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Una propuesta de desayuno
Lucir palmito es, en gran cantidad de ocasiones, la razón por la que muchas personas deciden comenzar a llevar una dieta que aúne alimentación saludable y actividad física. Pero este hábito no debería de ser una práctica de temporada, sino la rutina diaria.
No solo está en juego el físico y esa grasa que tan poco gusta, sino la salud. De hecho, existen estudios que relacionan el cáncer de colon con la grasa abdominal, pronóstico que empeora si además se padece diabetes tipo 2. Eso sin mencionar los problemas de autoestima que en muchos genera.
Pero, ¿cómo deshacernos de una tripa engordada a base de grasas saturadas y sedentarismo?
Primero hay que ser consciente de que el ejercicio localizado (como los abdominales) son solo la parte final de un proceso que comienza en la desinflamación del vientre, tal y como explica en su libro, ‘Un abdomen plano para toda la vida’, el experto en bienestar y vida sana Mariano Orzola.
La dieta
Un elevado consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono refinados y azúcares y un consumo sin control de grasas saturadas, junto a una escasa o inexistente actividad física regular, generan una progresiva acumulación de grasa, principalmente en el abdomen. Lo peor es que los malos hábitos alimenticios provocan trastornos de ansiedad que obligan a seguir comiendo más de lo mismo.
Esto sucede porque cuando se consume una gran cantidad de alimentos que aportan azúcares simples, el nivel de azúcar en sangre sube rápidamente. Ante esto, el cuerpo reacciona liberando insulina y el azúcar que no se utiliza como energía se termina acumulando como grasa corporal. Después, y al bajar abruptamente el nivel del azúcar, el cuerpo se siente fatigado y con ansias por comer nuevamente alimentos dulces o harinosos. Y así se repite el ciclo.
«Si se adoptan conductas más saludables y activas sin alterar el estilo de vida de cada uno, es decir, pequeños ajustes que permanezcan en el tiempo, el cuerpo con un peso ideal y una forma esbelta aparece naturalmente», explica Orzola.
Las fases
Cambiar es sencillo si se tiene constancia y se es consciente de todos los beneficios que se van a lograr, pero no hay que perder de vista ciertos factores, señalados por el experto.
El primero consiste en depurar el organismo, ya que el abdomen comienza a reducirse primero con un trabajo interior. Para ello es necesario seguir una dieta que contenga una importante cantidad de vitaminas, minerales, fibra y agua que, además de permitir la eliminación de las toxinas, revitalizan los órganos del cuerpo.
El segundo paso sienta las bases de la alimentación antibarriga, en la que se consume regularmente vegetales, frutas frescas, lácteos desnatados, pastas, panes o cereales integrales, legumbres, huevos y carnes magras—alternando la ingesta entre carnes rojas, aves y pescados—. Eso sí cada grupo en sus raciones semanales recomendadas por la pirámide nutricional.
Después llega el entrenamiento corporal que irá incrementando gradualmente el tono muscular para que, finalmente, se puede practicar el ejercicio localizado para acabar de definir la región del abdomen.
Todos y cada uno de los pasos son imprescindibles para alcanzar ese vientre plano tan deseado y que tanto favorece a la salud.