Por cada 1.000 mujeres que están en embarazadas, entre una y dos padecen una trombosis venosa durante la gestación y el parto, según el Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL).
“Durante el embarazo y el parto diversos factores pueden contribuir a aumentar el riesgo de formación de una variz en las venas”, el doctor Vicente Ibáñez, presidente del Capítulo. “Entre ellos destacan la presión inducida por el crecimiento fetal dentro útero sobre la pelvis y, por extensión, sobre las venas. También afectan los cambios hormonales, las alteraciones adquiridas o congénitas de la coagulación de la sangre, la inactividad física y el aumento de peso. Suelen aparecer, primero, pequeñas varículas en el primer trimestre. Entre el séptimo y octavo mes de gestación, se dilatan más las paredes de las venas y las varices engrosan”.
Según estas estimaciones, se concluye que la gestación multiplica el riesgo de trombosis entre tres y seis veces en comparación con la situación de no embarazo, mientras que el riesgo de trombosis puede ser cuatro veces superior en las seis semanas siguientes al parto.
Señales de alarma
“Lo habitual es que se produzca hinchazón en las extremidades inferiores a lo largo del embarazo sin ninguna repercusión grave”, afirma el doctor Ibáñez. “La inflamación excesiva, el enrojecimiento de la extremidad o el dolor en muslo y pantorrilla pueden poner sobre aviso de la existencia de una trombosis venosa superficial y/o profunda. La aparición de varices asociadas al embarazo es más frecuente a partir de la segunda gestación que en la primera. En el posparto remiten parcialmente, sin desaparecer del todo en el post parto”.
Medidas preventivas
Aunque hay también una predisposición genética de alrededor del 96%, se puede prevenir la aparición de las varices siguiendo estas sencillas recomendaciones del CEFyL:
-Seguir una dieta balanceada que ayude a disminuir la obesidad.
-Mantener un buen balance muscular.
-Evitar acercarse a las fuentes de calor directas.
-Usar medias de comprensión elástica que pueden ir modificándose en función de la variación del vientre hasta llegar a las medias específicas para embarazadas.
-Realizar paseos frecuentes.
-Elevar las extremidades, sobre todo si la embarazada permanece sentada mucho tiempo o en caso de reposo prolongado.
-Si se prevé una inmovilización superior a tres días o un viaje de más de cinco horas en un asiento, hay que acudir al especialista, que podrá recomendar un tratamiento con fármacos que no afecten al feto. “En general, se recomiendan fármacos antitrombóticos, del tipo de heparinas de bajo peso molecular que son seguras también durante el embarazo”, dice el doctor Ibáñez. “Pero no se emplean anticoagulantes orales durante los primeros meses de embarazo, ya que pueden provocar efectos perjudiciales sobre el feto en desarrollo”.