar por el Año Nuevo o despedir el viejo. Pero eso que en otras edades puede no tener importancia, cobra una especial relevancia en la tercera edad.
«Esas copitas que generan mayor alegría pueden, por un lado, interaccionar con muchos de los medicamentos que toman los ancianos de manera crónica, a la cabeza de los cuales se encuentran los psicofármacos (benzodiacepinas, antidepresivos y neurolépticos) y, por otro, aumenta el riesgo de inestabilidad y de caídas», explica el doctor Leocadio Rodríguez Mañas, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe y expresidente de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG).
En el caso de que se llegase a producir una intoxicación etilíca, a los riesgos anteriores hay que unir la hipotermia, ya que en las personas mayores la regulación de la temperatura corporal es peor. «Además, hay que añadir posibles caídas y efectos secundarios, ya que la ingesta de alcohol puede facilitar la aparición de hipoglucemias en sujetos diabéticos al interferir con la producción de glucosa del hígado», comenta el geriatra.
Pacientes diabéticos
Una de cada tres personas mayores es diabética por lo que deben tener cuidado con el consumo de dulces durante las fiestas. Hay que saber que con el envejecimiento se conserva el gusto por sabores dulces, cosa que no ocurre con salados y ácidos, que se pierden, y por eso las personas mayores presentan cierta tendencia a comer este tipo de alimentos.
«En realidad lo fundamental es evitar comidas pesadas o con mucha grasa que dificultan y enlentecen la digestión y vigilar la toma de productos etiquetados ‘para diabéticos’ porque suelen ser ricos en fructosa o , aunque tienen una menor cantidad de carbohidratos añadidos, esta sigue siendo alta. Por tanto, es preferible que tomen alimentos normales, sabiendo que contienen azúcar y no abusen ni de unos ni de otros», aconseja el doctor Rodríguez Mañas.
Hipertensión
Por otro lado, el problema del consumo de sal en los ancianos hipertensos hay que contextualizarlo. «Solo la mitad de los ancianos responden a la restricción de sal. Por lo tanto, hay otra mitad en los que la sal no debe ser un problema para su hipertensión», matiza el doctor.
El aumento de ingesta excesiva de sal en los ancianos tiene que ver más frecuentemente con la toma de alimentos enlatados o precocinados (que llevan sal como conservante) que con la adición de sal desde el propio salero. Además, no debemos olvidar que el sabor salado es uno de los que se pierden con la edad por lo que existe la tendencia a tomar alimentos con exceso de sal.
Desnutrición
Con todo, el problema más peligroso relacionado con la alimentación en las personas mayores es la desnutrición, no el exceso de comida.
Esta puede estar causada por muchos problemas diferentes que incluyen: incapacidad para preparar comidas, pérdida de apetito, ingresos bajos, apetito pobre, enfermedad y problemas dentales.
Los problemas cognitivos también pueden jugar un papel importante en lo bien o las veces que come una persona mayor. Tal y como explica el experto, «una alimentación inadecuada en ancianos incrementa la vulnerabilidad del sistema inmunológico, aumenta el riesgo de infecciones, también produce atrofia muscular, niveles altos de azúcar o grasas en sangre, debilidad, apatía, mayor riesgo de fracturas óseas y menor respuesta a la medicación».